Hace tiempo que no publica poesía, «tuve una crisis», dice Esperanza Ortega. Ese paréntesis la ha dado a conocer como escritora de cuentos infantiles y como memorialista. Ahora celebra la idea de la editorial Dilema de reunir toda su poesía en 'Diario de lo no vivido'. El confinamiento lo pasó descubriéndose desde el punto de vista del lector. Hoy conversará con otro poeta, Fernando del Val, en la Feria.
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«Decidí añadir los 'textos anfibios', prosa sobre poesía. De ellos prefiero el 'Cuaderno de la prisa', por lo que tiene de fresco y fragmentario, sin obedecer a ningún plan, como ocurre siempre con la poesía. Ofrece al lector un camino para penetrar en mis versos, a veces considerados demasiado herméticos».
Aunque dejó de publicar, no abandonó nunca el verso. «Este es como un fin de ciclo. Va por rachas, nunca tuve prisa. Si no veo unidad en los poemas, no se publican». En estas décadas no ha variado su «concepto de la poesía. Sigo considerándola una forma de metamorfosis, de transformación de lo cotidiano en transcendente, huyendo siempre de la solemnidad. No hay que olvidar que el origen está en lo cotidiano. La poesía es el arte del hallazgo fortuito, el poeta ha de encontrar una veta de oro en una mina oscura. Tiene que saber reconocerla y trasladarla al poema, por medio del lenguaje, para que pueda ofrecérsela al lector».
No concibe los poemas como «confesiones». Eso la lleva al título 'Diario de lo no vivido'. «Es íntimo, como un diario, pero entran a formar parte del poema los sueños, los deseos, los temores… todo lo que la realidad desecha pero en lo que pervive una intensidad mayor. Podemos decir que el poeta 'se reparte' en los poemas, tras haberse expresado en ellos». El 'Cuaderno de la prisa' es para Ortega la prueba de «una poesía personal en la que converge la pena, la rabia, la esperanza… no solo mías, sino de lo que percibo alrededor. Todo se transforma en emoción o en rabia, la poesía deja constancia de esa vida presente y ausente».
Esa escritura es para Esperanza «como estar de vacaciones». Porque «la poesía incluye lo no vivido, pero existente. Todo lo que nos sucede, todos lo que trascienden nuestra vida aparente. Todo queda en ese saco guardado, preservado del absurdo del paso de los días. Lo que queremos es sortear la muerte que anida en cada instante, salvarlo».
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