Luis García Montero: «Es terreno de la poesía unir la intimidad con lo público»

«La vida va cambiando la mirada sobre las cosas, y el leerlos todo juntos me ha propiciado algunos cambios de perspectiva», admite el poeta. «En su día escribí imaginando cómo me escribiría ella cuando yo muriera, pero la realidad ha querido que fuese al revés». La edición reúne dos fotografías de la pareja, que alternan las posturas sobre uno de los dos apoyado sobre el hombro de la otra persona, y viceversa.

«Simbolizamos una manera de entender el amor y los cuidados, algo muy acentuado en la perspectiva de hoy en día», reflexiona. «Cuando empezó nuestra relación estábamos en una idea de transformación de la educación sentimental, nuestra generación tenia que evolucionar en las costumbres de la relación de pareja, en la forma de decir 'te quiero' o en sustituir la dominación por construir un 'nosotros'».

En esa línea, el cáncer que arrebató a España de una de sus autoras de referencia impactó sobremanera en su pareja, que vivió en primeras carnes lo que suponía tomar conciencia de los cuidados: «Vivimos una época muy narcisista, y esta enfermedad me demostró lo vulnerables que somos y cómo nos conforma la necesidad de cuidar y ser cuidados».

Es precisamente el espacio poscomunista a la izquierda del PSOE, donde García Montero se mueve con más comodidad, quien ha hecho de su bandera el concepto de la 'revolución de los cuidados'. Porque el amor, también para este poeta, es política: «Es terreno de la poesía unir la intimidad con lo público», sentencia, sin que se le escape el fuerte componente romántico de la reciente 'Carta a la ciudadanía' publicada por Pedro Sánchez.

«La historia no solo pasa por guerras o convocatorias electorales, también por los sentimientos», señaló quien también conoce las campañas de guerra mediática contra sí mismo y su pareja. «El presidente tiene que comprender que el inframundo de degeneración democrática no puede interrumpir este discurso», aseveró, y defendió el papel de la prensa «responsable, decente y que informa» frente a «panfletos digitales que hacen pseudoperiodismo, calumnian y se sostienen a base de subvenciones».

En esa tensión entre la intimidad y lo público es donde García Montero revela sus aspiraciones: «Hay que intentar trascender los propios sentimientos, salir del pozo en el que uno está metido y conseguir que el yo biográfico pase a ser un yo literario, que sepa qué decir y qué callar, qué silencios guardar y qué cosas plasmar, para conseguir causar un efecto en cada lector».

Asfixiado en el duelo por la enfermedad de Grandes, encontró ahí también el poeta sus propias costuras: «Hay experiencias tan radicales, como esta, que me obligan a meditar, a salir de la técnica normal de la escritura diaria y forzarme primero a comprender si soy capaz de explicar aquello que estoy sintiendo o si debo callar lo que me desborda ante quien me lea», zanja.