Humor, ciencia ficción e historia son los tres mimbres con los que Ignacio Galaz Ballesteros ha dado el salto del relato a la novela. El escritor burgalés, autor de un historia de la literatura universal que va entregando por tomos a la imprenta, ha publicado 'Yo anduve con un viajero en el tiempo' (Tandaia).
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El viaje lo pilota un viejo profesor de física y el acompañante es su mejor alumno. «Construye una máquina del tiempo algo chusca, con la que solo quiere ir al pasado pero no puede precisar el tiempo al que se dirige», explica Galaz que echa mano de su afición a los coches y recrea un mecano en un Ford T histórico. «Hacen varios viajes. Uno al Burgos del siglo XIII, en plena construcción de la catedral, y otro a un frente de la I Guerra Mundial». Aunque el tono irónico domina –«el humor te da más libertad para fabular»–, los destinos viven situaciones dramáticas. «Pesan también las lecturas. Por ejemplo, me impresionaron mucho los 'Cuadernos de guerra', de Louis Barthas, y en el viaje a la Guerra Mundial se dejan ver. Pero también me gusta Wells. 'Don Quijote' o 'Tristan Shandy' son mis libros de cabecera».
Nicomedes Alción, el profesor, tiene, a pesar de la pasión por la ciencia, una motivación romántica. Revisita el pasado buscando a su esposa muerta. Julio Marmolillo, su alumno, tiene fe ciega en él, aunque a veces topen con las insoslayables leyes físicas. En medio, un guiño a una novela desconocido pero entre sus preferidas, 'La vida perra de Juanita Narboni', de Ángel Vázquez, español tangerino.
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