Los encuentros literarios de la 'comunidad del pedal'

«Los hechos que se narran pertenecen a la fantasía novelesca», advierte el escritor. «El retablo de curas, mesoneros, mozas o enseñantes de iglesia es ficticio», matiza, nada más empezar, este experto excursionista que, desde hace tres décadas, recorre la comunidad con boli, libreta y un grupo de amigos en bici (la Orden del Pedal, se hacen llamar) para convertir después en relato los muchos kilómetros recorridos. Ahora, recopila todos esos escritos en 'Viaje por tierras de Castilla (y Cantabria)', un anecdotario por caminos de Burgos, Palencia y Valladolid que acaba de publicar Ediciones Oportet y que se ilumina con los seis mapas y las seis acuarelas salidas del pincel de su hermano Santiago.

«Llegamos a Vilallón de Campos por una carretera que en su desembocadura no muestra la belleza –hecha de adobe y de soportal– que luego se descubre». Vienen de su ruta en bici por localidades cercanas (Becerril de Campos, Fuentes de Nava, Frechilla, Guaza) y después de conocer en Paredes a una mujer que parece promesa de lujuria y acaba siendo cotidiana rutina. En esta excursión, el relato se demora en los mesones y en las partidas de cartas de una sobremesa que se prolonga, perezosa, antes de que las ruedas giren de nuevo camino de Medina de Rioseco.

«Lo primero que hicimos al entrar en la Ciudad de los Almirantes fue visitar la calle de Lázaro Alonso, admirar los soportales, llegar hasta la Plaza Mayor, detenernos en el Corro del Asado y en el San Miguel», anota el narrador de una ruta efectuada en varias jornadas, con cenas en restaurantes y veladas en hostales. La excursión continuó después por Valdenebro de los Valles, Montealegre de Campos, Ampudia.

«El trasfondo calcáreo de los cerros promueve un escenario de pinceladas blancas. En la bajada sentimos la caricia del aire y el gozo de contemlpasr el paisaje», continúa el relato del líder de un pelotón ciclista que ha hecho de sus rodadas por la comunidad una guía de campo literaria para descubrir la España rural y su «íntima belleza».

Además de este viaje, «las andanzas viajeras de los caballeros del pedal» han continuado por el Camino de Santiago, el Canal de Castilla y la ruta del Quijote, con la intención de que estas rutas queden inmortalizadas también en papel.

«Me gusta situar personajes históricos o de ficción en los itinerarios. Así se consigue una interacción entre pasado y presente y se revitalizaban los escenarios». Se recuerdan así figuras como el poeta Alfonso Álvarez de Villasandino, el escultor de retablos García de Arredondo o Luis de Góngora, pero también hechos históricos, como las cortes convocadas en Palenzuela por Juan II en el año 1425 o la imposición en Mahamud del capelo al cardenal Cisneros. Y con eso, apunta el autor, se subraya la distancia entre el «esplendor pretérito de la Castilla que fue y ese presente que refleja la despoblación, la soledad y el abandono».

«Han sido treinta años de excrusiones, alentadas por los descubrimientos», asegura Pascual. Tanto los reales (el libro funciona también como una guía de esta Castilla que se vacía)como los imaginados, en esos «encuentros imprevistos» que articulan los artículos y narraciones recopilados ahora –e ilustrados– por los hermanos Izquierdo.