Anabel González, psiquiatra
«El miedo nos salva de los peligros, hay que saber cómo funciona y manejarlo»Anabel González, psiquiatra
«El miedo nos salva de los peligros, hay que saber cómo funciona y manejarlo»Desdobla su faceta de psiquiatra y psicoterapeuta entre el Complejo Hospitalario Universitario A Coruña y la divulgación de reflexiones para fortalecer la salud mental. A los libros 'Lo bueno de tener un mal día' y 'Las cicatrices no duelen' añade ahora '¿Por dónde se sale'?, ... enfocado a cómo deshacer el miedo, aliviar el malestar psicológico y adquirir un apego seguro. Lo presenta este miércoles en la librería Moiras de Valladolid (19:00 horas). «El miedo nos acompaña desde siempre, es una emoción sana que nos salva la vida y nos protege de los peligros. Por desgracia, en ocasiones lo vivimos como algo inmanejable, algo que nos bloquea, que nos impide vivir y disfrutar. Hay que saber cómo funciona y manejarlo».
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–¿Cuáles son los miedos más comunes que nos atenazan en estos tiempos?
–Algunos son muy generales. A una serpiente la tememos casi todos los humanos. Los niños tienen miedo al abandono, a sobrevivir sin una figura adulta que los cuide. En ocasiones ese miedo acaba marcando en la edad adulta la manera en la que nos relacionamos. El miedo a la muerte condiciona a muchas personas durante toda su vida. Tras la pandemia nos ha quedado la incertidumbre ante el futuro y sufrimos los efectos colaterales con toda esta oleada de necesidades de salud mental, pero vemos que cada uno la vive de manera muy diferente. Existe un rechazo social grande y un miedo al envejecimiento porque se nos vende con insistencia el margen de maniobra que podemos tener. Antes nadie se planteaba envejecer más o menos rápido y ahora convivimos con mensajes insistentes de que podemos atenuar el efecto de la edad, con todo lo que eso genera de temores, rechazo...
–Apunta la necesidad de aliviar el malestar psicológico adquiriendo un apego seguro. ¿Cómo se consigue?
–El apego tiene que ver con cómo se establecen vínculos con las personas y cómo eso va configurando nuestro sistema emocional y nuestra relación con el mundo. La forma de adquirir más seguridad es aumentar la capacidad que tenemos para reflexionar, que no es pensar una y otra vez en lo mismo, sino hacerlo de una manera productiva, ir entendiendo cada vez mejor las relaciones a base de experiencia y también de meter la pata. Todo eso nos aporta sabiduría y sensación de seguridad, nos hace sentir que tenemos recursos para poder entender el mundo. Eso hace que aunque vengan situaciones imprevistas tengamos la sensación de que algo se nos ocurrirá y, si no, tendremos la capacidad de conectar con otras personas y podremos apoyarnos en los que nos rodean.
–Considera que la solución al miedo no es la calma, sino la seguridad nacida de la reflexión.
–Hay personas que han tenido experiencias de traición y les cuesta volver a confiar. Si no tenemos vínculos, nos sentiremos más vulnerables. Hemos de buscar la capacidad de entendernos, de mirarnos hacia dentro, comprender el por qué, qué necesidades tenemos. Si no nos entendemos a nosotros mismos podemos seguir recetas, pero no desarrollaremos seguridad. A conseguirla nos ayuda bastante hablar, y sobre todo escuchar, es importante tener curiosidad por cómo les funciona la cabeza a los demás, que escuchemos otras opiniones, no para ganar en la discusión, sino para ver el punto de vista del otro.
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–Sostiene que el miedo no desaparece pero podemos diluirlo.
–Ante lo que se sale de la idea que tenemos del mundo y de las personas podemos tener dos opciones: reescribir el argumento de la historia para introducir la nueva información o aferrarnos al guion inicial rechazando por sistema cualquier idea que no encaje. Cuanto más seamos capaces de modificar nuestras predicciones, menos expuestos estaremos a que el miedo se apodere de nosotros. Hacemos vínculos estrechos con parejas, amistades y grupos para tener un 'nosotros' que nos acoja frente a las inclemencias del mundo.
–Habla en el libro de la importancia de mirar a los ojos.
–Si somos capaces de sostener la mirada de alguien, en cierto modo es indicador de que tenemos capacidad para conectar con los demás. Hay quien no tolera mirar a los ojos y tener una conexión profunda con algunas personas. Hay situaciones emocionales que se convierten en un problema cuando son muy fuertes o se sostienen en el tiempo, por ejemplo, estar en un estado de alerta permanente o sentir un miedo desproporcionado ante determinadas situaciones. Muchas de esas sensaciones se pueden modificar con paciencia, con cambios lentos, productivos, progresivos, no inmediatos.
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