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Hay memorias que llenan una estantería entera, otras que abarcan varios volúmenes y también las que se zanjan en un solo capítulo. En el caso de Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951), tal ha sido su actividad que su vida requiere de varios tomos. Publicó ... el primero en 2015 ('El fin de los palacios de invierno') y ahora ve la luz el segundo. El que recoge lo vivido y disfrutado entre 1974 y 1996, los años de su plenitud.
En 'Dorados días de sol y noche' (editorial Pre-Textos) se recoge su vida sentimental y las relaciones que mantuvo con escritores y personajes del mundo de la cultura de la época. Todo ello sin más guion ni apoyo que el de su propio recuerdo. «Tengo diarios escritos a mano desde los años 70, pero ni los he mirado para este segundo tomo porque pienso que el diario y la memoria son dos géneros distintos. Es verdad que la memoria es un poco selectiva y hay veces que omite una serie de cosas», asegura De Villena, que cita el libro de Vladimir Nabokov, 'Habla, memoria', para ahondar en su explicación y en el por qué se silencian determinadas amistades que no tuvieron un final feliz. «La propia memoria hace un filtro, y en el libro hay una parte que está callada voluntariamente», apunta, reconociendo en su obra «una historia de amor y sexo» auténtica sin adornos ni invenciones.
No hay ficción y sí una voluntad literaria para hacer atractivo el relato de sus amistades con escritores de distinta edad y condición. «Es verdad que para el lector sí puede resultar mas atractivo este segundo tomo que el primero porque es un periodo en el que empieza una vida sexual y sentimental que antes no había tenido. Y aquí hablo de historias sentimentales con personas conocidas», comenta. Por sus páginas desfilan escritores como Javier Marías –«que tiene solo un mes más que yo y con el que me veía mucho cuando éramos más jóvenes», matiza–, al que dedica el capítulo 'Javier Marías, sin y con éxito', Fernando G. Delgado, Vicente Aleixandre, Octavio Paz, Juan Gil-Albert, Paco Brines, Antonio Gala, Claudio Rodríguez, José María Onetti, Rulfo, Leopoldo María,... y Rosa Chacel. «La tenía adoración porque siempre fue muy cariñosa conmigo a pesar de la fama de dura y antipática que tenía. La conocí cuando yo tenía 18 años, lo cierto es que yo era una excepción porque siempre estaba rodeada de mujeres», relata De Villena antes de rescatar una anécdota que siempre se le quedó grabado. «Tenía una círculo de mujeres a su alrededor que le tenían admiración, y una de ellas era Clara Janés, que era devota de Rosa pese a que Rosa la quería menos a ella. Digo esto porque un día que fui a comer con ella a su casa, me abrió Clara, que estaba en la cocina preparando la cena. Cuál fue mi sorpresa cuando puso solo dos platos en la mesa y nos sirvió también la cena».
Fascinado por su pronunciación de la 'elle', la palatal lateral, Chacel es de los escritores que reciben más elogios en el libro de Luis Antonio de Villena. «Eras tan de verdad, Rosa, tan auténtica, que pese a tu matrimonio raro, a tus penurias, de exiliada en Río y en Buenos Aires, seguías siendo mágica y estupenda», deja escrito el autor, que el próximo mes de enero espera presentar el libro en Valladolid.
De Villena, que también incluye pasajes de las famosas cenas de la 'bodeguiya' con Felipe González y Carmen Romero, asegura que con el paso del tiempo ha aprendido que todo cambia, y que las amistades sufren también deterioros propios del cambio de edad.
No espera el propio Luis Antonio de Villena, que ha recibido premios de reconocido prestigio como el Nacional de la Crítica de Poesía (1981), el Azorín de Novela (1995), o el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2004), que el tercero de los tomos de sus memorias vea la luz a corto plazo. Como tampoco que sea el último...
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