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La Fundación Segundo y Santiago Montes acogió este viernes la presentación de los dos últimos libros integrados en la colección 'La belleza de...', de la ... editorial Eolas. El sello de Héctor Escobar alberga esta serie dirigida por Gustavo Martín Garzo que suma dos nuevos títulos: 'La belleza de la escritura' de Miguel Casado y 'La belleza de llevar un niño en brazos', de Pilar Martín Gila.
«El motivo literal del libro no es, claro, el niño, sino la mirada que sobre él deposita el adulto y como todo viene atravesado por la infancia, por la inocencia, los límites que marcan los márgenes de la niñez...», enumera la escritora segoviana. Al responder a la propuesta de Martín Garzo, la poeta recogió tres libros suyos inspirados en diferentes clásicos; 'Ordet' (a partir de la obra teatral de Kaj Munk y popularizado por la película de Dreyer), 'El rey de los alisos' de Goethe (en torno al cual se vertebró la primera parte de su poemario 'Otro año del mundo') y 'La cerillera', a partir del célebre cuento homónimo de Hans Christian Andersen.
«Ha sido una perspectiva enriquecedora poder volver a aquellos textos, tener la oportunidad de remitirme a otros títulos nuevos e identificar cómo, a pesar de que todo esté contemplado desde el punto de vista del adulto, se puede escarbar en lo primero de lo que disponemos y que vivimos para hablar de la inocencia, de los límites de la muerte o incluso del deseo».
Porque Martín Gila identifica también un deseo, «en la dirección de desear a un niño, tal y como lo haría un adulto, un elfo o un ogro», pero además en la propia maduración de aquel, «quien con la edad comienza a saber identificar su propio deseo». En ese sentido, la escritora no elude las aristas de la belleza que marca esta colección editorial, que según se mire pueden llegar a mostrar una cara «algo inquietante».
Por su parte, Casado vertebra una tesis desafiante en torno a 'La belleza de la escritura', y es que determinar esta le corresponde a quien lee, y no a quien firma el libro: «Dando vueltas, con ciertas dudas, sobre lo que ocurre en torno a la belleza, abordo qué significa la escritura y concluyo que el que sabe de la belleza es el lector: el escritor puede buscarla, intentarla y a lo mejor conseguirla, pero nunca puede hablar de ella fuera de su poema o de su narración», expone.
«El lector, por el contrario, atesora en la memoria pasajes, fragmentos y tiene otro tipo de relación con esa literatura». Casado también distingue entre el talento para trasladar hondas emociones, vívidas descripciones de paisajes hermosos o destrezas lingüisticas con las que embellecer el texto jugando con las aliteraciones y posibilidades visuales y sonoras de la gramática española.
«Otro problema que surge es, claro, tratar de definir qué es lo bello», apunta. Y no solo en la vieja dicotomía entre fondo y forma; «también a partir de la experiencia que incorpora, a nuestra concepción de la belleza, aspectos negativos como la muerte, el horror, el infinito o lo absurdo».
Por eso, zanja, «no hay otro remedio que dictaminar que todo es bello, y que la belleza se encuentra en lo concreto y no se da en general. Y no solo no se da en conjunto sino en los detalles, es que además esa huida de lo común se aplica a las diferentes perspectivas individuales: «Lo que es bello para uno puede no serlo para otro», concluye.
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