
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Entre la paradoja del encierro por la covid y la multiplicación de carteles, camisetas, pasquines y salidas a los balcones en aquel tiempo de muerte ... y miedo ha hallado Manuel Olveira, (Santiago de Compostela, 1964) el sustrato para reflexionar sobre la pandemia como consecuencia y la vez impugnación del neoliberalismo, abriendo paso en estos tiempos al nacimiento de una nueva conciencia colectiva acuciada por el imperativo de supervivencia. «El neoliberalismo está mutando, su dinámica de consumo y crecimiento ilimitado no es sostenible para la mayoría del cuerpo social, cada vez más gente está reorientando su mirada hacia otros escenarios porque entiende que su supervivencia, la de sus familiares y su comunidad pasa por otro paradigma que no es el que conocíamos del siglo XX». En 'Habla del cuerpo social' (Editorial Brumaria) somete a examen estas consideraciones a partir del archivo covid que reunió el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) –que dirigió entre 2013 y 2021)– y que después se sustanció en una exposición en la sede del centro museístico en León.
Este viernes presenta en la Fundación Segundo y Santiago Montes en Valladolid (20:00 horas) el ensayo que comenzó a pergeñar recogiendo material gráfico (pancartas, carteles, papeles, pasquines...) que la ciudadanía esgrimió durante los meses más duros del confinamiento. La tesis del libro se arma en torno a la idea de que a pesar del encierro domiciliario y la imposibilidad de relacionarse, se produjo una explosión gráfica de comunicación. «Ocurrió en Internet, pero yo me centré en la idea de que estando confinados el único espacio público que teníamos era la ventana, la puerta, el balcón, y cuando pudimos hacer la desescalada por horas se ocupó la calle con sábanas colgadas con textos de apoyo a sanitarios, críticas a la gestión de la pandemia, reproches al gobierno, aparecieron los negacionistas...», resume Olveira.
En aquel momento pandémico en el que la muerte estaba muy presente en el relato público y en el entorno más privado, el historiador se interrogaba sobre la ocupación del espacio ciudadano y lo que había significado en el contexto de políticas neoliberales marcadas por recortes sanitarios y sociales. «Entendiendo –incide– que lo que propugna esta ideología es una retracción del Estado y un recorte o anulación de los servicios públicos, esos dispotivos educativos o sanitarios que hacen que las desigualdades sociales desaparezcan o como mínimo se amortigüen». Añade que fue precisamente el escudo social armado con dinero público para mantener familias, empresas, la sanidad y la educación -además de los múltiples episodios de solidaridad ciudadana- lo que impidió que la catástrofe fuera aún más devastadora.
Considera el también novelista y poeta que la pandemia fue «producto de las condiciones que el neoliberalismo pone sobre lamesa, y al mismo tiempo ha supuesto la oportunidad de que seamos conscientes de qué es lo que nos jugamos cuando están en juego los servicios públicos y qué tiene que aprender de ello la ciudadanía».
Se muestra convencido Olveira de que coronavirus ha traído consigo el fin de un modo de entender el mundo, y aventura que estamos en un «momento gozne en el que pasamos de la idea de crecimiento económico ilimitado que caracterizó el siglo XX a otro espacio aún no definido en el que el paradigma es otro que está naciendo». Sobre ese nuevo modelo aún en estado gestante, «a trompicones y sin absoluta claridad», apunta que «debería permitirnos sobrevivir al haber clarificado la necesidad una protección para todos porque o nos salvamos todos o morimos todos; ese es un paradigma que tiene que ver con el decrecimiento, con otra forma de estar en el mundo. El neoliberalismo empujaba a la idea de producción y crecimiento ilimitado y hemos llegado a un punto en el que sabemos que el agua y las materias primas son limitadas, que nos enfrentamos al cambio climático, que el nuevo modelo va unido a una respuesta ecológica de relación con el medio ambiente que no sea derivada de la explotación, sino del respeto y de entender que los humanos formamos parte de un organismo vivo mayor que tiene que ser cuidado. El paradigma anterior ha muerto -concluye-; no es operativo porque no nos va a permitir seguir funcionando, nos ha llevado a una pandemia y a una crisis climática».
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