Secciones
Servicios
Destacamos
La digestión de unas patatas asadas en la casa de José Jiménez Lozano , a mediados de 1986 en Alcazarén (Valladolid), alumbró el prodigio de Las Edades del Hombre en la mente de un escritor de pueblo y de un cura de aldea, José Velicia, ... que habitualmente se reunían para conversar y compartir lecturas.
La lumbre de una modesta chimenea inspiró a dos lumbreras que gestaron Las Edades del Hombre como «un medio sueño, medio invento, que se hizo casi jugando», según explicó Jiménez Lozano en una entrevista concedida a Efe en 2017, un día antes de recibir en Valladolid la Medalla Pro Ecclesia et Pontifice.
Velicia, «él puso la semilla» de Las Edades del Hombre, era coadjutor en Olmedo, a un tiro de piedra de Alcazarén, cuando le contó al escritor lo que había visto en un reciente viaje y éste no dudó en trasladar, años después, a uno de sus diarios ('Segundo abecedario', 1992) aunque sin ofrecer más pistas.
«Un proyecto; V. (Velicia) me habla de una exposición de las obras de arte que guardan las iglesias museos y monasterios catalanes. ¿No se podrían hacer algo parecido aquí? Pero de otro modo, no se trata de sacar los trastos y ponerlos ahí, a la ventana, en exposición«, anotó entonces Jiménez Lozano.
Así comenzó todo, un proyecto cultural y religioso que después de vencer reticencias, incluso dentro del seno eclesiástico, desbordó todas las previsiones en las cuatro exposiciones de arte sacro para las que inicialmente fue concebido este movimiento en las catedrales de Valladolid, Burgos, León y Salamanca, entre 1988 y 1992.
Más de tres millones de visitas en cuatro exposiciones acuñaron un modelo de gestión cultural que aún pervive más de treinta años después con veinticuatro ediciones entre las que figuran dos salidas internacionales (Amberes y Nueva York).
Velicia como coordinador y Jiménez Lozano como guionista abrieron las catedrales y templos como lugar de cita entre los hombres y las imágenes que durante siglos trataron de explicar la relación entre este y la divinidad.
A través de los iconos, pinturas, esculturas y objetos de culto actualizaron al siglo XXI el milenario vínculo entre Dios y el hombre mediante relatos escenificados, diálogos con el pasado para reconocerse.
El hallazgo fue el de ofrecer mensaje y hermosura en el mismo lugar para el que fueron concebidas las piezas, ahora expuestas de un modo más directo y vital, menos académico, con el apoyo de un relato firmado por Jiménez Lozano en esas primeras cuatro ediciones.
«Creo que soy de los pocos escritores al que han interesado los problemas religiosos. Seguí como periodista el Concilio Vaticano II desde Roma y luego está lo de Las Edades del Hombre«, explicó el escritor en esa entrevista.
Fue un día antes de recibir en Valladolid de manos de su arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, la Medalla Pro Ecclesia Et Pontifice, instituida en 1988, máxima distinción que concede un papa a un seglar por su fidelidad y servicio a la Iglesia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.