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«No creo que el adolescente que fui me pueda reprochar gran cosa», dice Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959)cuando evoca su primeros recuerdos de pasión literaria. Mucho antes de que escribiera 'Los peces de la amargura', de que triunfara con 'Patria', de que llegara ... ayer a Valladolid para presentar su última novela, 'Los vencejos'. «Quizá podría hacerlo en el plano ideológico, no lo sé. Pero no en lo que era su sueño de ser escritor. Ahí, no me puede reprochar nada. Porque he conseguido cumplirle al adolescente que fui el sueño de dedicarse exclusivamente a la literatura. Y estoy muy agradecido a la vida de haberme permitido cumplir este sueño».
–¿Desde adolescente?
–Sí, sí. Yo quería ser escritor y todo mi esfuerzo ha estado orientado en cumplir el sueño de ese chaval.
–¿Por qué escritor?
–También quise ser ciclista y no lo conseguí, futbolista...
–¿Para qué equipo?
–Hombre, qué preguuunta... Preguntar eso a uno de San Sebastián.
–El Athletic, ¿no?
–Joder. Hemos terminado la entrevista (ríe). ¿El Athletic?Si nosotros no decimos el Athletic.
–¿Qué dicen?
–El Bilbao. ¿No ves que les molesta?No hombre, yo soy genéticamente de la Real.
–Lo de futbolista nada, lo de ciclista tampoco...
–Desesperado (ríe),con 14 o 15 años decidí ser escritor. Yeso me ha resultado bien.Llegó un momento en el que me atreví a renunciar a un sueldo fijo y a dedicarme a la escritura. He tenido mucha suerte.
–¿Aquel chaval de 14 o 15 años, qué leía para querer ser escritor?
–Yo al principio no era nada lector. Nada. Vivía en la calle, jugaba al fútbol con mis amigos, hasta que anochecía y ya no veíamos el balón. Yesto me lo han contado antiguos compañeros de colegio que, de repente, me volví otro. Otro. Un chaval que, de la noche a la mañana, se encerraba en la biblioteca del colegio... Por suerte, también había otros que leían mucho. Leíamos como quien practica un deporte. Nos retábamos a ver quién leía más, quién el libro más grueso. Era una voracidad y cada libro un descubrimiento. Eso después se pierde.
–¿Se pierde?
–Por desgracia. Esa inocencia inicial. El primer libro de Dostoievski que uno lee, el primero de Kafka. ¡La primera vez que uno lee el 'Doctor Jeckyll y mister Hyde'! El primer Quijote de mi vida, de la colección Austral, que aún conservo... Opasarse toda la noche intentando comprender algo de Góngora. Yestudiando por mi cuenta, aunque tenía que ir al colegio, mitología. No estaba solo con esto, sino que había otros chavales que también leían.Me alegro mucho de haber entrado por ese camino que luego me ha ayudado a dar forma a toda mi vida.
–¿Y quien no lee...?
–En la vida hay muchos caminos, ¿eh?Yo no voy a mitificar el libro. Yo sé que me he hecho, en parte, con ayuda de los libros. Pero no tengo que esperar que los demás también. Cada cual ya buscará la manera de dar una orientación a su vida. Yno somos el resultado exclusivo de las lecturas. El roce con los demás nos conforma, el cuerpo...
–Toni, el protagonista de 'Los vencejos' se desprende de sus libros, los abandona.
–Esto que hace de diseminar su biblioteca por toda la ciudad yo no lo haría nunca. Pero la ficción permite que nos calcemos vidas ajenas para probar cómo sería descubrir una isla, la experiencia del crimen, de la pobreza extrema... Yo no estoy del todo convencido con el dogma según el cual todas las novelas son autobiográficas. Yo no soy, afortunadamente, el protagonista de mis novelas. Yo junto las palabras y obligo al personaje a hacer lo que hace. Pero yo no lo haría jamás con mis libros.
–¿Por qué?
–Porque yo amo mucho a mis libros y no estoy en esa situación emocional.No sé qué pasará con mis libros después de mí. Ya les he dicho a mis hijas que, si quieren, que los tiren a la basura. Pero ahí hay primeras ediciones, libros dedicados por sus autores... valiosos por una u otra razón. Si quieren perderlos, allá ellas. Pero lo que sí he hecho es llevar un catálogo con fotos de cubiertas explicando el significado de algunos libros que tengo. No de todos, claro.
–La lectura también es un motivo para vivir.
–El libro tiene un valor simbólico muy grande. Es el emblema de la cultura, aunque no es el único medio para que la persona se cultive.
–Toni es profesor de filosofía y la novela también invita a reflexionar sobre la educación...
–Esto de reflexionar es una manera de expresarse que no comparto del todo. Si yo quisiera reflexionar sobre la educación lo haría directamente, por medio de un ensayo.Es verdad que mi protagonista es profesor de instituto y es inevitable que con él vaya la vivencia cotidiana de un docente. También reconozco que tengo la convicción de que cualquiera de nosotros es resultado de distintos factores, que puede empezar con la salud, tener buenos genes, haber nacido en un lugar específico, en una época determinada... Pero también estamos determinados, aun cuando podamos introducir correcciones, por la educación que recibimos. Por ese lado, la novela invita a los lectores a observar, a presenciar episodios en los cuales los personajes arrastran una educación determinada que contribuyó, en mayor o menor medida, a que ellos sean lo que son o cómo son.
–Toni no es un personaje simpático para el lector.
–Yo no escribo libros de santos ni hago la pelota al lector, sino que le invito a adentrarse en zonas oscuras del ser humano. Y, con independencia de que caiga bien o mal, no creo que Toni sea un tipo extraño... No es un ejemplar insólito en esta sociedad.
–Dice que formaría el Partido de los que Prefieren Estar Solos, con el lema:dejadme en paz.
–Eso es una broma un poco desquiciada que se le ocurre al personaje que, de vez en cuando, destapa su ironía, incluso su sarcasmo. Yo soy un hombre bastante más sociable que él. No estoy muy apegado a la política. Tengo el viejo convencimiento de que la política simplifica la realidad. Sí creo que una sociedad hay que gestionarla democráticamente. Sí creo que somos animales sociales y que estamos juntos por alguna razón. Necesitamos hospitales, carreteras asfaltadas, colegios... y eso lo gestionan profesionales de la política.
–Bien.
–Pero la política como ideología me interesa poco. Me interesa mucho más la política como teatro de comportamiento. Y me parece una fuente muy rica de creación literaria.
–¿Ah sí?
–Sí, sí. Especialmente, sobre la vida privada de estos que llamamos políticos. Eso da mucho juego. Mucho. En todos los planos. Mientras que los demás somos unos vecinos más o menos grises, imprevisibles... estos políticos que viajan, que intrigan, que amañan, que tienen ilusiones, que a veces tienen voluntad, que prometen, se arrepienten... todo esto es sumamente provechoso para la creación literaria.
–¿Y lo va a aprovechar?
–Yo aprovecho lo que puedo, siempre.
–Pero ese personaje que dice 'dejadme en paz' está rodeado de gente.Y se aprecia en el esquema que hay al principio de la novela.
–Yo le pedí al editor que, por favor, publicase al principio del libro ese esquema. Vale como los antiguos 'dramatis personae', que son útiles para el lector de libros largos: le permiten recordar quién es quién, incluso hacer una pequeña anotación en el borde. Como ayudita a la memoria no está mal ese esquema. Pero, al mismo tiempo, es una representación de la estructura de la novela. Hay un personaje central, que al mismo tiempo tiene responsabilidad narrativa, en torno al cual giran los personajes más importantes en su vida, que giran al modo de planetas en torno a una estrella central. Yen torno a estos personajes, lo hacen otros de menor importancia al modo de satélites.
–¿Podrían ser una bandada de vencejos, también?
–Bueno, mira... En principio, los vencejos suelen volar de una manera aparentemente desordenada, en grupos que se entrecruzan (unos van para la derecha, otros para arriba, para abajo...) emitiendo unos curiosos chillidos. Es curioso lo de los vencejos. Es un animal fascinante que comparte con nosotros el espacio vital. Lo que pasa es que están por encima de los tejados y hay personas que no se detienen a mirarlos. Prefieren mirar a los escaparates, a si viene una moto o un coche... Pero los vencejos están ahí, liberándonos de ingentes cantidades de mosquitos y de otros bichos nocivos.
–¿En qué momento los vencejos hacen nido en esta novela?
–Juegan un papel simbólico muy importante. Y, al mismo tiempo, son motivo de reflexión. Y, en un momento determinado de la trama, les corresponde un lugar relevante.
–¿El vencejo fue el motor, el catalizador...?
–No el motor, pero yo me di cuenta de que la novela, tal y como la tenía concebida, era posible cuando, estando en Madrid, vi que había vencejos. Estaba en un hotel de la Gran Vía y tenía el propósito de escribir 'Los vencejos'.Aunque Internet me decía que sí, que hay vencejos en Madrid, yo, que soy un poco escéptico, necesitaba verlos con mis propios ojos. Y cuando los vi, me llevé una gran alegría porque supe que la novela era posible tal y como la había pensado.
–¿Cuándo un novelista dice, aquí tengo algo sobre lo que escribir?
–Aquí hay un pequeño peligro del que habla muy sagazmente Chirbes en sus diarios. Una novela puede surgir por el simple hecho de que uno es escritor de novelas, terminó una y a toda costa va a escribir otra. Pero esto es una decisión no tanto del novelista como del escritor.
–¿Cuál es la diferencia?
–Uno debe implicarse completamente en el proyecto, documentarse, tener el propósito de adentrarse en otros escenarios, en otras vidas humanas. Yentonces, el novelista toma las riendas sobre el escritor que escribe un libro tras otro. Pero no hay una imagen o una anécdota concreta que me llevase a esta novela. Lo que había era una especie de pregunta, que probablemente se ha hecho mucha gente.
–¿Cuál es?
–¿Cómo afectaría a nuestra vida si supiéramos el día y la hora de nuestra muerte? Ese es el estímulo central de 'Los vencejos'.
–¿Y la respuesta?
–Eso no nos lo puede responder nadie. No podemos planear un accidente, una enfermedad. Un suicidio, sí. Un suicidio nos convierte en dueños de nuestro destino. Porque si no, dependemos del albur genético, del tren que nos arrolla, de una neumonía o de un virus.
–El protagonista dice: 'No tenemos un cuerpo, somos un cuerpo'.
–Esta es una convicción que comparto con él. Somos un cuerpo y duramos lo que dura el cuerpo. Hay otras teorías, hay religiones, hay muchos trucos que se ha inventado el ser humano para negar su destino perecedero. Se inventa algo para prolongarse en formas más o menos invisibles, etéreas. Eso no lo hemos visto y hay quien está absolutamente convencido. Vale, es otra opción que ha dado lugar a mucha literatura, muy buena música sacra.
–Mientras somos cuerpo...
–Somos. Ya.
–Tenemos un paisano en el libro, Patachula, el amigo del protagonista, de Valladolid.
–Lo había olvidado y al llegar esta mañana a Valladolid me lo han recordado. ¡Ah, pues sí, es verdad! Valladolid cumple una pequeña función en la novela, no negativa, ni mucho menos. No tengo una razón especial. Valladoild no es una ciudad que yo desconozca. Me ha traído con cierta frecuencia la literatura. He sido siempre tratado bien. Y cuando uno busca una ciudad, mira al mapa, y ve más o menos qué podría ser verosímil, que podría pegar bien a este personaje... vi Valladolid y no lo dudé. Valladolid en verano es una ciudad calurosa, no lejos de Madrid. Me parecía un escenario adecuado para el final de la novela.
–¿Cómo es Patachula?
–Es el único amigo de Toni. Se ven con cierta frecuencia en un bar. Es curioso. Es una relación un tanto peculiar. Ahí hay una amistad que yo supongo muy sólida.Aveces tienen sus rifirrafes y sus provocaciones. Pero deben de tener una amistad muy sólida como para exonerarlos de tener que respetarse. Yeso es hermoso.
–Dice una relación que supongo, una amistad que debe ser... como si el escritor tuviera dudas sobre lo que ha escrito.
–Esto sorprende a algunas personas, pero es que el escritor no tiene todas las claves. De hecho, hay algún episodio en la novela por el que me piden explicaciones que yo no tengo.
–¿Por ejemplo?
–Pienso en una escena en la que el protagonista y su hermano ven de lejos llorar a su madre... Bueno, ahí está.
–¿Y las notas anónimas que recibe el protagonista?
–No se explica quién las mete, es verdad. Los lectores que vienen a solicitarme una dedicatoria o a verme en una charla están como intranquilos. Necesitan todas las explicaciones, que se les aclaren todas las claves, quizá influidos por la lectura de novelas policiacas, de investigación, que conducen a un resultado final. Pero yo, que soy un poquito malvado desde el punto de vista literario, juego con las expectativas de los lectores y a veces sé que se van a quedar un poco incomodados porque no se les termina de aclarar un pequeño enigma, una escena entrevista...
–¿Y qué responde a esos lectores?
–Sonrío, les doy largas... y en todo caso, los invito a informarme al respecto en el caso de que ellos den con la solución. Pero sobre Patachula... es un personaje que me ha salido por la culata.
–¡Ah!
–Yo pensaba, este va a caer fatal.
–Y no.
–Me estoy encontrando con que a muchos lectores (y a muchas lectoras)les cae bien el tipo. A pesar de las muchas burradas, de lo cínico que es. Yhe llegado a preguntar a algunos lectores por qué no les cae mal.
–¿Y?
–La razón que más ha menudo me han dado es que ya llega castigado a la novela. Esto ha sido muy luminoso para mí. Parece ser que muchos lectores perdonan a un personaje (que es un trasunto humano)ante cualquier bestialidad, cualquier cinismo, siempre y cuando al final reciba su merecido o su penitencia. Es curioso esto.
–Le voy preguntar por 'Patria'.
–Ese libro me suena.
–¿Cómo se empieza a escribir después de 'Patria'?
–Pues igual que antes.
–¿Sin ninguna presión añadida?
–No, no veo el problema. Otra cosa hubiera sido publicar una novela inmediatamente después de 'Patria'. Pues esa pobre novela habría pagado la factura de tanto elogio, del éxito... Pero lo que es escribir, el trabajo de escritorio, está llevado a cabo sin ninguna sombra tutelar. En el escritorio no está ninguna obra ya terminada. Yo la acabo y 'fuuuu-uí', esa obra hace sitio a la siguiente. No, no ha influido en mis otros proyectos. Entre 'Patria' y 'Los vencejos' yo publiqué tres libros. Ninguno de ellos novela. Cuando un libro alcanza una repercusión tan descomunal, hay que adoptar una determinada estrategia editorial para que los siguientes libros no sean juzgados bajo la sombra de ese que llamó tanto la atención. Pero lo que es la escritura en sí no sufre ningún trastorno. No tengo la necesidad de repetir el éxito de 'Patria'. Yo juego la carta literaria. Yo quiero escribir buenos libros. Si me salen mal, lo siento mucho, pero no será por falta de dedicación. Ytambién toco géneros que no son comerciales, en absoluto, pero que me exigen el mismo esfuerzo que una novela, si no más.
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