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«Aquí vivió Cervantes», dice el relieve que se asoma a las piedras de esta casa de la calle Rastro, hoy convertida en museo, en la que Miguel de Cervantes vivió durante su estancia en Valladolid. El siglo XVII estaba recién estrenado. La Corte se había establecido en la ciudad del Pisuerga (y del Esgueva). Y el escritor vivió en Valladolidlas mieles de un libro publicado en 1605, considerado como la primera novela moderna, y que mantiene cuatro siglos después su categoría de mito y cumbre de las letras.
La melodía cervantina de 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha' se escuchó este jueves, desde las 13:00 horas, en los jardines de la Casa Museo del escritor. Rocío Ruiz puso voz al prólogo del Quijote, en un acto que comenzó con la intervención de Alberto Campano, director en funciones de la institución, quien recurrió a las reflexiones de Pedro Salinas y Miguel de Unamuno para explorar la «cuerda locura» del inmortal personaje, para «indagar en la naturaleza del héroe», para adentrarse en una obra «a la vez antigua y contemporánea, con reflexiones a las que podemos volver una y otra vez, como individuos o como grupo humano».
Campano recordó que el Quijote –«dualidad entre el heroísmo y las chanzas»– es una obra trascendental, «tan leída y consultada como la Biblia», con un protagonista que creía que era verdad lo que tan solo era hermosura. «Por nuestro bien, sacrificó su juicio y llenó su cabeza de hermosos desatinos», recordó Campano, en un acto que contó con la presencia del cardenal Ricardo Blázquez y de la Corporación municipal.
El alcalde, Óscar Puente, recordó que este acto institucional se celebra en Valladolid «desde hace décadas», para rendir honores a un vecino ilustre y, por extensión, al libro y la cultura, que requieren su «defensa, protección y promoción como valores esenciales de las civilizaciones».
El regidor aprovechó además que en este 2022 se cumplen 500 años del fallecimiento de Elio Antonio de Nebrija, para recordar que gracias a él (autor de la primera gramática castellana)se dio «un paso de gigante en la difusión y transmisión»de esta lengua a ambos lados del océano Atlántico. Y al quedar también fijada la palabra, se acentuó el «carácter liberador de la lectura». «Pero todo lo que el libro tiene de esencial lo tiene de vulnerable»;por eso, apuntó, es tan necesario preservarlo, «porque la lectura nos conservará libres».
El museo vallisoletano se ubica sobre las cuatro casas que el arquitecto Juan de las Navas construyó, en 1601, en la calle del Rastro de los Carneros. A su llegada a Valladolid en la primavera de 1604, Cervantes –que trabajaba como recaudador de impuestos– alquiló la casa del número 9 de la calle. Allí vivió junto a su mujer, sus hermanas, su hija y su sobrina. Las Cervantas, las conocían en un Valladolid que comenzaba a descubrir las aventuras de Don Quijote.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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