Una ilustración de Ramón y Cajal, en su laboratorio, por Óscar del Amo.

Ilustrar la vida del científico dibujante Ramón y Cajal

El vallisoletano Óscar del Amo ilumina la biografía para niños del Premio Nobel español que publica Planeta

Victoria M. Niño

Valladolid

Sábado, 6 de enero 2024, 00:03

No fue un estudiante ejemplar, ni tampoco un científico vocacional. Ramón y Cajal conocido en su pueblo, Petilla de Aragón, como Santiaguín era travieso, corretón, curioso. Teniendo el mundo para explorar no encontraba el sentido a estar encerrado en la escuela. Ese niño al que ... metieron interno, infructuosamente, y al que el padre médico recetó ser aprendiz de zapatero para que conociera un oficio mostró querencia por el dibujo y pasión por la lectura –robaba los libros a su vecino panadero–.

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En primera persona, Santiaguín cuenta todo esto en '¡Viva Cajal!', un álbum biográfico que publica Planeta con texto de Belén Yuste y Sonnia Rivas-Caballero e ilustraciones del vallisoletano Óscar del Amo.

El también diseñador gráfico tiene media docena de biografías conmemorativas de alguna efemérides en la estantería. En esta colección es la tercera que aborda, tras la de Magallanes y Elcano y la de Nebrija.

«Este ha sido más complicado. Resulta más fácil contar la aventura de los navegantes, que podría ser la de 'La isla del tesoro', que esta aventura científica en la que tenía que explicar la pasión por el dibujo de Ramón y Cajal. Su deseo era ser dibujante, también inventor, patentó un cañón. Ypoco a poco fue deslizándose desde su condición de médico a la de científico», explica Del Amo. «Hay que hacer entender al niño que Ramón y Cajal fue como ellos, con una afición muy concreta. Hay chavales que anhelan ser Messi, él quería descubrir y ese deseo se encarriló en la ciencia».

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'¡Viva Cajal!' alterna páginas de ilustración completa con dibujos de episodios intercalados con el texto. La caracterización caricaturesca de los personajes es marca del creador vallisoletano que da vida, en este caso, a un niño grafitero.

Santiago terminó por estudiar medicina, como su padre, pero como quería viajar, se hizo médico militar y marchó a Cuba. Allí le horrorizaron las condiciones sanitarias y él mismo enfermó, lo que le trajo de vuelta, al balneario de Panticosa. Pronto montó un laboratorio en su casa para investigar sobre la vacuna del cólera. En un viaje a Madrid aprendió, en casa del doctor Simarro, la técnica de teñir tejidos para poder ver el tejido neuronal, la tinción de Golgi. Del Amo es eficaz con la narración realista así como con la abstracción conceptual del científico que imagina conexiones neuronales. Aquel sueño probado en el microscopio le valió al aragonés el Premio Nobel de Medicina.

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