El escritor Eloy Tizón. Isabel Wagenmann

Eloy Tizón, escritor

«La literatura siempre es incompleta, falta un blanco, el lugar del lector»

El narrador madrileño presenta este martes en Valladolid su último libro de cuentos, 'Plegaria para pirómanos'

Victoria M. Niño

Valladolid

Lunes, 6 de mayo 2024, 20:11

Enseña y practica escritura creativa, dirige un festival en Torrijos y cada diez años se da una vuelta por las librerías como cuentista. Eloy Tizón presenta este martes en El rincón de Morla, a las 19:30 h., (calle Doctrinos) su libro 'Plegaria para pirómanos' ( ... Páginas de espuma).

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–Es un libro de cuentos con un hilo conductor, el personaje llamado Erizo al que coloca en varios registros.

–Esta plegaria es una propuesta literaria que se vertebra en torno a la presencia y ausencia de Erizo. A veces toma la palabra y cuenta como protagonista, otras aparece difuminado en el fondo del cuento. Me permite elaborar una colección de cuentos con vocación unitaria y plantear preguntas sobre la identidad, sobre quienes somos y, sobre todo, cuántos somos, como mutamos en la misma piel. El personaje plantea la duda de si es siempre el mismo en distintos momentos o hombres diferentes con muchos nombres.

–¿Es el tiempo la circunstancia más determinante?

–El núcleo que mueve toda la escritura en mi caso. Las preguntas sobre el tiempo están desde mi primer libro, 'Velocidad de los jardines', y el paso de años las ha agudizado más, es un misterio que nunca resolveremos del todo. Esas dudas que nos genera producen mucha literatura, el cambio de la naturaleza humana y todo lo vivido y visto.

–El primer cuento, 'Grafía', está empapado de la lluvia de Benet, Lowry, Bloom, Beckett, McCullers,Dahl, Woolf, Cortázar... ¿sus autores de cabecera?

–Son autores que me interesan, que he leído y releído con mucha asiduidad y placer y, dado que es un cuento que trata sobre literatura, quería que esta no solo fuera el tema sino que se notara en la propia textura del cuento. Por esa razón está atravesado de citas, pequeñas referencias, guiños, no con afán culturalista sino más bien lo contrario, vitalista, para defender que la cultura no es ajena a la existencia sino que los autores y libros que nos han conmovido forman parte de nuestra vida.

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–El Erizo tímido del comienzo ¿es un Bartleby sin sublevación?

–Puede ser muchas cosas. Xerio es uno de sus avatares, es el escritor apasionado por la escritura pero que deja en el lector la incertidumbre de si cuajará o si merodea alrededor de la literatura.Cuando hablamos de literatura hablamos de obras logradas pero hay otro anillo formado por gente que lo intenta y no lo consigue, quizá no tienen una obra lograda pero su pasión por la literatura es auténtica.

–¿En qué anillo se ve?

–Me gustaría estar entre los que producen obra, más extensa o breve, pero a lo largo de los años he ofrecido libros. Esa es mi pequeña contribución.

–«No sé qué pensar de mí», «yo no quepo en mi vida» «no me fío de mí», sostienen sus personajes como si hablaran con su psicoanalista.

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–Me resulta imposible narrar sin que intervenga en algún punto la reflexión. El libro está salpicado de aforismos o reflexiones, no son verdades incontestables pero sí pensamientos que pueden dar pie a la cavilación. Son manifestaciones de personajes perdidos, con los que me identifico bastante. Creo que todos estamos bastante perdidos, sin ideas muy claras, son personajes con los que puedo empatizar, que no están bien ubicados en la sociedad, que andan a la deriva. Esos son mis favoritos.

–La arena pública la dominan los sentenciadores.

–Hay un pudor social a mostrarnos vulnerables, entiendo que es muy humano quererse proteger, pero si hablas con diferentes gentes y te tomas tiempo para escuchar, esa desorientación es más común de lo que tendemos a pensar.

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–Hay en su prosa guiños al lenguaje publicitario, musical, cinematográfico, todos muy pop y personales a la vez.

–Aspiro a un lenguaje literario pero que esté abierto a la contaminación de otras disciplinas artísticas. Hay que huir de encerrarse en un búnker y estar receptivo a los sonidos del mundo.El lenguaje es, en primer lugar, música.

–¿De ahí el cuento 'Confirmación del susurro' y su evocación de Leonard Cohen?

–Es un cuento al que tengo cariño, un homenaje declarado a un músico, poeta y narrador que, para muchos de nosotros tiene un significado mitológico, como todo lo que rodea a Leonard Cohen: sus canciones son el centro pero también sus estancias en islas y retiros, sus amores y desamores, creo que es una figura muy cercana. Ha estado presente con sus creaciones en mi vida desde que tengo memoria. Sabía que tenía una cita pendiente con este caballero del sombrero y acudí a ella en este cuento.

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–¿Sus cuentos huyen de la moraleja?

–Diría que sí, tendemos a escribir historias en las que el sentido no esté cerrado del todo. Hace décadas que los finales abiertos han vencido a aquel otro modelo cerrado en el que contenían sorpresa final. En estos momentos ha desaparecido casi y por supuesto sería problemático ofrecer una moraleja al lector, empobrecer el cuento. Tendemos a predecir un modelo en el que el lector sea copartícipe y, en lugar de darle todas las piezas, se deja un hueco, un espacio blanco en el que el lector pueda entrar y completar la historia. La literatura siempre es incompleta, siempre falta un pequeño trozo por suerte, es el lugar del lector.

–¿Sabe amaestrar pulgas?

–Sé la teoría. Una artista plástica me lo enseñó en Colombia. Me explicó que tiene que ver con las restricciones que impone toda formación o educación. Al final educar es generar límites, hasta dónde podemos colorear y, aunque no haya normas fijas seguimos respetándolas porque las tenemos interiorizadas. Me parece interesante la metáfora a la hora de abordar las reglas, incluidas las de la literatura, que respetamos y transgredimos.

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–¿Escribe fuera del cuento?

–Soy cuentista sobre todo, intento escribir cuentos pero también me gusta poner a prueba los límites del género. No son cuentos ortodoxos ni clásicos. Interrogo al propio género, hasta dónde podemos llegar, vulnerar las normas, no tanto dinamitarlas como jugar con ellas, poner en entredicho ciertas reglas que se consideran casi sagradas. No me conformo con repetir modelos, siempre hay algo que me incita a desafiar la norma.

–¿Habrá que esperar otra década para el siguiente libro?

–La escritura siempre tiene algo de azarosa. Todos los días me siento a escribir, a veces llegan ideas e imágenes, no todos. Lo interesante es el proceso de estar en marcha. El tiempo que se tarda en acabar los libros es lo de menos. Me lo tomo con tranquilidad, tiene algo de arte, de paciencia, de saber esperar, escuchar, disfrutar del camino.

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