Manuel Olveira reúne ocho años de poesía en 'Muero todos los días'

«Han sido ocho años de cambios. En 2013 llegué a León con un proyecto profesional y la adaptación a una nueva ciudad y de aquella etapa auroral a una crepuscular. En esencia eres el mismo pero ha cambiado el cuerpo, el deseo, el sexo. Tengo otras prioridades», dice este amante de las plantas.

«El libro tiene varios planos, la poesía permite pasar de uno a otro sin saltos. En él refiero aspectos laborales, íntimos, familiares, salen mucho mis padres», apunta Olveira. Como lector se confiesa adepto de «mujeres escritoras marcadas por esta condición», con Clarice Lispector a la cabeza. Su tiempo al frente del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León lo resume en la palabra «agradecimiento» a «toda la gente que trabajó para hacer realidad mi proyecto. Yo llegué con un planteamiento teórico que pude llevar a cabo con la complicidad de un equipo junto a la buena relación con artistas, comisarios, agentes».

Aunque vive «expatriado» cada vez se siente más atraído por las raíces, por el mundo rural del que procede y al que vuelve cada mes a visitar a sus padres. «Se puede decir que tengo dedos verdes. Voy paseando y regojo ramas caídas de cualquier planta, la pongo en agua en casa y todo me crece. El otro día en la casa familiar en Galicia planté cuatro camelias». Cada bloque del libro está precedido por esas ramas.