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«No conozco el caso de ninguna vida que haya ido a peor por abrir un libro», dice Juan Tallón, pregonero de esta feria que empezó este viernes y que invita a la compra de novelas, cómics, biografías o ensayos con la esperanza –siempre quedará ... esa esperanza– de que más tarde se abran y comiencen a cambiar vidas. A ese gesto de desplegar las tapas, de pasar las páginas, de acariciar los lomos y contracubiertas, a ese «momento supremo disfrazado de simplón» dedica Tallón el primer pregón que pronuncia en su vida. Lo hace en Valladolid, una ciudad en la que «ni nací, ni estudié, ni trabajo. No paso aquí mis vacaciones ni he tenido un ligue de Valladolid (como Brad Pitt)».
Pero esa lejanía biográfica, esa extrañeza geográfica, le emparenta con una de las grandes características de la literatura: «Un escritor es un impostor». Y con ese parentesco fingido traza Tallón un discurso divertido, ingenioso, inteligente que anima a abrir libros y, por lo tanto, a cambiar vidas.
«Aprender a leer es la acción más determinante que acomete el ser humano;saber leer, te salva la vida varias veces al día», asegura en el salón principal del Círculo de Recreo. Lleno. Con su hija Elena, de cuatro añitos, en la primera fila. Un día, Elena le preguntó:«¿Los libros y las libreras son familia, papá?».
Y tuvo Tallón que improvisar una respuesta. «Nos pasamos la vida hablando de los libros y no de las libretas, como si supiéramos de dónde vienen las novelas, los reportajes... Los futuros libros pasan una temporada en un pequeño cuaderno, en unas hojas caóticas llenas de tachones. Hasta que un día, la libreta te dice que quiere ser libro», cuenta el autor de 'Obra maestra', su último trabajo, que durante años fue libreta hasta que finalmente lo publicó Anagrama.
Yde obras maestras también habla en su pregón. Porque un libro no necesita esa etiqueta –no requiere que esté en cánones, listas, ránkings– para que sea «importante en tu vida». «Un libro debe ser un peligro, tiene que hurgar en las llagas, que causar un desasosiego profundo». Puede que en un futuro, al evocar una lectura pasada, no recordemos la trama, quién era el protagonista, cómo termina. Pero en ocasiones «un instante es todo lo que hay que pedir a un libro», un «objeto perfecto que ralentiza el tiempo y cada poco invita a detenerse y reflexionar».
Si los libros leídos «te conforman, se incorporan a lo que somos y no admiten renuncia, interrupción y fin», los que nos quedan por leer son promesa de felicidad. «No imagino ninguna biblioteca sin volúmenes inexplorados. A veces la categoría de una biblioteca se mide en lo que te falta por leer... pero que ya está ahí». Y de ahí la importancia de citas como esta, una Feria del Libro que alcanza su edición número 55 y que, con grandes pegatinas amarillas en sus casetas, recuerdan que es posible llenar (con un 10%de descuento) las estanterías de casa con ejemplares que algún día serán abiertos, acariciados, leídos... y que, como defiende Tallón, servirán para cambiar vidas.
Muchos de estos libros lucen hoy en los mostradores de las 53 casetas que librerías y editoriales atienden en la Plaza Mayor. Están de frente y de canto. Exhiben lomo o portada. Se agrupan por iguales –si el libro es 'best seller' y se esperan muchas ventas–, por semejantes –si son de una misma colección o editorial– o caminan por libre, en el caso de esos ejemplares extraños que anhelan ojos que los exploren.
Algunos tienen al autor justo al lado, a la espera de un lector que quiera firma y dedicatoria. Pablo Casado, Miguel Ángel Cruz, Carlos Blanco, Francisco Javier Rodríguez, Ángel Barbero o Redry tienen listo el boli para la rúbrica. Bueno, David Galán 'Redry' no solo el libro, sino también la máquina de escribir.
Con ella se presenta en el pabellón central para participar en '¿Quieres ser mi musa?', actividad en la que cuatro poetas vallisoletanos (también Miguel Bouquet, Es con I de Irent¡e y Lidia Towiz)regalan sus versos y su inspiración al público. Al tiempo que hacen una lectura de su obra, reparten unos 'post it' a los asistentes y les animan a escribir una palabra, un sentimiento, un pensamiento fugaz que luego sirva de inspiración para que los poetas, en vivo, escriban un poema, un pequeño relato. «Hoy vais a ser nuestras musas», apuntan los jóvenes rapsodas desde el centro de la Plaza Mayor, a tan solo unos metros de donde un grupo de niños, junto a Alberto Sobrino y Jorge Consuegra, terminan uno mural inspirado en el 'Ulises' de Joyce. Ypara cerrar la jornada, un encuentro poético entre María Ángeles Pérez López y Angélica Tanarro.
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