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Cuando el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín daba paso al derrumbe del Telón de Acero, Ricardo Martín de la Guardia (Madrid, 1964) se entregaba por aquellos días a preparar su tesis doctoral sobre la prensa franquista. Dos años ... antes había conocido el Berlín occidental y el oriental. Viajó a Alemania para mejorar el idioma y supo de primera mano del choque entre dos mundos: «Entonces se celebraba el 750 aniversario de la fundación de la ciudad y las dos partes pugnaban por ver quién organizaba los actos conmemorativos más relevantes», recuerda el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid. «Y la diferencia era abismal: mientras en la parte occidental se sucedían grandes conciertos y exposiciones en un ambiente luminoso donde apenas se dormía por la cantidad de actos programados, pasar al Berlín este suponía la oscuridad, con las edificaciones de corte estalinista, sus grandes avenidas grises y tristes... muchos conciertos se celebraban casi al pie del Muro para que los jóvenes del este pudieran oír la música». El historiador, que acaba de publicar 'La caída del Muro de Berlín' (La Esfera de los Libros), imparte este martes (19:30 horas) una conferencia en la Casa Revilla en un acto organizado por el Ateneo de Valladolid, en el que aportará claves y contexto al acontecimiento histórico que puso fin a la Guerra Fría y supuso la desintegración de la URSS y los regímenes comunistas y la reunificación de Alemania.
–¿El Muro cayó por sí mismo al colapsar el sistema comunista o lo derribaron?
–Hubo causas estructurales evidentes. La primera, la profunda crisis económica y su repercusión social no ya solo en la República Democrática Alemana (RDA), sino en la URSS, que había sido su protectora. Esa crisis se acentuó a mediados de los años ochenta en un momento en el que la URSS también vivía una profunda crisis socioeconómica y por tanto tuvo que ceder, y permitir que los países satélites de Europa Oriental comenzaran a tener una política exterior propia y más abierta. Ese estado de cosas ha podido ser probado gracias a la apertura de archivos y documentos y también porque frente a esa liberalización de las relaciones promovida por la Perestroika de Gorbachov a partir de 1985, hubo países como la RDA, Bulgaria o Rumanía que mantuvieron sus regímenes muy cerrados y ajenos a los cambios, lo que distanció aún más de la sociedad a la élite gobernante. Eso espoleó la disidencia y la oposición interna. Al final, la ineficacia del sistema y el afán de libertad derribaron el Muro de Berlín.
–¿Alentaron las potencias occidentales aquel desenlace?
–Europa y EE UU apoyaron desde un primer momento a los regímenes socialistas más reformistas, caso de Hungría o Polonia, y ejercieron presión a través de la propaganda, de movimientos culturales, animando la disidencia en los regímenes más cerrados como el de la RDA. En aquella década de los ochenta las fuerzas neoconservadoras estaban instaladas en el gobierno norteamericano, en la Inglaterra de Thatcher, en la Alemania de Kohl... atravesaban un momento económico boyante, al igual que las comunidades europeas, y todo ello coincidiendo con la crisis de la URSS. Pero es que además estas fuerzas conservadoras estaban convencidas de que el capitalismo, el liberalismo y la democracia eran superiores moralmente frente al socialismo, lo que reforzó ese sentimiento del triunfo de las libertades.
–¿Qué papel jugó la Iglesia en el proceso?
–El Papa polaco Juan Pablo II tuvo una enorme relevancia, fundamentalmente en Polonia, donde a partir de su visita al país en 1979, con millones de personas en las calles, supuso un duro golpe para el régimen. En la RDA quienes más influyeron fueron las iglesias protestantes, movilizando a mucha gente en Dresde, Leipzig o Berlín. En general, el factor religioso fue importante en la caída de los regímenes totalitarios.
–¿Qué aporta su reflexión a lo ya sabido sobre la caída del Muro?
–Es un libro histórico en el que destaco algunos aspectos que quizá no se habían tratado o desarrollado tanto. Por ejemplo, la escasa importancia que tuvo el ejército en regímenes tan represivos como la RDA y la ausencia de intentos involucionistas. También intento situar la caída del Muro y el proceso de reunificación de Alemania dentro del contexto de la Unión Europea, resaltando con datos la relevancia que tuvieron Bruselas y las instituciones europeas en el apoyo a los movimientos reformistas y en la reunificación. Y como una consideración posterior, analizo cómo el panorama europeo y mundial cambió radicalmente, el comunismo desapareció de Europa prácticamente; la caída del Telón de Acero supuso una concepción verdaderamente unitaria de Europa, incluso con la incorporación de algunas repúblicas exsoviéticas como los países bálticos.
–Desaparecido el bloque comunista y con Corea del Norte y Cuba como referentes del sistema ¿Qué ideología ejerce hoy como contrapeso del capitalismo?
–El capitalismo marca el día a día de las relaciones económicas. Ahí lo tenemos en China, donde se mantiene en el poder la dictadura comunista. Otra cuestión es que frente al liberalismo político en las sociedades abiertas surjan ideologías que tratan de combatirlo. Pensemos en los nacionalismos, en los fundamentalismos religiosos convertidos en teología, que tratan de ocupar ese hueco frente a las incertidumbres de la globalización. Más que una alternativa al capitalismo hay ideologías que tratan de buscar espacios diferentes desde elcampo de la ecología, el feminismo y otros ámbitos.
–¿Qué lección histórica extrae de la caída del Muro de Berlín?
–Que a pesar de la represión, del totalitarismo y de la fuerza del pensamiento único, los estados partido que reprimen y adoctrinan acaban sucumbiendo ante la necesidad de libertad de la población.
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