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Gaizka Fernández presenta su ensayo sobre la bibliofobia política en la Villa del Libro«Allí donde se queman libros, se acaba quemando a personas», dijo Heinrich Heine en el XIX. De ese hilo tiraron Gaizka Fernández y Juan Francisco López para titular su ensayo 'Allí donde se queman libros. La violencia política contra las librerías (1962-2018)' (Tecnos). ... El historiador vasco lo presenta este sábado a las 13:00 h. en la librería Primera Página de Urueña. Le acompañará el director de la Villa del Libro, Luis Enrique Valdés.
Los historiadores han registrado en ese lapso de tiempo 225 ataques confirmados por fuentes impresas contra librerías, ferias del libro, quioscos, editoriales y distribuidoras. Sus perpetradores, en su mayoría organizaciones de ultraderecha (87%), de extrema izquierda (4%) y de ETAy su entorno 7%, con un 2% sin atribución. Su primer ataque constatado data de 1962 y el último, de 2018.
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Vidal Arranz
Comienzan en la última década del franquismo, con la reactivación de la ultraderecha. La firma de un manifiesto a favor de los mineros de Mieres en 1962 fue suficiente para que Manuel Arce Lago, librero y escritor que regentaba la librería-galería Sur en Santander recibiera una amenaza que luego se materializó en el escaparate de su establecimiento. José María Gironella, desde la ultraderecha, y Raúl Guerra Garrido, por el entorno de ETA, también sufrieron agresiones. La prensa «se desmadró», en palabras de Carrero Blanco, con la nueva norma impulsada por Fraga y Castiella. También el director del servicio secreto, el teniente coronel José Ignacio San Martín consideró que «parte de nuestros intelectuales tienen un propósito subversivo» que se traslucía en el libro, el teatro, el cine, la canción y las artes plásticas «así como en la vida cultural asociativa». En ese caldo se cocina Fuerza Nueva Editorial, dirigida por Blas Piñar, con una revista semanal de 40.000 ejemplares. A su sombra, «fueron brotando pequeñas organizaciones neofascistas que buscaban ir más allá».
El desgaste del franquismo procuró una «pre-transición cultural, diez años antes de la muerte de Franco», en palabras de Fusi, por la avidez del público. Las librerías fueron agentes de cambio. Así lo recuerda Miguel Sánchez, dueño de la librería Sandoval de Valladolid, que en fechas más recientes, ya en el presente siglo, ha sufrido la violencia contra sus escaparates. «Una vez que has sido diana una vez, vuelven», afirma. Sánchez figura en los agradecimientos de los dos autores, que también reseñan los ataques a la vallisoletana librería Villalar.
Los autores más odiados de Blas Piñar eran Pablo Neruda y Fernando Arrabal. Por cierto que la venta de 'Cartas al general Franco', de Arrabal, le costó a la librería Machado una multa de 100.000 pesetas en 1976. De la extrema derecha a la kale borroka y a los libros-bomba del entorno de ETA. La «socialización del sufrimiento» en la última etapa de la organización terrorista incluyó entre los «daños colaterales» los ataques a librerías como Lagun, al bosque de Oma de Oteiza o a medios de comunicación y periodistas.
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