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Fruto del trabajo conjunto de un equipo formado por el paleógrafo José Manuel Ruiz Asencio, el historiador del derecho Félix Martín Llorente, y los filólogos José Ramón Morala y José Antonio Bartol, el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua trae a la actualidad el ' ... Fuero de Brañosera'. Apenas unas líneas para redactar una carta puebla del siglo IX que ahora se presenta trasladada al castellano actual y acompañada de un poderoso estudio crítico. Un texto medieval en el que el conde Munio Núñez, ascendiente directo del mítico Fernán González, da carta de libertad a cuatro pioneros para establecerse en este «nido de águilas» palentino, en la frontera con los reinos musulmanes. Un documento que el director del Instituto, Gonzalo Santonja, interpreta como «un certificado de libertad en España, cuando Europa se hundía en las nieblas más oscuras de la Edad Media». Y una traslación al castellano de hoy del texto fundacional del que presume de ser el municipio más antiguo de España.
Nos situamos en el 13 de octubre del año 824. Alfonso II el Casto, rey de Asturias, ejercía la segunda parte de su reinado en un territorio que llegaba hasta la Montaña Palentina. Tierras que pertenecían al conde Munio Núñez, en la avanzadilla del reino.
– ¿Qué le llevó al conde a otorgar esta carta de libertad para los pobladores de Brañosera?
– Estamos un momento de muchísima incertidumbre. Los focos cristianos del norte han empezado a respirar, pero sólo eso. Falta mucho para que los cristianos puedan llegar al Duero y sentir una relativa seguridad. Precisamente por eso el conde Munio Núñez y su esposa, Argilo, les dan tantos derechos a quienes se atreven a poblar Brañosera. Aquellos hombres de jugaban la vida segundo a segundo, por la proximidad de los ejércitos musulmanes y porque además Brañosera era en aquel momento un territorio puramente selvático, donde había osos montaraces, osos de verdad, y todo tipo de animales salvajes. De manera que las cinco familias que se aventuran a poblar Brañosera son muy valientes. Y al ser personas que hacen una apuesta tan decidida, el conde tiene que dispensarles prácticamente de todo tipo de obligaciones.
– Valerio, Félix, Zonio, Cristóbal y Cerbello, los cinco pioneros, con sus familias.
– Con sus familias: eso es muy importante. Porque si nos vamos al texto latino conservado se dice: «atque universa sua genealogia», o sea, que reconoce igualmente el derecho de sus mujeres, y de sus descendientes. De manera que estamos ante una carta puebla muy igualitaria. A todos ellos les da «el lugar que se llama Brañosera, con sus montes, sus cursos de aguas y fuentes, frutos de los valles y todos los árboles frutales». Y es muy curioso, porque al hacer esta edición Ruiz Asencio ha tenido la inquietud de contrastar los límites que se definen en el fuero de Brañosera con los límites de Brañosera actual, y prácticamente coinciden. Las diferencias son porque a lo mejor a nosotros nos falta algún topónimo. Pero son mínimas. Verdaderamente es interesantísimo cómo esa comunidad de hombres libres se ha perpetuado hasta nuestro tiempo.
– ¿Conocían suficientemente el fuero los castellanos y leoneses?
– Siempre se ha dicho, y así está reconocido por las Cortes de Castilla y León, que se trata de un fuero muy importante. Pero yo me hacía una pregunta: ¿Y quién lo ha leído? Nadie. La carta puebla de Brañosera ha sido verdaderamente azacaneada en la historia, y lo difícil es que se haya conservado lo que se ha conservado hasta hoy. Preparando la edición de las 'Glosas silenses', yo me preguntaba también: ¿cómo es posible que esos monasterios, como Silos o como Cardeña, tan impresionantes y tan importantes, hayan podido ser arrasados y saqueados? Y entonces hice una comprobación: durante los 45 años que transcurren desde que el monasterio de Silos es desamortizado hasta que llegan los frailes franceses que restituyen allí la vida espiritual, en España hay 71 gobiernos. Un gabinete de Olózoga apenas duró nueve días, otro de Pi y Margall se quedó en siete, y el de Pascual Madoz únicamente en cuatro. En 45 años tres reyes, varios regentes, dos guerras carlistas, nueve golpes militares, infinidad de asonadas, una primera república… Si los gobiernos muchas veces no tenían tiempo ni de sentarse, evidentemente estaba todo desprotegido…
– Lo que se llevaron de esta tierra…
– En esos momentos a los franceses, a los ingleses, a los alemanes, que tenían un grado de desarrollo muy distinto, la situación de nuestro patrimonio les interesaba mucho. Todas esas bibliotecas, esos lienzos, esos órganos… Y luego llegan los coleccionistas norteamericanos, a finales del siglo XIX y comienzos del XX… Campaban aquí a sus anchas. Los templos quedaron a la intemperie, y la gente del pueblo les vendía todo. En España ha habido siempre un problema, y es el problema de los políticos… No protegieron nada, todo eso quedó al pairo, y lo sorprendente son las cosas que aún así se han conservado.
– ¿Ha sido siempre la política un problema para el patrimonio artístico y documental?
– De distinta manera en cada tiempo, pero sí, siempre ha sido un problema.... Ahora se trata de controlar las instituciones y las pocas entidades independientes que quedan. Los partidos nuevos, que se proclamaron alternativa al bipartidismo, tienen mucha prisa, no se andan con miramientos y también aquí están tejiendo su red. A Íñigo Errejón se le escapó cuando dejó caer eso de «dejar sembradas las instituciones para refugiarse cuando gobierne el adversario»…
– Pero volvamos a las vicisitudes del fuero de Brañosera…
– Sí. El original de la carta puebla, no se sabe por qué, es muy difícil de documentar. Desaparece de Brañosera en un momento dado y en el año 1615 un fraile, Prudencio de Sandoval, lo publica. Ha ido a parar a Cardeña, nadie sabe por qué. Nosotros partimos de esta edición de 1615. El documento podía haber caído en manos de alguien sin conocimientos y la edición hubiese sido un desastre, pero fray Prudencio de Sandoval era un fraile muy culto. Él manejó no el original, sino una copia del siglo XI, que posiblemente se haya hecho en el mismo Brañosera, por un clérigo rural. El original fue teniendo distintas reactualizaciones, y hay más copias en el medio. Lo que fray Prudencio utiliza es una copia en un latín muy deteriorado, que honestamente es muy difícil de entender. Por eso digo que el fuero en realidad no lo había leído nadie… Por ejemplo, en el texto del siglo XVII se dice «inter orsibus et venationes», que se traduce como «entre osos y venados», pero esto no es lo que dice aquí, porque en latín osos es «ursus». Lo que ocurre es que el clérigo que está copiando ya se ha dado cuenta de que a los «ursus» se les llama osos, y lo que hace es latinizarlo… y ahí se le escapa el romance.
– En la edición del Instituto el texto llega hasta el castellano actual…
– Claro. Lo que nosotros hemos hecho, porque creemos que éste es un texto que tiene que estar al alcance de todo el mundo, es un traslado –yo nunca digo traducción– al castellano actual, impreso en páginas de distinto color. De manera que podamos decirle a una persona que no habla bien el latín: entérese bien de lo que dice, vaya al castellano actual, y de aquí, si quiere, tenga la curiosidad de ir al texto original. Por poco latín que se sepa, ya es una cosa muy curiosa.
– ¿Qué valor tiene hoy el fuero?
– Es un texto original del año 824 que llega a nuestros días después de muchas confirmaciones de los descendientes del conde Munio. Apenas 43 líneas, un folio y medio, ¿no? Bien, pues este documento tan pequeño tiene sin embargo una importancia excepcional. Porque habla ni más ni menos que del comienzo de las libertades. Aquí hay unas personas que adquieren la libertad a riesgo de su vida. Unos señores que vivían como súbditos y de repente tienen la oportunidad de ser hombres libres. Luego, este texto tan pequeñito tiene también mucha importancia histórica. Félix Martínez Llorente lo explica con sabiduría: a través de las sucesivas confirmaciones, esta carta acredita el linaje de Fernán González, el fundador mítico de Castilla, al menos hasta los condes otorgantes, Munio Núñez y Argilo. Fernán González nació casi noventa años después de la carta puebla, y documentalmente noventa años, en esa época, es mucho tiempo. Así que gracias a esta carta, la genealogía mítica de Fernán González se sustituye por una genealogía histórica. Parece increíble que un documento tan breve registre tanta importancia, tanto histórica como institucional y jurídica. Brañosera es fascinante.
– ¿Y con respecto a la filología?
– Pues la carta plantea también muchos retos filológicos. Es copia de copia de copia… y ahí cabe estudiar las pervivencias del romance. En ese sentido Morala y Bartol han hecho un trabajo extraordinario, en la medida de lo posible, claro. Siempre que hablamos de los orígenes del romance hablamos de León y de Burgos. Con este documento, estamos incorporando también a Palencia.
– ¿Tiene el Instituto algún otro proyecto de 'rescate' entre manos?
– Hay mucho por rescatar… Tenemos por ejemplo un cartulario completamente inédito, el de Froncea, que es un monasterio burgalés muy menor, del que queda apenas un paredón. El cartulario ha aparecido en la Universidad de Oviedo, en la biblioteca de Roque Pidal, que perteneció a la familia que tuvo entre sus manos el manuscrito del Cid… La Universidad de Oviedo compró una parte de esa biblioteca. A mí me avisó una colega de que había aparecido un cartulario en castellano, y ese cartulario, completamente inédito, es muy interesante, entre otras cosas, porque en él hay muchos documentos de Atapuerca, lo cual –como ya nos pasó con Cardeña–, refuerza a Burgos como ciudad de orígenes.
– Será trabajo para un nuevo equipo...
– En Castilla y León hay una serie de personas muy sabias. Lo que hace falta es juntarlos, porque un lexicógrafo se siente inseguro si no trabaja con una transcripción paleográfica rigurosa, y al mismo tiempo un lexicógrafo a un paleógrafo le refuerza mucho. Y en el caso de Brañosera, la aportación de un historiador es fundamental. La labor del Instituto es ésa: hacer equipos de trabajo compactos y tener reuniones periódicas donde todos los conocimientos se pongan en común. Y al ponerse en común mutuamente se iluminan. Y se multiplican.
ueros, cartularios, tratados... El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua tiene ya en cartera nuevos proyectos, que aportarán nuevas visiones de algunos documentos fundamentales de la comunidad. «Estamos ya trabajando –dice Santonja– en un fuero que a mí me interesa mucho, que es el fuero Andaluz, que es esa zona de Soria tan curiosa, del río Andaluz. ¡Qué interesante sólo el nombre! Es un fuero latino del 1086, que está transformado al romance en el siglo XIII. Yo me pongo a leerlo y veo muchas cosas que me llaman la atención. Y estamos preparando también, y esas sí van estar acabadas pronto, dos ediciones más. Por una parte, el 'Tratado de Cabreros', que es el primer documento civil en romance, y por otra, la 'Nodicia de Kesos' leonesa, de Rozuela, del 974. Con la 'Nodicia' pasa lo mismo que con el 'Fuero de Brañosera': sí, es muy importante, pero a ver dónde se ve una edición que una persona común pueda manejar. Y que le responda a todo: de qué época es, cómo se ha transmitido, cuáles son sus principales características…
De nuevo, la necesidad de aunar el rigor con el afán divulgativo. «Nuestra obsesión –añade el director del Instituto– es que un lector medio lo pueda disfrutar y pueda sentir ese documento como suyo. Y el 'Tratado de Cabreros', claro, está lleno de castillos, de topónimos que nadie sabía identificar. Y ahora se ha inventariado todo. En este caso hablamos de Valladolid, de Cabreros del Monte. Doña Berenguela es hija del rey de Castilla y está casada con el rey de León. Con ese motivo su padre le da una dote cuando se casa. El papa Inocencio III los excomulga, porque tienen una relación de parentesco entre ellos, y les obliga a separarse. Y en el momento de separarse hay que discutir todas estas cosas de la antigua dote… Por ese motivo se describen tan minuciosamente todas sus propiedades. Además, ya han localizado otro catálogo de Cabreros, es decir, que sólo se conocía una versión, y ahora tenemos dos. Va a tener grandes novedades».
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