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La escritora boliviana Liliana Colanzi. Ramón Gómez

Liliana Colanzi: «Bolivia arrastra siglos de racismo»

La cuentista boliviana ganó el VII Premio Ribera del Duero con su libro 'Ustedes brillan en lo oscuro'

Victoria M. Niño

Valladolid

Miércoles, 1 de junio 2022, 00:06

El cuento es su distancia media, su género. Y en la pandemia consideró el Premio Ribera del Duero cuya séptima edición terminó por ganar con la reescritura de unos relatos cuyo embrión data de 2017. Liliana Colanzi (Bolivia, 1981) lleva una década viviendo en el ... estado de Nueva York, donde imparte clases en la Universidad de Cornell. Crecida en el trópico amazónico, acostumbrarse a inviernos de seis meses de nieve fue su gran «trasplante», allí se acostumbró «a lo extraño».

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'Ustedes brillan en lo oscuro' es el título del último cuento del libro premiado que ha editado Páginas de Espuma y que también consideró llamar 'Luz veneno', la que produce el uranio, la que procede de la radioactividad. «Generalmente asociamos la luz con cualidades positivas como el bien, la verdad y la belleza. En este caso la luz tiene relación con la muerte, la contaminación y el veneno», dice Liliana.

Cuando la autora de 'Nuestro mundo muerto' se sienta a escribir deja «que vayan aflorando obsesiones que ni yo sé que estaban ahí. En este libro fueron surgiendo algunos paisajes que me vienen visitando desde libros anteriores como el amazónico, la presencia de la selva, de las minas y, de pronto, también apareció la radiactividad, que ya había abordado. Los efectos de la radiación se asemejan a una fuerza sobrenatural, son terribles, actúan de manera tan misteriosa sin conocer la fuente que parecerían causados por algún tipo de fuerza maligna. También tiene que ver con un accidente que hubo en Latinoamérica y el proyecto del Gobierno de Bolivia de construir una central en El Alto».

Tiempo de indecisión

Colanzi repara en otras constantes de sus libros, «los adolescentes, en este caso los jóvenes de El Alto, que lidian con la represión policial y con los efectos de la radiación. Con asiduidad escribo sobre esos jóvenes que están en un momento de indecisión, que no saben si mandar todo al diablo o obedecer a lo que la sociedad espera de ellos. Hay quienes se fugan, quienes huyen». Otra de sus constantes, «las relaciones entre madres e hijos y entre hermanos».

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Tiene la voluntad de hablar de Latinoamérica, pero «de ciertos lugares, del Amazonas boliviano, de El Alto andino, del accidente de Goiania enBrasil. Me gusta poner en relación cosas que aparentemente no dialogan y ver que pasa. Hay voluntad de explorar lo cósmico, lo extraño, aquello que nos supera en el espacio y en el tiempo así como partir de estos lugares olvidados, marginales, periféricos para hablar de lo universal desde estos espacios».

Colanzi no deja descansar al lector en la seguridad de las coordenadas sobreentendidas. «La literatura es un viaje en el tiempo, de hecho a mí me inspiró mucho la ciencia ficción en el sentido de que es capaz de proyectar la imaginación a una escala temporal muy grande. Me interesa esa literatura que empuja los límites de lo que puede ser ficción y de lo que puede pensarse».

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Por ejemplo, su cuento 'La cueva'. «Nació inspirado por el relato de Asimov 'La última pregunta', en el que una inteligencia artificial tiene que responder a una pregunta que se hace durante miles de millones de años. Me dio una pista de lo que puede hacerse con la escritura que, más allá de hablar del aquí y el ahora, puede desafiar lo que puede pensarse o decirse. El intento de 'La cueva' es descentrar la mirada, no contar desde lo que le pasa a alguien o a un grupo humano, sino la historia de un lugar habitado desde todos sus habitantes, desde los microorganismos, los animales».

El siguiente cuento es 'Atomito', «disparado» por una mascota con la que el Gobierno de Bolivia explica las bondades de la energía nuclear. «Se les ocurrió socializar el plan de reactor creando un superhéroe infantil que habla con voz aguda y muestra cómo funcionaría la planta nuclear desde una óptica infantil. Me pareció siniestro ese contraste, por un lado la mascota de una central nuclear que habla de sus beneficios y por otro pensar en las consecuencias para El Alto si algo se sale de control», explica Colanzi «preocupada por el cambio climático pero sin opinión clara al respecto de esta fuente de energía».

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Lo que sí parece un filón para ella es que «muchos proyectos con algún elemento problemático, con potencial contaminante, vayan siempre a parar cerca de comunidades pobres, indígenas. Me parece interesante explorar cómo las comunidades minorizadas o con más carencias económicas son las destinatarias de los proyectos peligrosos».

Puzle caleidoscópico

En 2017 creó la editorial independiente Dum Dum, un sello que lanza dos títulos al año de una tirada de 500 ejemplares. Vuelve a las ferias de su tierra una o dos veces cada año. «Bolivia es un país con una numerosa población indígena que durante mucho tiempo tuvo una posición subalterna, excluida del poder, de la educación, de la protección estatal. Esa es una situación que en los últimos años ha cambiado. El Alto, por ejemplo, tiene una trayectoria política importante. También los escritores aimaras y guaraníes están emergiendo y transformando la literatura. Bolivia ha atravesado un cambio importante aunque no significa que no haya taras arrastradas por siglos como el racismo».

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'La deuda', 'Los ojos más verdes' y 'El camino angosto' son los cuentos que preceden a 'Ustedes brillan en lo oscuro', el más largo, el más experimental, en el que Liliana despliega un catálogo de materiales que al final convergen en los hechos, a los que mira desde la ilusión caleidoscópica. Pero ¿cuándo dar por terminado un relato? «Me doy cuanta de que un manuscrito está acabado cuando dejan de molestarme cosas, cuando cesa la sensación de incomodidad».

El sosiego llega después de varias reescrituras. «Siempre intento que el cuento se subleve un poco y haga cosas que no pensábamos que haría, que me sorprenda a mí misma, que la escritura me exija. A veces eso pasa por estallar la estructura, por la aparición de un elemento disruptor, por algún tipo de resistencia que me ofrece el cuento. Si supiera lo que va a pasar en el cuento o por dónde va a ir, si tuviera todo planificado de manera ordenada en mi cabeza, no me llamaría la atención sentarme a escribir. Siempre espero que el relato me sorprenda y me muestre algún destino inesperado que ni siquiera intuía al empezar», concluye.

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