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David Pujante, escritor
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David Pujante, escritor
«El lenguaje se vuelve viejuno cuando no se adapta a los cambios sociales»De la importancia de la palabra como creadora de realidad, sanadora, puente entre mundos contrapuestos, voz única de cada persona, íntima y social a la vez, de todo eso habla el profesor emérito de la Universidad de Valladolid David Pujante en su último ensayo. 'El ... mundo en la palabra' (Ariel) recoge consideraciones personales de quien ha impartido clases de retórica durante más de tres décadas a los alumnos de Derecho y de Filosofía y Letras.
–¿Se ha dado el gusto de opinar?
–Es el libro que quería escribir cuando me jubilara, una decantación del pensamiento sobre la retórica que había ido acumulando durante casi 37 años. Hice hace 20 años un tratado (Castalia) y ahora quería divulgar, llegar a más público con el análisis del discurso porque creo que es un arma importante para un buen ciudadano: hablar bien, poder conversar con los demás.
–¿La retórica pasa hoy por el formato digital?
–Con la incursión de las redes no hablamos, simplemente se sueltan eslóganes. Algunos políticos, algunos ministros, hasta escupitajos. La retórica nació con la democracia en Atenas, es un arma fundamental para construir una sociedad y debía decírselo a mis conciudadanos
–¿Es una alerta cívica?
–El libro quiere alertar de la necesidad de que la retórica sea parte de la enseñanza básica. Se dice que las matemáticas son muy importantes pero no todos serán matemáticos, en cambio todos serán ciudadanos, por eso deben aprender a hablar y ser críticos con lo que les dicen. Si lo aprendes en la escuela serás un ciudadano más preparado. La capacidad dialéctica debe desarrollarse allí, es lo más democrático. Platón elegía entre los aristócratas a quién dar clase, los sofistas las ofrecían a todo aquel que pudiera pagarlas, como ahora, que a los profesores se les retribuye y su saber está al alcance de todo el mundo. Hay un segundo nivel del libro más ontológico que tiene que ver con cómo se llega a ese conocimiento. Mi propuesta es que las sociedades se construyen a través de nuestros discursos. Un discurso nuevo hace una realidad nueva, impone cambios sociales. Un ejemplo; las feministas no aceptan el genérico de 'hombre' y piden que se diga 'ser humano', solicitan así un lenguaje inclusivo porque saben que el nuevo discurso cambias la realidad. Nos hacemos seres sociales a través del lenguaje y a través del lenguaje se construye la sociedad.
–¿Qué pasa cuando se banaliza el lenguaje?
–La retórica es un arma que puede ser utilizada perversamente, ahí está la publicidad. Toda arma tiene una doble utilidad por eso añado la ética. Quintiliano decía «el orador debe un hombre bueno perito en el decir».
–¿Toda comunicación implica el deseo de persuadir al otro?
–Sí, la retórica no es solo la palabra sino el gesto, la voz, las manos, la entonación, con todo eso seduces.
–Usted habla de discurso, nuestros políticos, de relato y de 'hacer pedagogía'.
–Sí, ahora todos hablan del relato, tanto el PP como el PSOE construyen el suyo sin ser muy conscientes del sesgo retórico. El discurso construye tu forma de ver el mundo. Ahí entra la relativización, ya no es la verdad absoluta. La exposición de los argumentos y cómo los organizas para encontrar un significado es distinta en cada uno. En realidad los hechos están ahí, son como los puntos que teníamos que unir en los dibujos infantiles. Ahora a cada uno le sale una cosa. Luego viene la dialéctica, cuando confrontamos ambos resultados y tratamos de llegar a un acuerdo, no de eliminar al otro. Hagamos ciudadanos que no sean tontos, influenciables, la pedagogía debe venir antes.
–El relato también implica ficción.
–La realidad no está ahí fuera. Somos muy cartesianos, venimos de la Ilustración. La realidad se construye. Cuando la gente dice «la Constitución es intocable» contesto ¿cómo puede ser eso? Se hizo en un momento, con unas circunstancias y hoy el mundo ha cambiado. La Constitución de EE UU está enmendada cientos de veces para adaptarse a cada momento. Solo los obsesionados por verdades inmutables siguen pidiendo comida del fogón de carbón. Estaba buena pero hemos perdido ese sabor porque los tiempos y los gustos cambian. La realidad cambia y el discurso se vuelve viejuno cuando no refleja esos cambios. Tonto es el que tiene dos ideas que le costó tanto trabajo conseguir que no puede cambiarlas.
–¿Qué tiene en común la retórica del poeta que es usted con el uso social de la misma?
–El libro habla de la metáfora. La construcción retórica del discurso se junta con la poesía en la fe, en la creencia en la palabra. La palabra dice cosas que no se pueden conocer de otra manera. La luz de la metáfora no es simplemente una imagen poética. Cuando alguien de ultraderecha se refiere a los inmigrantes como «esas ratas que llegan a Europa», es una metáfora ideológica que nos ilumina sobre lo que subyace.
–La retórica ha vivido distintos momentos en la historia.
–Comienza con Adán y cada uno de nosotros cuando los padres nos enseñan una hormiga y nos la nombran, así se crea el mundo. La cultura de Occidente se basa en la retórica, en el bien escribir y el bien hablar. En Atenas era una cuestión política, una necesidad del ciudadano libre. Luego la democracia fue suplantada por emperadores que deciden por los ciudadanos, el discurso pasa a ser cultural y pierde su razón política. La Edad Media vive bajo el imperio de la Iglesia y durante la Ilustración se impone un conocimiento enciclopédico, atomizado, no relacional que es el propio de la palabra.
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