Guillermo Abril
Periodista y escritor
«La falta de libertad resta verdad a la cultura china, no la hace atractiva ante el mundo»Presentó en la librería Ateneo de Palencia 'El tren', crónica un viaje por la vía más larga del mundo que une Madrid con la ciudad china de Yiwu
13.052 kilómetros de vía separan Madrid de Yiwu, uno de los grandes centros fabriles de China. Veintiún días dura el viaje por la línea ... férrea más larga del mundo, una Ruta de la Seda con la que China riega de infraestructuras y puestos de trabajo algunos de los lugares atravesados por la vía. Por sus raíles introduce sus mercancías en Asia y Europa pasando por Francia, Alemania, Polonia, Bielorrusia, Rusia y Kazajistán. Guillermo Abril (Madrid, 1981) ha viajado por estos territorios en un recorrido que le ha permitido retratar de cerca los tentáculos expansivos de la segunda potencia del planeta en 'El tren' (La Caja Books). En clave de reportaje, desentraña paisajes y mentalidades de un país poderoso que aún en Occidente es percibido como un enigmático bazar que provee al planeta de todo tipo de mercaderías. En China ejerce también como corresponsal de El País el reportero que ha presentado esta semana su crónica viajera en la librería Ateneo de Palencia.
–¿Qué es lo que más le asombra de China?
–Al llegar, uno tiene en la cabeza la idea de un país histórico un poco enterrado en el pasado, pero de pronto te llevas la sorpresa de que la modernidad tecnológica está por todas partes. Me he podido montar en un coche autónomo, en un taxi que circula sin conductor. Viajas en un tren bala y puedes pedir comida a domicilio, escaneas un código qr y recibes el pedido en la siguiente estación... Pero también ese nivel tecnológico sorprende por la hipervigilancia, hay cámaras por todas partes. Hubo un momento, mientras hacía una entrevista a una persona, en que esta recibe una llamada de los servicios de seguridad y le dicen 'sabemos que estás con un periodista extranjero, ten mucho cuidado con lo que dices porque la prensa extranjera siempre tergiversa todo lo que se cuenta sobre China'. Ese nivel tecnológico está en todas partes para lo bueno y lo malo.
–Un capítulo del libro que ejemplifica el choque de mentalidades refiere las diferencias en lo laboral, cuando inversores chinos adquieren bodegas y 'chateaux' en Burdeos.
–Los franceses son conocidos por ser empleados reivindicativos, así que en un momento determinado los inversores chinos tuvieron que recurrir a una mánager de su país para limar asperezas con la plantilla. Los empresarios decían que no entendían por qué los trabajadores estaban en contra de la dirección cuando en China es al revés. Allí este tipo de conflictos no se dan. Veremos ahora, cuando la empresa china CATL se instale en Zaragoza, cómo se gestionarán esas diferencias entre los empleados chinos que vengan y los españoles.
Este siglo está ya marcado por rivalidad geoestratégica entre China y EE UU
–¿Hasta qué punto el tren de la Ruta de la Seda está amenazado por los conflictos internacionales, por la sensación de desbarajuste geopolítico?
–Hoy buena parte de los países que atraviesa el tren tienen algún tipo de conflicto que le afecta en el sentido comercial, pero se siguen viendo cifras de movimiento, aunque los expertos aseguran que cuesta mucho más, sobre todo al cruzar un territorio en guerra o con amenaza de ella.
–En 'El tren' describe cómo con inversiones en puertos y centros logísticos China está colonizando económicamente otros países más allá de la venta de mercancías. ¿Llegará a desbancar a EE UU como primera potencia planetaria?
–Cuando llegué a China a finales de agosto de 2022 lo hacía con esa idea, todos daban por hecho que era cuestión de tiempo que China superase a Estados Unidos como principal potencia económica. Recuerdo hablar con un economista, Michael Pettis, afincado en Pekín desde hace años, que fue el primero a quien le oí decir que no estaba tan claro que eso vaya a suceder. Este siglo está ya marcado por rivalidad geoestratégica entre ambas potencias. El objetivo de la guerra arancelaria lanzada por Trump es China, porque es el origen del 60% de las tierras raras del mundo y de su procesamiento en un 90%.
«En China se han empezado a tomar en serio el cambio climático; también les interesa al ser una potencia en coches eléctricos, paneles solares y turbinas hidráulicas»
–La ruta férrea atraviesa zonas donde se han levantado gigantescas infraestructuras. De sus efectos hablan quienes están satisfechos por tener trabajo y quienes perciben injerencia extranjera y daños medioambientales. ¿Preocupa en China el cambio climático?
–Sí, aunque tienen un acercamiento al fenómeno algo distinto a España o la Unión Europea, donde se relaciona más con la contaminación y la preservación de espacios naturales que con el CO2 en sí. En China se vincula con la rápida industrialización que ha vivido el país y que ha acarreado desastres ecológicos importantísimos. El nivel de contaminación urbana con niveles astronómicos se ha ido reduciendo tras darse cuenta de que habían ido demasiado lejos. Se han empezado a tomar en serio el cambio climático. El de los niveles de emisión de CO2 es uno de los pocos campos en los que existe capacidad de coordinación y de diálogo fluido con China desde la Unión Europea e incluso desde Estados Unidos. Este mismo año se ha dado un hito, y es que es la primera vez que hay cifras de reducción de emisiones sin que se dé un descenso de consumo de energía. Les interesa también el cambio climático al ser una potencia en la manufactura de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas, todo lo que tiene que ver con energías renovables.
–¿Por qué cala en el mundo la hegemonía económica de China pero no su cultura?
–Esa pregunta me la fui haciendo a lo largo del viaje en tren. La gente con la que hablaba me decía: 'China, solo para los negocios'. Yo creo que tiene que ver con la falta de libertad para desarrollar cine, literatura o música. Toda canción, obra literaria o película tiene que pasar por el organismo de censura, no se publica nada que el Estado no quiera, con lo cual es muy difícil marcar tendencia. China tiene un Nobel de Literatura, o artistas como Ai Weiwei, que viven fuera del país por ir en contra de lo que dicta el poder. Esa ausencia de libertad hace que no resulte atractiva su cultura para el resto del mundo, sus creaciones tienen siempre algo por debajo que no sabes muy bien qué pero les falta un poco o mucho de verdad. Hice esta pregunta a un grupo punk y me respondieron que hay que tener en cuenta que todas las letras que tocaban en un concierto debían pasar por un organismo que tenía que dar su visto bueno.
-Viajar a los lugares donde suceden cosas resulta cada vez más complicado, por más que estemos hiperconectados.
-En estos tiempos tan digitales, la idea de 'El tren' era hacer un viaje presencial, escuchar a la gente, mancharse de polvo los zapatos para entender el mundo. Con periodismo de salón no se entiende el planeta. Hay que viajar, es difícil, es caro, pero el lector agradece siempre un viaje real.
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