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Cierto, es sabido que el territorio de Oriente Próximo entre el Mediterráneo, el río Jordán y el mar Muerto, que fue posesión, colonia británica y anteriormente formó parte del Imperio Otomano, lleva desde 1948 dividido en dos estados, uno opresor, Israel y otro sometido, Palestina. ... Que desde 1988, gracias a la resolución 67/19, Palestina forma parte de la ONU como «Estado observador no miembro». No reconocido, aún, como estado independiente por toda la comunidad internacional.
'Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia'. No es uno más de los abundantes libros que tratan, desde distintas esferas, el, en principio, irresoluble conflicto palestino-israelí. Porque en estas páginas se presenta el conflicto desde una pragmática y experimental perspectiva. La familia Khalidi forma parte, ha vivido desde el mandato británico hasta la Nakba (Catástrofe) palestina, las diferentes humillaciones y despropósitos que han padecido los árabes en su tierra, Palestina. Desde que los británicos se desentendiesen de sus promesas e impusieran el acuerdo Balfour.
¡Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia'. Rashid Khalidi.
Los abuelos del autor se encontraban entre los desplazados que, como ellos, tuvieron que abandonar su hogar en Ta al- Rish, donde habían nacido su padre y alguno de sus hermanos. Él nació en Nueva York (EE.UU.) en 1948 y es titular de la Cátedra Edward Said de Estudios Árabes de la Universidad de Columbia. Conoce de primera mano los entresijos del Cercano Oriente.
Como complemento y ayuda para comprender el bélico problema palestino-israelí, me parece imprescindible el título 'La historia oculta de la creación del Estado de Israel' (Capitán Swing), de Alison Weir, activista y escritora estadounidense especialista en el conflicto de Oriente Medio. La información que leemos en estas páginas aclara la inexactitud de algunas noticias.
Desolador, espeluznante. Lo que encuentras en estos libros es como pelar una cebolla, según vas leyendo sus páginas los ojos se te llenan de lágrimas, y cada suspiro lo tienes que poblar de esperanza. Sí, los dramas, afortunadamente, tienen un final sin tragedia. Amén.
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