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Aunque el mejor amigo de Boris Johnson sea Donald Trump, aunque el Brexit haya ensanchado el Canal de la Mancha y el Foreign ... Office haya virado su rumbo hacia el Oeste, Albión sigue siendo europea. El British Museum, las atmósferas de Turner, el 'Réquiem' de Britten o la insatisfacción de los Rolling han hecho levantar el sombrero de sus vecinos con admiración. Del bardo a Roald Dahl, pasando por Jane Austen, Doyle, Chesterton, Conrad, Christie o Follet, sus escritores pueblan las estanterías continentales.
En tiempos de pandemia, no está de más una pizca de humor y en ese terreno la isla acuñó estilo propio. El ceñudo Martin Amis tuvo que abrirse paso en la literatura bajo la sombra de la novela cómica 'La suerte de Jim', que firmaba su padre, Kingsley, un clásico. El antihéroe en fase estudiantil pasa a la de profesor en Henry Wilt, el personaje tronchante y pedestre de Tom Sharpe. Alan Bennett, tercer salto generacional, ha desarrollado un humor más sutil en el teatro y llegó al público foráneo a través de sus novelas tardías, sublimándolo en 'Una lectora nada común' (Anagrama).
Siempre hay líneas rojas para un cómico, lo curioso de los británicos es que bromean con su institución más emblemática, la monarquía, en toda su extensión: como familia y como empresa. ¿De qué aspecto ha querido desligarse la última pareja real, Harry y Meghan?
Bennett convierte a la reina Isabel en una tenaz lectora gracias a un ayudante de la cocina palaciega, Norman, a quien conoce como usuario del bibliobús de Westminster. El joven despierta la curiosidad literaria de la monarca, lo que no consiguió ni el contacto directo con autores –compartió mesa o recepción con Ted Hugues, Eliot o Forster–, ni las bibliotecas reales. Poco a poco, la magna letrada va descubriendo lo que cualquier lector atento: un libro lleva a otro, leer es lo contrario a aleccionar, todo el mundo lee ('The Sun'), dejarse ir por las palabras de otro es darse cuenta de lo no vivido. Todo eso aparta a la reina de su 'deber', que es la 'acción' y su secretario se lo hace ver. A medida que descubría a Beckett, Thomas Hardy o Nabokob, cuando ya estaba preparada para americanos como Philip Roth, coloniales como Vikram Seth o nacionales como McEwan, iba descuidando horarios y vestuarios, ponía en aprietos a primeros ministros y emergía un nuevo interés en ella. Para el acto oficial de su octogésimo cumpleaños, Bennett reserva la traca final de esta divertida novela que fantasea con la humanidad de la líder más longeva del mundo.
Por las calles de ese Londres de Buckingham, en sus inmediaciones circulan los protagonistas de 'Una música tranquila', del citado anglo-indio Vikram Seth, en la que cuenta la vida de los integrantes del Cuarteto Maggiore. A los roces de esta familia profesional y los paseos por Bayswater, se suma el atractivo mundo de las subastas de instrumentos históricos. En la misma ciudad pero en la posguerra transcurre 'El final del affaire', de Graham Greene, (Libros del Asteroide). Llevada dos veces al cine, el triángulo amoroso de una Sarah, su esposo Henry y su amante Maurice Bendix fascina por el trampolín del milagro al que recurre el atormentado Greene para justificar una entrega total.
Su primer testamento
Pero la reina de la temporada es Vera Brittain (1893-1970), otra inglesa marcada por I Guerra Mundial, esa que traería a los chicos para Navidad de 1914 y duró cuatro años. 'Testamento de juventud' (Periférica & Errata Naturae) es un diario novelado, el primer libro de una mujer con vocación literaria que debe aparcar porque su país necesitaba enfermeras, porque sus amigos, su esposo y su hermano Edward estaban muriendo en el frente. La generación masculina perdida coincide con una de mujeres en las que prendió el feminismo y el pacifismo. Desde la adolescencia Vera se sintió distinta, «mi curiosidad sexual siempre fue por detrás de la ambición literaria». Oxford iba a ser el paraíso intelectual prometido, luego interrumpido. Y la cruda experiencia con los heridos determinó su vida. La frescura de su relato, la irónica despedida al mundo victoriano y la valiente esperanza en una sociedad mejor hace muy fácil seguir a Vera por su largo testamento.
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