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Una chapa de identificación de un soldado. Un orinal. Una máscara antigás. Un casco. Un traje de soldado confeccionado por un grupo de voluntarias. Un concurso de eslóganes puesto en marcha por Gallina Blanca en 1938 para promocionar sus caldos en un país que pasaba ... hambre. Son la otra cara de una guerra. Estampas poco heroicas del frente o de la retaguardia. Episodios que cuentan lo que no aparece en las Historias al uso, que hablan de discursos políticos y operaciones militares, de guerrillas y resistencias al límite, de traiciones inesperadas y fidelidades inverosímiles. 'La Guerra Civil española en 100 objetos, imágenes y lugares', editado por los historiadores Antonio Cazorla y Adrian Shubert (Galaxia Gutenberg) retrata «la parte menos tratada del conflicto. En los documentales hechos con imágenes de esos años se ven el frente y el fervor de la gente», explican los dos responsables de la recopilación. «Pero la vida cotidiana era miserable en ambos bandos». Eso es lo que muestra este libro.
Y aunque enseguida se forman dos bandos, al inicio del conflicto hay muchos más, apuntan Cazorla y Shubert. Luego, la gente se ve obligada a decantarse por uno o por otro, y «el 80% de los soldados van a la guerra porque les obligan». Por eso, a su juicio, «no hay imágenes de familias llorando por los muertos o por los jóvenes que se han ido al frente. A ninguno de los dos bandos le interesaba contar lo que pasaba en la retaguardia, salvo para hacer propaganda».
Las notas que explican y contextualizan las imágenes están firmadas por once autores. En esos textos se da testimonio de hechos y comportamientos que se encontraban casi idénticos entre los republicaciones y los nacionales. Las mujeres que confeccionaban uniformes para los soldados estaban agrupadas en torno a asociaciones católicas en uno de los lados, y a sindicatos en el otro. No hay duda de que, situadas en otro punto de la geografía y de la Historia, habrían hecho lo mismo para el otro bando. Igual que sucedió con tantos soldados. Shubert y Cazorla recuerdan en conversación con este periódico que, «cuando la cornisa cantábrica cayó en manos de los nacionales, al 80% de los soldados republicanos que habían estado en ese frente les cambiaron el uniforme y se fueron a combatir con quienes hasta entonces habían sido sus enemigos».
Las cartillas de Matemáticas en las que los problemas son multiplicaciones de proyectiles y cañones, el bibliobús que repartía libros en el frente republicano, los objetos que aparecieron junto a los cadáveres de quienes fueron objeto de la represión en ambos bandos -desordenada en uno, sistemática en el otro-, la estremecedora carta de una de las 'trece rosas', el diario de un soldado reclutado por los nacionales que se permite criticarlos y que terminará por costarle la vida, las cartillas de racionamiento, el tabaco que se convirtió en uno de los bienes más preciados y en moneda de cambio. Todo eso muestra el drama a ras de tierra de una guerra desencadenada por un golpe de Estado que sumió al país en un drama del que aún se habla más de 80 años después.
«En España hay muchos lugares sin memoria y muchas memorias sin lugar», escriben los autores del volumen. Y hay tantas cosas que iluminan la vida cotidiana en el frente con una crudeza inimaginable. Por ejemplo, un bien preciado para soldados cuya alimentación era muy pobre y se componía básicamente de legumbres y pan hecho con harinas rancias. Una dieta así generaba tal estreñimiento que los soldados recurrían a procedimientos salvajes para extraerse las heces. No extraña que, en ese ambiente, hubiera algo más valorado incluso que el tabaco: un buen laxante.
Antonio Cazorla y Adrian Shubert son los editores de 'La Guerra Civil Española en 100 objetos, imágenes y lugares'. Ambos imparten clase en Canadá. Shubert nació allí, Cazorla vive desde hace 20 años y antes estuvo otra década.
- ¿La distancia sigue siendo conveniente a la hora de escribir sobre la Guerra Civil?
- Shubert: Es conveniente, sí, porque da otra perspectiva.
- Cazorla: Los debates que aquí se dan sobre la Guerra son en clave de política local y nosotros estamos distanciados de eso.
- ¿Qué aportan a estas alturas los hispanistas extranjeros o residentes en el extranjero que no aporten los nacionales?
- C. Este es un país próspero, moderno y democrático y creo que podemos permitirnos verlo todo con calma.
- S. Nuestro ambiente diario es distinto. Estamos más preocupados por las cuestiones historiográficas, y relativizamos y vemos las cosas desde una perspectiva más amplia.
- En EE UU la Guerra de Secesión sigue siendo objeto de polémica. ¿Cuánto puede durar el interés por la nuestra?
- C. La Guerra Civil es menos polémica que aquella porque no tiene un componente racial. Pero yo pediría a los políticos que dejaran la guerra a los profesionales.
- S. El caso de Grecia es incluso peor, está mucho más crispado el debate. En Finlandia aún se está cerrando, y en la entrada al museo del Ulster se dice que hay una historia común pero memorias distintas.
- ¿Finalizará este siglo y se seguirá hablando de la Guerra Civil?
- C. El pasado cambia continuamente. Lo que nos interesa cambia, y con ello, los enfoques. ¿Qué será lo importante a finales del siglo XXI?
- S. Se seguirá hablando, seguro. Pero confío en que no forme parte del debate político. Aunque en EE UU es ahora un arma política en mayor medida que hace 50 años.
- ¿Cómo surgió la idea de hacer una historia así?
- S. Todo empieza por un trabajo que encargué a mis alumnos. Tenían que buscar un objeto de la guerra y hacer un comentario. A partir de ahí, hablé con Antonio para ver qué podíamos hacer. Y la etapa siguiente, tras el libro, será un museo virtual de la Guerra Civil, que abrirá en septiembre.
- C. Sobre todo, hay que desdramatizar. Hay gente traumatizada aún por la Guerra Civil, pero la sociedad no lo está.
- Muchos de los objetos que aquí aparecen seguramente también estarían presentes en la Segunda Guerra Mundial.
- C. En los países ocupados durante la SGM se vieron cosas parecidas. Aunque los objetos que hemos seleccionado muestran una guerra muy ideologizada, mientras la SGM fue una guerra de estados. Ahora bien, dentro de esa guerra también hubo varios conflictos civiles.
- ¿Cuáles son los objetos más especiales para ustedes?
- S. Los que se llevan al frente los soldados: colonia, orinales...
- C. Esas balas hechas en EE UU y vendidas a Inglaterra, que envía las que le sobran en la Primera Guerra Mundial a los contrarrevolucionarios de la URSS. Luego los bolcheviques se deshacen de ellas mandándolas a España, donde finalmente se disparan.
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