Eduardo Roldán: «Me gustan los personajes con debilidades y aristas, les hacen más humanos»

Arranca con un cadáver, «como decía Hitchcock, la excusa para poner la trama en marcha», explica Roldán. Y con él se presenta el protagonista, el inspector Bruno Bloch, quien «acaba de llegar a la ciudad, es su primer caso en esa comisaría. Bruno está un poco aislado, no conoce el sitio, no domina el callejero, para él es un medio hostil». Arrastra un pasado infeliz del que el autor nos dice poco, pero cuyo peso entrega al lector en su actitud y en los males de su gata Milka. «Es una mascota muy literaria, y de alguna manera somatiza lo que le ocurre a su dueño, que vuelca en ella todo su cariño. Ambos se sienten mal en el nuevo entorno».

Desde la visita a la habitación del primer asesinado se presenta la cita de Wilde «lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo», que se repetirá como bajo continuo.

«Es un tema personal y de la novela, el de estar en el momento y no pasar por encima sin experimentar lo que te ofrece la situación, mantener la curiosidad. Bruno es un solitario que se aferra sus consuelos, a los libros, a la gata. Al cabo de los tres actos/días en los que transcurre la novela se replantea algunas cosas». Tanto él, como su compañero Guzmán y el forense tienen la posibilidad de vivir, frente a los «Corbata 1, Corbata 2, Corbata 3...», condenados a existir.

Bruno Bloch escapa al cliché del inspector inquebrantable. «Me gustan los personajes con aristas. Su debilidad de carácter y su problema físico es una metáfora de sus dudas, de su forma de razonar. Creo que hace más humano a los personajes aunque vivimos bajo la influencia de las series, en las que todo está cerrado, en todo hay una causa-efecto, a veces eso empobrece la narración. Me interesan los rincones más turbios, eso hace interesantes a los personajes. Además esa necesidad de Bloch que al principio llama al equívoco de alguna adicción, es puramente médica».

Escritor al que gusta probarse en todos los géneros, Eduardo Roldán aprecia en todos el diálogo. «Aveces es pura música. Lo que siempre intento evitar es dar información gratuita o soltar grandes parrafadas. Prefiero el diálogo que te lleve, de frases más coloquiales y directas sin perder la poesía, que no sea demasiado profuso. A veces hay diálogos tan descriptivos que parece que el autor ha puesto una raya delante de la párrafo en vez de ser el personaje o el narrador quien hable. Hay un error muy común en las películas cuando los personajes hablan de cosas que ambos saben para mostrárselas al espectador. Aunque toda regla tenga su excepción y haya algunos monólogos brillantes en películas y novelas».

La música y el ajedrez son otros dos alicientes que asoman en este 'Horizonte sumario'. La acción ocurre en una ciudad anónima con topografía vallisoletana y un museo procura un momento de «humor directo para relajar la tensión. Es una reunión social en se refleja a los que hacen postura con el arte contemporáneo. Bloch no lo desdeña pero tampoco finge saber más de lo que entiende».

Roldán considera que en España hay una «tendencia a encasillar a los autores quizá por economía cultural o por necesidad. A mí me gusta divertirme, ensayar voces, personajes, enfoques. Al final siempre hablamos de los tres o cuatro temas que nos preocupan con un cierto estilo que te puedes obligar a retorcer, o cambiar ahí esta mi interés». El género que transe toda su escritura es el teatro. «Se reedita ahora 'Caso Norma' y tenía un estreno en Barcelona que se ha frustrado por la covid».

Anda metido en dos proyectos. Una novela «en la que mezclo elementos de un asesinato y ciencia ficción» y otra obra teatral.