![«Me gusta escribir cosas asquerosas y preciosas de la forma más perturbadora»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202201/25/media/cortadas/Virginia%20Feito_by_Pilar%20Hormaechea-kNzD-U1606531501705bD-1248x770@El%20Norte.jpg)
![«Me gusta escribir cosas asquerosas y preciosas de la forma más perturbadora»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202201/25/media/cortadas/Virginia%20Feito_by_Pilar%20Hormaechea-kNzD-U1606531501705bD-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Como nadie es profeta en su tierra, a Virginia Feito el éxito literario le ha tenido que llegar del mundo anglosajón para que se le abran las puertas de la cultura de par en par. Nos habla de la nostalgia perturbadora de los clásicos mezclada ... con algún elemento actual y un poco turbio: así, ella le mete su «toquecito mórbido y perturbador» a Patricia Highsmith, a Shirley Jackson e incluso a la 'Rebeca' de Daphne du Maurier filmada por Hitchcock. No ha querido ubicar temporalmente la historia de 'La señora March'(editado por Lumen) porque a Feito lo que le atrae es la ambigüedad de esta historia con vocación de homenaje.
–La señora March es una finísima entomóloga de todo lo que sucede a su alrededor. ¿Puede tanta sensibilidad maridar bien con el horror?
–Sí, absolutamente. Y, de hecho, esa parte está inspirada en mí, porque yo lo soy también, soy una persona muy sensible, muy obsesiva, muy observadora y soy capaz de meterme en un bucle autodestructivo por haber dejado demasiada propina, por ejemplo, a un mensajero, o con cosas muy pequeñas, pero es que me encanta encontrar el terror y la angustia en lo cotidiano, algo que me ha inspirado mucho Shirley Jackson: cuando solo subirte a un taxi puede ser de repente lo peor que te ha pasado en la vida y puede ser turbio. Así que eso ha sido culpa mía, creo que le he dado esa cualidad mía a la pobre mujer y la he torturado.
–El señor March, George March, es un novelista de éxito y eso también afecta a la vida cotidiana del matrimonio. Cuando el éxito literario irrumpe en el hogar tan bruscamente, ¿lo puede alterar?
–Espero que en mi caso sean buenas alteraciones (risas), pero en el de esta pobre mujer así es: empieza a verse reflejada en un personaje ficticio que ha creado su marido en su último libro, un personaje horrible, humillante, patético, que para ella es su talón de Aquiles y la confirmación de sus temores de que todo el mundo la odia, le desea mal y cree que es patética y ahí es donde se empieza a romper la psique de esta mujer.
–Si tuviésemos la mirada de Ray Milland en 'El hombre con rayos x en los ojos', y pudiésemos ver en el interior de todos los hogares pluscuamperfectos, ¿qué podríamos encontrarnos?
–Sería terrorífico y yo prefiero no saber. Lo curioso es que a la señora March le encantaría tener estos rayos x para saberlo todo de todo el mundo, excepto de sí misma: le falta profundizar sobre sí misma, sus valores, su identidad, sus prioridades, en vez de hacerlo tanto sobre los demás. Todos pecamos de eso a veces, pero ella lo lleva al extremo.
–¿Cuanto más perfecta quiere aparentar ser una persona, más horror esconde en su interior?
–Efectivamente. Me fascina ese contraste muchísimo, me encanta escribir cosas preciosas y también asquerosas y trasladárselas al lector de la manera más perturbadora posible. Probablemente esté un poco perturbada yo misma, pero ese contraste es algo que me maravilla, que me encanta. Si todo fuese de una sola manera o de otra, me aburriría un poco más.
–¿Hasta qué punto es importante la niñez, el legado familiar, el peso del pasado y un cierto estilo de vida en la génesis de un personaje tan perturbado?
–Me encanta analizar cómo se crea una identidad, de dónde vienen nuestras personalidades diferentes, si vienen de nuestros padres o no… Todas las decisiones que tomamos en nuestra vida van creando pequeños trozos del puzle que es nuestra personalidad y me encanta explorarlos, analizarlos y ver si todo es educación o es que uno nace así. O una mezcla.
–Tanto en su versión inglesa como en la española, ¿le ha gustado cómo ha quedado la edición?
–Me hace casi más ilusión estrenar el libro en mi hogar, en mi casa, en España, que fuera. Estoy muy nerviosa, casi más que cuando apareció reseñado en 'The New York Times'. Y con respecto a las cubiertas, me parecen a cada cual más preciosa, creo que la española es mi favorita. Además, en esas cubiertas también había que mantener las apariencias: todo ha sido adrede. Lo estoy viviendo, en cualquier caso, con ilusión absoluta, sorpresa superemocionante y, en el fondo, me siento mal por no haberle dado antes una oportunidad a Madrid.
–Los derechos de traducción de 'La señora March' han sido vendidos en reñidas subastas y Blumhouse Productions ha comprado los derechos audiovisuales para adaptarla al cine con Elisabeth Moss. ¿Cuál es su participación en el proyecto?
–Blumhouse Productions es una barbaridad, sobre todo en el ámbito del cine de terror, y la maravillosa e increíble Elisabeth Moss no solo será la protagonizaría, sino que entraría como productora. Yo escribiría el guión porque Elisabeth quería que fuese yo, por lo menos hasta verlo y darse cuenta de su terrible error (risas). Estamos cerrando con los estudios para ver quién se va a encargar de distribuir la película y la cosa avanza.
–En Nueva York trabajó en la agencia de publicidad del canal Nickelodeon, y proyectó guiones para Mattel, Barbie, Lego, gracias a una beca del programa de posgrado de dos años de Miami Ad School. ¿Qué se trajo de la Gran Manzana en 2011?
–De Nueva York me traje su cultura, las películas de Woody Allen y Nora Ephron, 'Eyes Wide Shut' de Kubrick –aunque esté rodada en Londres– y esa nostalgia que me hacía sentir a salvo y que, por otro lado, me gustaba destrozarla por dentro. Hice muchos viajes antes a Nueva York con mi familia e íbamos de tiendas –FAO Schwarz, Ralph Lauren, hotel Palace…– y subíamos y bajábamos la Quinta avenida: en una juguetería mi padre me compró una muñeca a los once años. Es la ciudad que más me recuerda a Madrid por su luz, que me hacía sentir sin miedo alguno, a diferencia de Londres y París, donde también he vivido. Me hubiese gustado vivir en algún barrio de viviendas Brownstone en el West Village, pero me gusta mucho Madrid.
–Ha escrito el libro en inglés. ¿Cómo aprendió a hacerlo?
–Leyendo literatura gótica, que reforcé en la universidad, desde Dickens a las hermanas Brontë, pasando por la literatura clásica británica u obras como 'El jardín secreto' (1911), de Frances Hodgson Burnett; para 'La señora March' en concreto me sirvieron de inspiración las protagonistas de los cuentos de Shirley Jackson: mujeres que un día ya no se reconocen en un espejo, que no reconocen ni a su marido, y que tienen además de ese sarcasmo lejano una tortura doméstica y angustiosa. Me gusta mucho también 'Matilda' (1988), de Roald Dahl. Tuve además un magnífico profesor de inglés: el escocés Paul McNally, del King's College.
–¿Qué diferencias aprecia en cuanto a costumbres editoriales y lectoras entre el Reino Unido y España?
–Creo que el mundo del libro es muy parecido en todos los países, aunque sí es verdad que en el mundo anglosajón, especialmente en los Estados Unidos, me sorprende el 'show' de las subastas de manuscritos. Con respecto a la cultura de leer, creo que es tan fuerte aquí como pueda serlo en Londres, pero allí la gente va leyendo en el metro, por ejemplo, y aquí somos más expansivos, la familia es más importante, así como la conexión social y humana. Hay mucha gente culta e intelectual en este país nuestro y lo estoy redescubriendo ahora.
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