Elísabet Benavent, en el Teatro Cervantes de Valladolid. RODRIGO JIMÉNEZ

Elísabet Benavent en Valladolid: de la escritura solitaria a vender millones de libros

Su última novela lidera las listas de los más vendidos y este jueves la presentó en el Cervantes con sorteos, firmas y la música de Andrés Suárez

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 10 de junio 2022, 00:13

«Todavía sorprende», dice Elísabet Benavent (Gandía, 1984), la escritora que encabeza la lista de los libros más vendidos con su última novela, 'Todas esas cosas que te diré mañana'. Aún le fascina que un acto «tan solitario» como el de la escritura desemboque después ... en miles y miles de lectores (3,5 millones de ejemplares vendidos de sus 22 libros publicados, según la editorial), en firmas multitudinarias, en un estruendo de aplausos como el que este jueves sonó en el Teatro Cervantes de Valladolid.

Publicidad

«Eliges una profesión solitaria, porque la timidez está ahí», y, de pronto, tantísimas personas están pendientes de sus palabras. Benavent mantuvo ayer un encuentro con sus lectoras («sí, mayoritariamente son mujeres»)en una cita «especial» que incluyó sorteos, firma de libros y un concierto de Andrés Suárez.

«No sé si del covid hemos salido mejores, pero sí un poco diferentes. Y algo de lo que ha cambiado ha sido la gestión del tiempo. Antes de la pandemia, lo vivíamos como si fuera infinito. Y ahora, lo valoramos mucho más».

Por eso, esgrime Benavent que no terminaba de sentirse cómoda en esos eventos de caseta en los que los lectores pasan a gran velocidad para llevarse una dedicatoria. Había que hacer colas larguísimas para conseguir rúbrica y selfi en apenas unos segundos. Con veladas como la de este jueves en el Cervantes –entrada gratis hasta completar aforo–, la escritora propone «un encuentro más pausado, para que, además de la firma, se puedan llevar una experiencia». Y sí, citas así son el resultado de un acto tan íntimo y solitario como el de la escritura.

Hay veces –sobre todo si no tiene la presión de una fecha de entrega– que Elísabet diseña y escribe sus historias en la mesa de una cafetería. «Me gustan los ruidos blancos –los sonidos constantes y uniformes– porque me ayudan a concentrarme. Y me atrae ese movimiento que en una cafetería se produce a tu alrededor».

Publicidad

Pero si hay que apretar el acelerador de la escritura, entonces prefiere recluirse en el despacho que tiene en casa, «un poco apartado» del resto de habitaciones. A las cinco de la tarde se sienta delante del ordenador y se deja llevar hasta que la imaginación dice basta. «Pueden ser las diez, las doce de la noche, las dos de la madrugada». Junto a ella, una cafetera y varias tazas llenas de bolis y rotuladores. «Subrayo mucho, en diferentes colores. Eso también lo hacía cuando estudiaba, destacar algo y poner 'post it' en plan empollona».

Por allí están también sus tres gatos (Eneas, Ulises y Perseo). Y el cuarto tiene una estantería grande, enorme, abarrotada con sus libros preferidos. Como 'El principito'. Confiesa que cada vez que sale de gira, que visita otro país, recorre librerías para hacerse con ediciones –en varios idiomas y formatos– de la obra de Saint-Exupéry. «Desde que tengo uso de razón, los libros han formado parte de mi vida. Mis padres tenían muchos por casa. Y yo los veía, los sigo viendo, como objetos bellísimos, maravillosos. El mejor regalo que se puede hacer».

Publicidad

Después de los cuentos nocturnos, de las historias compartidas, la primera vez que Elísabet tuvo que enfrentarse sola a la palabra escrita no estaba muy convencida. «El primer libro que leí me lo impusieron en el colegio. Eran los deberes. Y no me apetecía mucho. Pero mi hermana, que es siete años mayor, me animó a leerlo». Aquel libro era 'Caramelos de menta', un título de la colección azul de Barco de Vapor. Elísabet, que se asomaba a las letras con temor, encontró un mundo de fantasía, descubrió que su mente creaba imágenes que hasta entonces eran simples trazos sobre el papel. Poco después llegaría 'La historia interminable', en esa edición de dos tintas que le inoculó para siempre el veneno de la literatura. «Ahora ya no puedo salir de casa sin un libro encima. Soy una lectora compulsiva». Sobre todo, de novela negra (Dolores Redondo, Carmen Mola, Pérez Gellida, Lemaitre). Y eso que ella, según dice Internet cuando pones su nombre en google, es «la reina de la novela romántica».

–Nada, nada, de reina nada. En la novela romántica vivimos en una república. Y además, en un momento dulce, aunque tiene muchos prejuicios adosados. Se suele etiquetar como literatura por y para mujeres. Cuando la lectura no tiene género.

Publicidad

Así que, Benavent anima a destrozar estereotipos y dejarse llevar por la curiosidad. «Los prejuicios son grilletes en el tobillo». Ypor eso, invita a descubrir sus «comedias románticas», libros «donde se habla de emociones y sentimientos, pero también de trabajo, de amistad», de amores posibles lejos de las relaciones tóxicas. «Quizá la novela romántica ha consolidado, a lo largo de su historia, ciertos comportamientos de pareja que no parecen sanos.Incluso yo lo he hecho tal vez en mis primeros libros. Pero se ha avanzado mucho en voces femeninas poderosas, en hablar del placer sin trabas». Y en fomentar la sororidad, la amistad compartida entre mujeres.

En una de las baldas de esa gran estantería de su despacho, tiene Elísabet un rinconcito dedicado a sus libretas. «Cada vez que empiezo un libro, estreno libreta». Muchas son regalo de sus seguidoras. La actual, una Moleskine. Ahí apunta las líneas argumentales, las ideas para los personajes, alguna frase... las suele llevar incluso a los actos de promoción –como este de ayer en Valladolid– para escribir las sensaciones de estos momentos impagables en los que una escritora abandona la soledad de su escritorio para compartir el fruto de su trabajo con quienes más lo disfrutan: sus lectores.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad