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Los Libros y la vida

Hilario J. Rodríguez ha publicado novelas, pero destaca sobre todo en un género de su invención en el que lo vivido se mezcla con lo leído y lo imaginado

José Luis García

Viernes, 5 de mayo 2023, 16:40

Hilario J. Rodríguez ocupa un lugar aparte en la literatura española contemporánea, a la que pertenece quizá un poco a su pesar. Ha escrito abundantemente de cine y ha convertido la crítica cinematográfica en un género literario; ha dejado constancia de su vida nómada y ... de su gusto por viajes poco o nada convencionales; ha publicado novelas, en el sentido convencional del término (prefiere las otras novelas), pero destaca sobre todo en un género de su invención en el que lo vivido se mezcla con lo leído y lo imaginado. 'Construyendo Babel' -publicado por primera vez en 2004, reeditado ahora algo aumentado y muy corregido- es el título que mejor lo representa. Aquí está todo Hilario J. Rodríguez, «tal un imán que al atraer repele», para decirlo con un verso de Antonio Machado, o para ser más exactos, como un imán que atrae y a la vez de alguna manera rechaza a los lectores más convencionales.

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En una primera hojeada, nos puede parecer que algunas de sus secciones -'Lecturas vividas', 'Obras completas', 'Historias fantasmas'— son una recopilación de reseñas, ya que al principio o al final del texto aparece una referencia bibliográfica. Así el capitulo 'Las ínsulas extrañas' debajo del título indica: Cristóbal Serra, Nótulas (Árdora Ediciones, Madrid, 1999).

  • 'Construyendo Babel' Hilario J. Rodríguez. Contraseña Editorial. Zaragoza, 2023.

Pero comenzamos a leer y nos encontramos con una afirmación general («Vivir encerrado dentro de uno mismo tiene su precio») que se ejemplifica con un cuento macabro, como en los relatos del conde Lucanor, aunque en ese caso la moraleja figura al final. Solo varias páginas después se empieza a hablar de Cristóbal Serra, «uno de los solitarios más extraños de la literatura española». No tarda, sin embargo, en abandonar el tema para hablar de sí mismo y de su conflictiva relación familiar: «Mi vida entre los solitarios se remonta a los años que viví con mi padre. Él también era un hombre solo aunque a veces, por su furia y sus canalladas, parecía un auténtico ejército invasor, como muchos hombres al mismo tiempo».

Hilario J. Rodríguez habla de su familia —y de sí mismo— sin pudor ninguno, al igual que Annie Ernaux, a quien dedica uno de los capítulos, titulado precisamente «Secretos inconfesables». Las consideraciones que hace a propósito de la premio Nobel francesa pueden aplicársele a él mismo: «Hay lecturas que interesan más por la desinhibición de su autor, dispuesto a contar sin ningún tipo de censura la verdad sobre determinadas cosas escabrosas, que por sus virtudes literarias».

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Hilario J. Rodríguez juega continuamente a la autoficción. A partir de datos verificables de su biografía va entreverando historias más o menos verosímiles. Curiosamente, los relatos más realistas —los de su estancia como profesor en un instituto extremeño, por ejemplo— resultan los menos creíbles: «Mis mejores horas, las pasaba en la biblioteca, donde mi misión consistía en registrar los préstamos y las devoluciones. En la biblioteca era raro ver a los alumnos, que no iban allí más que a echar un vistazo a los periódicos, especialmente El Marca, por el cual se peleaban a veces con los profesores, que lo leían con demasiada calma». ¿Pero a qué biblioteca de instituto van -o iban- profesores y alumnos a leer El Marca? ¿Qué biblioteca de instituto extremeño estaba suscrita -como se nos indica más adelante- a El País, Extremadura, El Sol, Hoy y Abc?

El juego con la verdad y la ficción comienza en la irónica advertencia al comienzo del volumen: «Todos los hechos narrados en este libro son ficticios. Ninguno de los libros mencionados es real. Londres no existe; tampoco Hilario J. Rodríguez».

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No, no son ficticios todos los hechos narrados, pero a veces lo son —o pueden serlo— algunos de los atribuidos a personajes reales en ocasiones muy cercanos al autor. Nos imaginamos por eso la incomodidad de los familiares ante un libro como este.

Incomodidad que a veces alcanza a los lectores, y no solo a los lectores ingenuos, que creen que las obras autobiográficas deben reflejar, si no la verdad objetiva, imposible por definición, sí la verdad experiencia del autor.

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Pero algo queda claro en Construyendo Babel: la pasión por los libros y por el nomadeo, la fascinación por las vidas al margen, obsesivas y autodestructivas.

En cada capítulo, en cada página y casi en cada párrafo, salta Hilario J. Rodríguez de los libros a la vida, de sus lecturas apasionadamente vividas a episodios de su vida que parecen sacados de alguna rara novela. Y nunca nos deja claro si estamos ante una autobiografía disfrazada de ficción o ante una ficción que quiere hacerse pasar por autobiografía.

Construyendo Babel no es un libro para leer de un tirón, pero aunque con frecuencia resulta fatigoso en su errabundia genérica y nos tienta su abandono, no podemos dejar de volver a sus páginas, «tal un imán que al repeler atrae».

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