El inexorable avance de la selva
Viajes desde casa ·
Angkor, el mayor conjunto monumental del sureste asiático, y el genocio de los jemeres rojos son los hitos históricos y literarios de CamboyaSecciones
Servicios
Destacamos
Viajes desde casa ·
Angkor, el mayor conjunto monumental del sureste asiático, y el genocio de los jemeres rojos son los hitos históricos y literarios de CamboyaSobrado de ardor juvenil, emprendió viaje hacia Indochina con su recién estrenada mujer y un amigo. La inversión en las acciones de una mina mexicana le arruinó y confió su suerte a la afición arqueológica. André Malraux robó varios bajorrelieves del templo Banteay Srei, en ... Angkor, en 1923. Las apsaras, bailarinas jemeres talladas en piedra, resultaron menos etéreas de lo esperado y el tratante terminó en la cárcel, por poco rato. Casi cuarenta años después, volvió a Camboya como ministro de Cultura acompañando a De Gaulle en una visita oficial. El diletante Malraux era ya un respetado intelectual, que había sembrado Francia de casas de cultura y subvencionado la recuperación del sitio arqueológico más importante del sudeste asiático. Sin embargo el entonces responsable de las excavaciones de Angkor, Bernard-Philippe Gloslier, excusó su ausencia. Descendiente de quien pidió el arresto del autor de 'La condición humana', tomó vacaciones para preservar sus principios.
Volviendo a la década de los veinte, el joven Malraux publicó, cinco años después del primer viaje, 'La vía real' (Espasa Calpe), sobre su experiencia camboyana. El misterio de la selva y de un solitario señor blanco reinando en un ecosistema tan agreste le llevó a ser comparado con Conrad y su 'corazón de las tinieblas'. En vez del río Congo, el Mekong, en lugar de Kurtz, Grabot, y no se trafica con marfil sino con el patrimonio del imperio jemer.
En las 280 hectáreas de mayor concentración monumental (el parque arqueológico ocupa 400 kilómetros cuadrados) eran disculpables ciertos despistes de los guardas y alguna que otra sustracción. Desde mediados del XIX, cuando se atribuye al botánico Henri Mahout el primer 'folleto' histórico-turístico de Angkor, hasta 1992 cuando es declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el lugar ha acogido a cientos de conservadores en permanente lucha contra la vegetación. Entre las primeras expediciones del École française d'Extreme-Orient se decidió dejar un templo, el Ta Phrom, tal y como lo habían encontrado, en simbiótica convivencia con árboles y líquenes. Así que las raíces de un ficus gibbosa, una especie de higuera, envuelve una de las puertas más fotografiadas. Tantos esfuerzos para apreciar los vestigios medievales y los visitantes quedan maravillados por el inexorable avance de la naturaleza. La pandemia internacional facilitará ese progreso natural sobre los dominios humanos. El otro empeño camboyano en este 'corazón' de piedras está relacionado con la limpieza de minas. Siem Reap, la ciudad más próxima a Angkor, ha redoblado las campañas para ampliar su zona urbana y hotelera. En los noventa, la carretera de Siem Reap a Angkor empezó a estar frecuentada por turistas. Esa taquilla no ha dejado de crecer siendo uno de los mayores activos nacionales.
Contra el olvido
Minas, hambre y muerte componen la historia reciente de Camboya que lleva el nombre de la etnia mayoritaria, los Jemeres Rojos liderados por Pol Pot. A partir de la liberación del país en 1979, se inició la detención y enjuiciamiento de los cabecillas del genocidio que aniquiló a un tercio de la población. A los supervivientes se les pidió un informe escrito y esa necesidad alumbró algunos textos que sobrepasaron el trámite legal y cristalizaron en obras de valor literario. Denise Affonço, hija de francés y de vietnamita, pertenecía a uno de los grupos sociales a purgar, llevaba sangre colonial.
Obligada a dejar su casa de Phnom Penh con su familia en 1975, cuenta en 'El infierno de los jemeres rojos' (Libros del Asteroide) su peregrinar por los campos de trabajo, la incertidumbre sobre el paradero de su marido –luego supo que fue asesinado–, la muerte sucesiva de sus familiares por inanición –no tiene lágrimas para llorar a su hija Jeannie– y las penalidades en un régimen suicida, son expuestas con sobriedad documental dejando al lector al albur de su emoción. Denise Affonço ha sido hasta ahora escritora de una única obra, la narración de su vida, cuyo principal objetivo fue evitar el olvido.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.