Carmen Domingo, escritora
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Carmen Domingo, escritora
«Hay una izquierda líquida que evita que opines si lo que piensas no les gusta»Libra con sus escritos una batalla contra la tendencia imperante de suprimir por miedo opiniones que no se ajusten a la corriente dominante. Sobre ello reflexiona en '#Cancelado' (Círculo de Tiza) alertando de los peligros del pensamiento 'woke' y la censura hacia todo lo que ... se salga del ideario políticamente correcto. «Hoy a Nabokov no le dejarían publicar 'Lolita'», advierte Carmen Domingo, licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona y vinculada a movimientos feministas. Presenta su ensayo en el Centro Municipal de Igualdad el 14 de diciembre (17:30 horas).
–Piensa que la corrección política está imponiendo un nuevo modo de censura
–El problema de la cancelación es reciente y, aunque no seamos muy conscientes, nos afecta a todos. Es un fenómeno que nace en las redes sociales, una cosa de jóvenes –entiendo por jóvenes quienes tienen menos de 40 años–, que las utilizan para linchar a quien no piensa como ellos deciden que hay que pensar. En muchos casos se juntan cinco personas con más o menos proyección y a partir de ahí intentan 'matar' públicamente a la persona denostando su opinión. Uno de los casos más flagrantes de cancelación en redes es el de la autora de los libros de Harry Potter, J. K. Rowling, por defender que una mujer se define biológicamente.
–Usted tiene una trayectoria vinculada a la izquierda, donde observa que también ha prendido ese espíritu censor.
–Sucede que conforme vamos avanzando en el tiempo, en lugar de defender la libertad de opinión vemos que desde la izquierda se cancela. Porque estábamos acostumbrados a que lo hiciera la derecha, la Inquisición, la censura franquista que impedía que escritores y periodistas dijeran lo que pensaban, pero ha aparecido una izquierda líquida, posmoderna, que es la que decide qué opinión es buena o mala, y que evita que opines si lo que piensas no les gusta.
–¿Desde qué planteamientos ha sido posible esta deriva canceladora?
–La principal causa es que se han creído que solo hay una opinión buena. Existe una creencia de superioridad moral desde la izquierda, convencida de que tiene el poder de la verdad, lo que les permite juzgar a quienes no piensan como ellos. Si hay algo que no les gusta, atacan esa opinión. Esto la derecha ahora no lo está practicando, pero la estamos dando alas para que lo haga. Cuando en Estados Unidos las universidades demócratas cancelan a feministas que hablan de la importancia de la biología en la determinación del sexo, la derecha responde impidiendo que cierto tipo de libros entren en escuelas y universidades republicanas. Así se consigue que la censura se expanda. Por eso intento con mi libro que la gente entienda lo que está pasando, que en lugar de estar a favor de la libertad de expresión se está promoviendo el pensamiento único con criterios de la derecha radical y la izquierda posmoderna y líquida.
–¿En qué medida se condiciona la creatividad?
–Es una barbaridad y está teniendo bastantes consecuencias. Escribí un artículo sobre los lectores de sensibilidad que forman parte de este núcleo de la cultura de la cancelación. En muchas editoriales ya existe la figura de un señor de una minoría que te guía para que retires determinadas expresiones que pueden considerarse ofensivas. De este modo se consigue que el escritor se censure a sí mismo.
–¿Quién encarna ese espíritu supresor de lo que no se acomode a lo políticamente correcto?
–Sé que en nuestro país está cada vez más arraigado, y donde más se nota es en el mundo literario y en el periodismo. Y cada vez más en las tertulias de opinión, donde acude gente que por sistema da la razón al que la coordina. Eso mata el espíritu crítico. A esa cultura de la cancelación va unido el egocentrismo, creerse alguien especial y diferente al resto. Un 90% de la responsabilidad de que esto sea así es de los medios de comunicación; yo he sufrido episodios de cancelación cuando me han dicho 'hemos leído tu libro y como no está bien lo que cuentas no te haremos la entrevista'. Esto es una barbaridad porque no se ofrece a los lectores la posibilidad de que puedan pensar distinto. Una plataforma retiró de su catálogo el filme 'Lo que el viento se llevó' porque reproducía estereotipos racistas en torno a la esclavitud; así conseguiremos generaciones de personas que no sepan que hubo racismo en EEUU si no les dejas ver películas como esa.
–¿Defender la libertad de expresión está penalizado?
–Totalmente, sobre todo en según qué sectores que consideran que debería existir un pensamiento único y la forma de conseguir que lo haya es no llevando a debates a gente que opine distinto. En la riqueza de opiniones es donde podemos llegar a acuerdos; si todos pensamos lo mismo, eso nos lleva a Orwell.
–¿Es el pensamiento progresista ahora mismo reaccionario?
–Hay una buena parte de lo que se considera pensamiento progresista que desde luego es reaccionaria.
–¿Cómo se ha llegado a normalizar esa contradicción?
–Cuando la gente ha ido cogiendo poder piensa que eso les da derecho a que los demás no lo tengan. Los cambios electorales van en muchos casos unidos a este tipo de pensamiento único que intenta imponerse a la sociedad. La subida de Vox en muchos casos es esto, una reacción a este tipo de actuaciones.
–¿Le deja la cancelación huérfana de referentes ideológicos?
–Lo veo con bastante tristeza. Porque la cancelación va muy unida a recortes educativos. Si lo que consigues es una masa de gente sin espíritu crítico, creas un país de borregos. Si lo que se consigue es que no podamos leer a Dostoievski porque hay un conflicto entre Rusia y Ucrania es que estamos en un círculo de perdición.
–¿Cuál es el perfil del cancelador?
–Hay dos tipos: el joven impulsivo que se cree que censurando a alquien entra en la ruleta de lo moderno intentando ganar notoriedad ante sus seguidores en redes sociales. Y por otra parte está el que usa a estos jóvenes para manejarlos desde la política. La cancelación no es una cosa de argumentos; en general recurren al insulto para marcarte. Uno de los sectores donde más se ha cancelado a la gente es en el feminismo, sobre todo cuando las feministas tradicionales defendemos otros postulados.
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