![Julián Quirós: «Con la poesía intento fijar las emociones del presente para el futuro»](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202201/20/media/cortadas/quiros-kXEI-R7DFR8J9kOJqWTGvhFYFenJ-1248x770@El%20Norte-ElNorte.jpg)
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La incursión de un intruso. Con estas palabras define Julián Quirós, director de ABC y periodista de larga trayectoria, su primer libro de poemas: 'Pérdidas y ganancias. Recuento de los años huidos' (Ars poética), un trabajo en el que 'desnuda' en parte su interior, en ... busca de otra forma de acercarse a la realidad. Con todo, la suya no es una aventura ocasional o improvisada, sino más bien el fruto de un trabajo realizado a lo largo de los años, «por rachas». Los poemas de 'Pérdidas y ganancias' fueron escritos durante los años 2002, 2012 y 2019, aprovechando las breves y escasas treguas que permite la agitada y estresante profesión de director de periódico.
Para Quirós la poesía es «un contrapunto» del ejercicio del periodismo -como la fotografía, que también cultiva- y, precisamente por eso, le estimula personalmente. «Me satisface mucho pararme a mirar la vida de forma radicalmente distinta». Frente a la exterioridad de quien vive entregado a la observación de lo que pasa, el contraste de la mirada hacia adentro de quien pelea con el lenguaje y con lo vivido, con decepciones y gozos.
«Para los periodistas, el trabajo diario es muy incompatible con el punto vital que necesitas para la poesía», admite Quirós. Lo que es especialmente cierto en su caso, con una trayectoria plagada de cambios de destino que obligan a un constante recomenzar. En su caso, el detonante que le lanzó a la aventura poética fue el retorno a su Extremadura natal, con sus hijos, tras más de veinte años ausente de allí. «Sentí la necesidad de hacerlo, de pararme a pensar y escribir. No son poemas que hablen de mi tierra, pero están motivados por las emociones provocadas por mi regreso».
El libro cuenta con prólogo del también periodista y poeta Carlos Aganzo que define el estilo de Quirós como una «poesía limpia que mana del embalse turbio y profundo de la memoria».
Y es que la memoria es esencial en 'Pérdidas y ganancias' pues permite realizar un balance de lo pasado, pero con intención de ser un anticipo del porvenir. «No soy un hombre que tenga muchos recuerdos sobre su infancia. Cuando miro hacia atrás no veo grandes cosas, quizás por eso me asombran esas personas de memoria prodigiosa que se acuerdan de todo», admite. Y ese es uno de los alicientes para escribir. «Con la poesía intento fijar las emociones del presente para grabarlas de cara al futuro».
Está de acuerdo con que el libro es un ajuste de cuentas, pero no con nadie externo, sino consigo mismo. «Pero rememoro lo pasado con serenidad, no tengo sensación agridulce ni creo que ceda al desencanto», asegura. «De hecho, soy una persona muy optimista y cuando escribo que 'tengo un cajón para las tristezas' lo que quiero decir es que están ahí guardadas, para cuando quiero revisarlas, pero que no están presentes en mi día a día».
«A los que pertenecemos a una época que ya no habita entre nosotros», asegura en otro de sus poemas. «Pero esa frase no expresa ningún tipo de desubicación», aclara. «Yo estoy muy bien asentado en mi presente y no lo cambiaría por un pasado que no idealizo. Pero es verdad que los que tenemos cierta edad conocimos una realidad, sobre todo en el mundo rural, unas relaciones sociales y un mundo, que ya entonces se estaba acabando, que ahora se ha volatilizado. Actualmente se ha dado una confluencia enorme entre el mundo rural y el urbano».
Y sobre la muerte escribe hoy: «Ya no me da pánico morirme, aunque supondría una derrota». «La vida es tan bonita, y merece tanto la pena, que sería una derrota que se acabara», explica. «Pero derrota sería morirme ahora, antes de tiempo, antes de haber cumplido mi ciclo vital». Aunque admite Julián Quirós que hubo un tiempo, cuando sus hijos eran pequeños, que le obsesionaba la idea de poder morirse y dejarles desatendidos.
Por eso cree que su relación con la vida o que su labor se parece en cierto modo a la de un notario: reconocer lo que es, entenderlo y aceptarlo. Siempre atento a lo que él mismo define como «las corrientes invisibles que tejen los caminos». «Creo mucho en eso que nos pasa según vivimos, en esas corrientes invisibles. Ahí está el valor de la vida y de su imprevisibilidad».
También ajusta cuentas con su juventud, con un temperamento que en algún momento fue de «macho bobo sin desbravar por la fusta de los días». «Hay un momento que uno pierde ese ímpetu juvenil y se da cuenta de lo tonto que ha sido. Pero no le doy demasiada importancia. La juventud tiene una tremenda energía, pero la sabiduría es otra cosa», opina el director de ABC.
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