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Pese a la crisis, pese al cambio climático, pese al terrorismo, pese a Trump, pese al 'brexit', hay que estar muy mal informado o tener muy mala idea para decir que el mundo de hoy es un desastre. Todo lo contrario. El planeta nunca ha ... sido un lugar tan próspero y seguro como en el siglo XXI. Esta es, al menos, la tesis del economista sueco Johan Norberg (Estocolmo, 1973), que publica en España un libro que, por optimista, va a contracorriente. 'Progreso. 10 razones para mirar al futuro con optimismo' (Deusto), un ensayo lleno de datos y estadísticas, fue elegido 'Libro del año' en 2016 por 'The Economist', la biblia del liberalismo. Norberg ha estado en España para ofrecer una conferencia en la Fundación Rafael del Pino.
-¿En qué basa su optimismo?
-Mirando los datos, uno se da cuenta de que estamos en el periodo con más esperanza de vida, más salud, más riqueza, más educación y más oportunidades de la historia de la humanidad. Vivimos en el mejor momento.
P: -¿Y por qué entonces se extiende la sensación de que el mundo nunca ha estado tan mal?
-Porque los flashes que llegan a nuestros móviles solo nos muestran países destrozados, terrorismo, crímenes y guerras. No es que el mundo se esté desmoronando, es que tenemos más acceso a la información que en cualquier otro momento, y la información siempre habla de lo que está mal.
-Así que la culpa es de la prensa...
-Sí (risas). Los periodistas me dicen: «Está muy bien dar información con contexto y en profundidad, pero la audiencia nos pide drama, acción e historias de interés humano». En realidad, yo no echo la culpa a los medios, sino a la naturaleza humana. De alguna forma, somos adictos a las malas noticias. Nuestros antepasados, si no estaban pendientes de las malas noticias, morían porque les comía un depredador, así que los que sobrevivieron nos transmitieron sus genes y sus neuronas del estrés.
-Usted es un ferviente partidario de la globlalización en un momento en que está en entredicho...
-La globalización significa simplemente que las cosas pasan a través de las fronteras. Obviamente, algunas cosas malas, como el terrorismo o las epidemias, atraviesan las fronteras. Pero si hablamos de lo que hace la gente voluntariamente, viajar, comerciar, conocer nuevas culturas, todo es positivo. Colaboramos con los demás y tenemos acceso a sus bienes y a sus tecnologías.
-¿Qué mensaje les daría entonces a los antiglobalización?
-Les diría que el comercio internacional es muy positivo para las personas que ellos dicen representar. Acabo de leer un informe que asegura que si no hubiera tratados comerciales, los ricos perderían solo el 10% de su poder adquisitivo y los pobres, el 50%. El proteccionismo es una manera de robar a los pobres y dárselo a los ricos.
-Pero está cuajando la idea de que la globalización fomenta la desigualdad y a menudo aparecen estudios que sostienen que el 20% de la población posee el 80% de la riqueza y viceversa.
-Es complicado responder a eso, pero básicamente, lo que está haciendo la globalización es reducir la desigualdad por el auge de los países asiáticos. Desde la Revolución Industrial, es el periodo con más igualdad. Pero es cierto que dentro de cada país sí se ven diferencias que antes no se veían. ¿Por qué? Por el cambio desde un modelo de manufactura hasta otro de servicios en el que se valora más la educación y las habilidades individuales. Ahora se puede ganar más dinero teniendo educación y menos si uno abandona la escuela.
-¿Por qué crecen los populismos?
-En las épocas de cambio siempre hay gente que se siente molesta y en este caso, lo está contra las élites y la globalización. Los mayores piensan que la sociedad está perdiendo algo, y no sólo económico, sino también cultural, los valores. Eso es una falta de entendimiento del mundo moderno, y si piensas que todo se está desmoronando, quieres luchar (contra las élites) o huir (poniendo muros). Ese miedo es el que ha empujado al populismo, a los líderes que dicen: «Yo os protegeré de todo, sólo tenéis que obedecerme».
-¿Tampoco es pesimista si piensa en el cambio climático?
-Tampoco. Nos preocupa el cambio climático porque es el gran reto de hoy, pero eso quiere decir que no hayamos superado otros muchos retos, también medioambientales. Antes la gente se moría por calentarse con carbón o por beber agua contaminada. Ahora tenemos más conocimientos, más educación y más riqueza. ¿Qué significa eso? No lo sabemos todo, pero sí parte de la solución. Sabemos qué fuentes energéticas no emiten CO2 y sabemos sacar monóxido de carbono de la atmósfera, aunque ahora es muy caro. Pero cuanto más se desarrollen estas tecnologías, sus precios bajarán y en algún momento, compensará.
-¿Qué diría a quienes no compartir su optimismo?
-Hay quienes cambian su opinión (sonríe). Otros no. Cuando les dices que el mundo está cada vez mejor, no te creen. Se enfadan, son incapaces de aceptar los hechos. El líder de la extrema derecha sueca dijo algo muy interesante: «La economía sueca florece y el crimen se está reduciendo, pero si miras dentro de ti, ¿no tienes miedo?». Ese es su discurso.
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