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Hay libros que pueden servir como guía de viaje, y otros muchos pueden ser el detonante para buscar información sobre lugares lejanos que merecería la pena visitar. También los hay que hacen pensar en todo lo contrario: allí no, ese rumbo mal, lo mejor sería evitar ese camino, pobre de quien se vea en semejante entorno... Estas lecturas son precisamente de esas, de las que ponen a las personas en lugares en los que no querrían verse. Y no todas son distopías.
'Sinsonte'. Walter Tevis. Impedimenta
Un robot triste rodeado de gente que no sabe leer
Un verso resuena en la mente de uno de los personajes: «Solo el sinsonte canta en la linde del bosque». Es raro que este tipo, habitante del Nueva York de dentro de unos tres siglos, sepa algo de poesía, porque para esa fecha los humanos son unos seres acabados, que no se reproducen –por obra y gracia del Gobierno– toman drogas legales a todas horas, se inmolan en grupo y no saben leer. ¡No saben leer! ¡No saben lo que es disfrutar con ninguna de las expresiones del arte! Un dechado de virtudes, vaya, en un planeta en el que solo los robots permanecen casi inmutables. Entre ellos hay un Máquina Nueve: el robot perfecto, el más inteligente, el más bello, el más fuerte... y el más triste de todos, apesadumbrado por todos esos talentos que le dieron para nada, porque solo espera el fin de la Humanidad para liberarse de una vida que no es vida.
'Ustedes brillan en lo oscuro'. Liliana Colanzi. Páginas de Espuma
Expuestos a la radiación
Los cuentos de la boliviana Liliana Colanzi, que ganó el Premio Ribera de Duero de relato hace unos meses, se desarrollan en esos extraños lugares que lo mismo podrían ser el futuro lejano que el que encontraremos dentro de unos días. E incluso un pasado reciente. Porque la exposición a la radiación que se cuenta en el relato que da título al libro ya se ha dado más de una vez en más de un sitio, y ha marcado la vida de mucha gente. Esa ciudad del altiplano cuya vida está supeditada al negocio de una central nuclear –lo que sume a algunos en la desidia y a otros en cambio los mueve a rebelarse contra el sistema aun a costa de morir– no parece tan irreal. Historias así se leen de vez en cuando en los periódicos, desde Goiânia (Brasil) a Chernobil (Ucrania), pasando por El Alto (Bolivia).
'Maddaddam'. Margaret Atwood. Salamandra
Un virus en un mundo hiperconectado
Margaret Atwood comenzó a publicar en el año 2003, veinte años después de 'El cuento de la criada', 'Maddaddam'. De nuevo retrata un futuro distópico, con la diferencia de que aquí apenas queda gente porque a algún listo se le ocurrió, en aras de su propio negocio y de demostrar lo muy pero que muy poderoso que era, hacer correr por ahí un virus terrible que lo destruyó casi todo en un mundo globalizado, hiperconectado. También creó animalejos que ahora corren asalvajados por lo que antes fueron calles y hasta una nueva forma de vida 'humana' que se conforma con bastante menos que la especie anterior. Para reflexionar sobre el ritmo de vida actual –¿cuántas de estas cosas extremas que cuenta la autora se parecen algo a lo que hacemos hoy?– y reírse un rato con ese sentido del humor tan peculiar que tiene, ahí están 'Oryx y Crake', 'El año del diluvio' y 'Maddaddam'. Ya hay anunciada serie de televisión.
'Quién teme a la muerte'. Nnedi Okorafor. Crononauta
La violación como arma de guerra
Okorafor es una autora nigeriano-americana con amplia experiencia en la ciencia ficción, tanto que ha ganado premios como el Nebula, el Hugo y el World Fantasy Award. La perspectiva cambia, con respecto a lo que estamos acostumbrados a leer por aquí, porque nos lleva a algún rincón de África y mezcla la visión del futuro posapocalíptico con las tradiciones, las creencias, el misticismo de su país de origen. Así es como nace en el desierto Onyesonwu, una niña concebida porque un hombre de la raza dominante (de color arena, labios finos y nariz delgada) violó a una mujer nómada de la raza sometida (de piel oscura, labios y nariz gruesos). La violación como arma de guerra no es lo único que toma de la realidad. Onyesonwu acepta que le practiquen la ablación para sentirse parte del grupo, que la margina por su origen. Y se mueve entre chamanes sanadores, mercados y dunas.
'Expreso al paraíso'. Mark Vonnegut. Libros del Kultrum
Demasiada droga en la comuna
En la época en la que todo el mundo –a ver, los jovencitos jipis, a menudo hijos de la burguesía– quería ir a California, el hijo de Kurt Vonnegut puso rumbo a la Columbia Británica. El lugar es precioso, está alejado de toda urbe, hay que tomar un trasbordador para llegar al centro de la naturaleza, donde las estaciones son todas distintas y los animales campan a sus anchas. Ideal. Por el gran ventanal de la comuna que construyen Mark y sus colegas, solo pasa el paisaje. El problema es que el chaval se vuelve loco. Demasiada droga y demasiada desesperanza, describe en este libro cuya siguiente parada es un manicomio de New Westminster, la ciudad más antigua del oeste de Canadá, a la orillita del río Fraser. ¿Bonito? Sí, pero Mark no pudo disfrutar mucho de las vistas. 'Expreso al paraíso' es el relato de esa experiencia que para él salió bien: se recuperó, se hizo pediatra y formó una familia.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
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