El escritor y músico Miguel Dueñas. Blancaimedio

Miguel Dueñas: «Cuanto más aislados, más aflora nuestra vida interior»

Ganó con 'La crecida' el último premio Fray Luis de León de Novela, el convocado en 2017, y publicado en 2020

Victoria M. Niño

Valladolid

Lunes, 18 de enero 2021, 12:31

Un pueblo, un niño y un hermano suicida. A partir de esos mimbres Miguel Dueñas trenzó 'La crecida', novela con la que ganó el último Premio Fray Luis que convocaba la Consejería de Cultura. Desde 2018 no ha habido ninguna edición más de estos galardones ... regionales a la creación literaria. La obra ha sido publicada el pasado otoño.

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«Quería que esta historia transcurriera en un pueblo porque gira en torno al aislamiento, por un lado físico –un pueblo pequeño, rodeado por un río y un bosque, marcado por una presa que reventó– y, por otro, interior, –cada personaje de distinta manera–», explica Dueñas (Madrid, 1975), autor de otras dos novelas y varios cuentos.

Desconocía la catástrofe de Ribadelago, pueblo sanabrés que perdió un quinto de su población al romperse la presa en 1959, «pero luego me fui enterando, también de lo que ocurrió en Riaño, durante el año y medio de escritura. A veces la realidad acaba apareciendo en la historia y el nudo entre distintas realidades deviene en la ficción».

De hecho su novela, una historia de aislamiento, de relaciones tasadas y de vigilancia mutua que transcurre en una atmósfera claustrofóbica y el suspense de una acción circular, fue un anticipo de lo vivido el pasado año. «También nosotros, la sociedad actual, vivimos en un aislamiento urbano; una veces buscado como las urbanizaciones de lujo en el extrarradio y dentro de nuestra casa o nuestro entorno. Solo nos encontramos con otros si es necesario o si esta en nuestra agenda. Es difícil una relación espontánea en la ciudad». Sin embargo, el confinamiento le ha permitido conocer a sus vecinos. «Hemos creado relaciones improbables sin esta circunstancia. Creo que como sociedad estamos creando nuevas formas de comunicación que, no sé si son mejores o peores, son distintas. Cada generación tiende a un aislamiento mayor que la anterior. Nos volvemos más individualistas y cuanto más aislados estamos, más aflora nuestra vida interior porque el conflicto se genera dentro de nosotros».

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Jordán, de once años, protagoniza 'La crecida'. «Elegí la mirada del niño porque es el tiempo de la sinceridad, de la verdad, porque dicen lo que se les viene a la cabeza sin filtros.A Jordán le sale una mezcla de sensaciones y sentimientos. Cosas reales y cosas que cree él que son así, a través del pensamiento de sus padres. Su madre, preocupada por la muerte de Roche, niega la realidad y cuenta una historia inverosímil, que se metió en el bosque y se lo comieron. La negación de la realidad de la madre, la ausencia intermitente del padre, están siempre presentes en Jordán. Le acompaña la pandilla de amigos que permite un desarrollo más complejo».

Viven en un pueblo sin nombre, también carecen de él buena parte de los personajes. «Solo hay dos mujeres identificadas, la tía Conso y Rebeca. Quería subrayar el papel secundario de la mujer en esa sociedad, era necesaria su negación para contar lo vivido. Eran las últimas, las olvidadas. Todos los hombres tienen un rol, una misión, ellas son pasivas, los hombres las usan».

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'La crecida' comienza con la exposición del niño sobre la diferente manera en que sus padres le explican el mundo. «La narración de Jordán se mueve en la duda, no se sabe si lo que cuenta es la realidad o está teñida de los miedos de su padres y su pensamiento. Sus progenitores, tras perder al primogénito, siempre temieron a lo que ocurría en la cabeza de su hijo. Es la historia de un duelo por ese hermano, cómo lo afronta la familia y cómo lo vive el pueblo».

El contrapunto de Jordán es su compañero de aventuras, Ole. «Su amigo le lleva a las zonas oscuras de su pensamiento. Funciona como coartada. Jordán no haría cosas que él considera imposibles de no ser por el estímulo de Ole. Representa esa parte inconsciente que nos empuja a hacer lo que de verdad queremos». Dueñas, músico antes que escritor, otorga a cada personaje una musicalidad. «Me interesaba un lenguaje propio de un pueblo, con algunas expresiones propias del sureste, como 'beber a gallete'. Por un lado quería que fuese directo, propio de la narración de un niño. Por otro, Jordán tiene una musicalidad propia, tiende a poner primero el predicado y luego el sujeto de manera que nos hace escuchar hasta el final la frase para entenderla. Es una fórmula que hace más pesada la sintaxis, más lenta, son rodeos semánticos en su soliloquio que subraya la sensación de aislamiento».

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'Suficiente soga' y 'La prohibición de Jade' también sucedían en comunidades aisladas. «Mi siguiente trabajo también está protagonizado por personajes mental y moralmente aislados, que se enfrentan al conflicto del 'yo monstruoso', ese que nos lleva a una acción que en un mundo más libre no entraríamos». El Premio Francisco Ayala le permitió debutar en la publicación y el Fray Luis, continuar. «Nos llaman la 'generación plica', porque somos muchos escritores y los concursos es la única vía para comenzar en esto. Las editoriales no pueden asumir tantos originales y deben ser selectivas».

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