Jean Canavaggio: «Don Quijote es más conocido por su iconografía que por la lectura del libro»

A partir de las actas del proceso que se conservan archivadas en la Biblioteca de la Real Academia Española, Canavaggio ha seguido el rastro de la muerte de Ezpeleta y la investigación de la que finalmente Cervantes y su familia fueron exonerados. «Me interesaba conocer la condición de los declarantes, sus ocupaciones, una porción de cómo era la vida en aquel Valladolid de las afueras, hoy centro urbano y entonces arrabal; en definitiva, estudiar por qué este proceso apenas revela las actividades extraliterarias de Cervantes más allá de que su hermana Andrea le define como 'un hombre que escribe y trata negocios y por su mucha habilidad tiene muchos amigos'. Yo he tratado de ver quiénes eran esos amigos, comerciantes españoles unos, otros genoveses en la coyuntura española del reinado de Felipe III en aquella corte vallisoletana».

Cervantista y autor de los estudios más completos sobre la vida del autor de 'El Quijote' a orillas del Pisuerga, Canavaggio refrenda que «una vecina beata del escritor», Isabel de Ayala, fue quien orientó hacia Miguel de Cervantes las sospechas de la muerte de Ezpeleta. «Esta mujer se llevaba bastante mal con los vecinos y es quien habla de las amistades sospechosas de las hermanas y sobrinas de Cervantes; al final no se sabe quién fue condenado. No creo que Galván fuera acusado», certifica el hispanista francés.

Este miércoles, en la segunda sesión de conferencias, Jean Canavaggio disertará sobre Don Quijote como personaje literario y sus transformaciones como mito, un tránsito que abarca desde la visión que del personaje cuajó en la Inglaterra del siglo XVIII, a la promovida por los románticos, especialmente los alemanes, y toda la iconografía surgida a su alrededor con los grabados de Gustave Doré como principal foco inspirador. «Fuera de España la visión que más ha trascendido de don Quijote es su combate contra los molinos de viento, es la que ha perdurado en la memoria colectiva como personaje idealista y al mismo tiempo inadaptado, de ahí su fracaso».

Con todo, remarca este autor –también especialista en teatro español de los siglos XVI y XVII– que «don Quijote es más conocido por su iconografía que por la lectura del libro; de sus aventuras se sabe más por las representaciones en dibujos, grabados, cómics, cine, series televisivas... es una imagen fragmentada pero perdura como figura reconocible por su aspecto físico. Basta con pasar delante de una tienda de recuerdos turísticos para comprobarlo», remacha.