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Jesús Carrasco, escritor
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Jesús Carrasco, escritor
«Para escribir necesito los atributos de un trabajador que pica piedra»Incluso las obras más cortas requieren gestación larga. Ha sido el caso del último trabajo de Jesús Carrasco, cuya novela 'Elogio de las manos' (ed. Seix Barral), premio Biblioteca Breve 2024, se presenta este miércoles en la librería Oletvm. El escritor ha participado en un ... encuentro con el público junto al editor de Fuentes de la Fama, Julio Martínez.
«Se formó antes en mí la idea del trabajo manual, que es una obsesión que me acompaña desde pequeño y de la que hacía tiempo me apetecía escribir», reveló antes del acto. Su experiencia vital real de encontrarse ante la rehabilitación de esta casa le sirvió de detonante para narrar, jugando en las fronteras de la inventiva, esta historia en primera persona de cómo la transformación de la vivienda y sus distintas reformas también repercuten en quienes allí viven y trabajan: «Aunque a partir de esta experiencia real monté la novela, he dejado que la ficción corriera a sus anchas», anticipa.
El autor de 'Intemperie', 'La tierra que pisamos' o 'Llévame a casa' suscita así varias reflexiones que confrontan las similitudes entre el trabajo creativo y emocional de escribir frente a la labor manual y física de reformar: «Escribir, para mí, no tiene necesariamente algo más de mental o intelectual; sino que se vincula más a algo rutinario y tedioso de cualquier actividad que requiera persistencia», formula Carrasco. «Para conformar una novela necesitas herramientas, actitudes y procedimientos; aparecen ideas y las descartas; del mismo modo conformas un mueble y te topas con ideas buenas y malas».
Ese enfrentamiento se encuadra en su propia experiencia vital: «No me considero un creador, necesito los atributos de un trabajador que pica piedra». Sin embargo, equiparar la creatividad literaria con una rutina laboral es, también para él, reducir demasiado el arte de escribir.
«La creación literaria trata de extraer algo nuevo de la realidad de donde aparentemente no lo hay, y en ese sentido difiere de una ejecución laboral consistente en rellenar informes o marcar casillas», desgrana. «Cuento historias que tienen que ver con las emociones, el cuerpo, la naturaleza o el medio rural, desde la perspectiva de un trabajador, pero la novela excede una jornada laboral donde el comienzo y el final se encuentran reglados».
Y frente a ello, ¿cómo parar? «Nunca sé lo que tengo entre las manos: hay quienes abandonan las novelas y quienes las terminan», ironiza. «Yo me embarco en las historias a ciegas, me planteo nuevos retos, asumo riesgos de los que luego no sé cómo salir…». Su brújula eventual es su público más cercano, pero también su intuición: «Hay algo que me dice que no voy a mejorar lo que tengo, que los nuevos procesos no añadirán nada y que las retiradas sucesivas transformarán la novela en un epigrama».
En reflexión sobre su propia trayectoria literaria, considera Carrasco que «'Elogio de las manos' mantiene un vínculo de unión con el resto de las novelas: la fase estilística se hace más sencilla, clara y transparente; menos artificiosa y compleja pero, paradójicamente, más profunda». En lo temático, la cosa cambia: «Argumentalmente es distinta por lo que he señalado antes; tiene mucho que ver con la exploración y con lo que disfruto descubriendo espacio nuevo que no conozco y hallando diferentes lugares desde los que narrar».
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