María Larrea. Borja Cuervo

María Larrea, escritora

«Nuestra generación quiere entender por qué está entre dos mundos»

La escritora debuta con 'Los de Bilbao nacen donde quieren', una novela autobiográfica sobre identidad y secretos familiares que presenta esta tarde en la Casa de Zorrilla

Samuel Regueira

Valladolid

Miércoles, 6 de marzo 2024, 12:25

A ritmo de la entusiasmada música de Goran Bregovic y atenta ante las frenéticas imágenes de Emir Kusturica, veía a los doce años María Larrea 'El tiempo de los gitanos' cuando supo que quería dedicarse al cine. Estudió en La Fémis y, después de varios ... cortos y tras descubrir su adopción, resolvió acometer su primer largometraje con la historia de este hallazgo. Sin embargo, y a pesar de conseguir una productora y unos actores, el proyecto no fructificó. Por ello, Larrea decidió destruir aquel guion y recomenzarlo desde cero, con códigos netamente literarios, en la obra 'Los de Bilbao nacen donde quieren' (Alianza), una novela sobre la identidad, secretos familiares, niños robados, emigración y sentirse de varios mundos a la vez, que la autora presenta este miércoles en el programa Valladolid Letraherido, en la Casa de Zorrilla.

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«Tenía una necesidad de investigar sobre mi identidad biológica, ordenar el caos, es algo que requiere todo artista para avanzar en la existencia», explica Larrea (Bilbao, 1979). Su novela vertebra tres voces en respectivas líneas narrativas: está su otra yo novelada, María, que empieza a descubrir los secretos familiares que se esconden detrás de quienes la han criado toda la vida. Es también la de su madre, Victoria, abandonada en un convento al poco de nacer. Y es la de su padre, Julián, hijo de una prostituta que crece en un internado.

«Me interesaba la idea de cómo tres huérfanos de la misma nación pueden formar una familia en la Francia de los años ochenta», explica la autora. «Quise empezar con ellos y dedicarles las mejores palabras y la mejor literatura que fui capaz de concebir; sobre todo con la historia de mi madre, que paradójicamente apenas puede leer y escribir», señala. El germen de aquel guion fallido, despersonalizado tras todas las aportaciones de productores y asesores que guiaban al texto hacia la plasmación en un largometraje, volvió a cristalizar con las ideas, miedos y obsesiones más personales de la escritora: «Mi voz es una línea que habla de la mezcla, del problema del lugar y de la identidad, de sentirte a la vez pobre y pija, hija biológica y de adopción, de Francia y de España…». Por eso su libro es comedia y tragedia, y es también pasado, presente y futuro: «Descubrí que mi voz era plural, que era muchas voces, y encontrarla ha sido como girar el dial de una radio en busca de una emisora concreta».

Una voz generacional

En esta primera novela, escrita a lo largo de más de dos años y desde la clandestinidad por la vergüenza tras el fracaso de la película y anteponer el cuidado de sus hijos, Larrea afirma no haber buscado expresar una voz generacional: «No pensé mientras trabajaba en que más gente se pudiera sentir identificada», admite. «Tan solo concebía a una persona que fuera una mezcla de mí misma y un lector desconocido, alguien que quisiera seguir pasando las páginas que yo escribía, y que en ellas al mismo tiempo hubiese algo que salía de mis tripas para que me empujase a escribir lo siguiente». Dicho de otro modo, un punto de encuentro entre «las soledades de la escritura y la lectura».

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Sin embargo, reflexionando sobre ello y sobre otras novelas que autoras coetáneas, como Ángeles Caballero, han escrito trazando los pasos hacia sus orígenes, sí que concede un eco generacional a su voz: «Mi intuición es que nuestra generación tiene padres nacidos tras la Guerra Civil o la II Guerra Mundial, y queremos entender por qué estamos en el cruce de dos mundos; un siglo XX que culmina con la globalización y la venida de Internet pero que partía de las Hurdes de Luis Buñuel».

«Queremos entender por qué estamos ahí, venimos de familias muy silenciosas y necesitamos encontrar un sentido a cómo se ha transformado la sociedad», concluye. Sin embargo, también apostilla que esas preguntas existenciales, «como los libros autobiográficos, siempre han existido, pues hasta en la Antigüedad ha habido quien ha necesitado mirar hacia dentro y contar aquello que se iba encontrando».

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