Pablo Rivero

«Las dificultades que enfrentan nuestros mayores convierten sus vidas en un 'thriller'»

«Todo gira en torno a la figura de esta mujer, Felicidad, que es el pilar de su familia y dueña de un edificio con todos sus pisos en alquiler, a quien se le tambalea el mundo cuando una de sus inquilinas se precipita al patio interior», explica el autor. El incidente, boscoso y por esclarecer si se trata de un asesinato o de un suicidio, desata una investigación policial y, con ella, «toda una serie de argucias y amenazas hacia ella, tanto de la familia como de los vecinos del inmueble».

Ha querido Rivero, con esta novela en general y con este personaje en particular, rendir homenaje a un sector muy concreto de nuestra población: las personas mayores. «Felicidad representa a una mujer que ha trabajado toda su vida y que siempre ha llevado los pantalones», expone su artífice. «Se da cuenta de que cada vez que flaquea por la edad hay una parte de su entorno al acecho, esperando su momento de revancha, y comprende que no puede bajar la guardia». Ese estado de alerta constante, de quien se topa con obstáculos de cualquier índole para adaptarse o de quien se ve invadido por una enfermedad crónica o degenerativa que le convierte en presa fácil de todo tipo de sinvergüenzas, es para Rivero el estimulante punto de conflicto que transforma en un 'noir' el día a día de estas personas: «Las dificultades que enfrentan nuestros mayores convierten sus vidas en un 'thriller'».

Otro de los elementos clave del género presentes en 'La matriarca', paradójicamente esperables, son los giros impredecibles de la trama. «Hay varios personajes que he intentado crear de forma verosímil, que sean gente que te puedes encontrar, que tienen dos caras y no resultan efectistas ni exagerados». En la novela, aunque Rivero insiste en que no trata de «retratar una realidad», desfilan numerosos temas recurrentes del actual panorama mediático: las dificultades económicas, los precios de los inmuebles, las pensiones miserables o las disyuntivas entre pagar el alquiler o comer ese día: «Da pie para hablar de generaciones que tienen enfrentamientos», señala el escritor.

Rivero, autor también de 'La cría' o 'Las niñas que soñaban con ser vistas', vuelve aquí a partir de lo que «preocupa» o «da miedo» como semilla germinal de su ficción: «Me gusta escribir desde que me cuentan algo u oigo alguna noticia que tiene que ver con la realidad, y este libro es casi un ensayo de todo cuanto le puede suceder a una persona mayor», asevera. «Aquí se abren debates sobre varios temas, sin provocar ni dar lecciones; solo queriendo ponerlos sobre la mesa para que la gente, mientras se entretiene, reflexione».

Con un estilo narrativo marcadamente audiovisual, asume Rivero la fusión natural entre el discurso literario que maneja y el actoral en el que se desenvuelve: «Soy un afortunado por poder dedicarme a los juegos de mi infancia: inventarme historias, ver cine y leer libros». Por ello explica que «los personajes tengan tantos vértices» y sus novelas beban de sus referencias fílmicas y literarias predilectas, «desde el cine onírico de David Lynch a las obras de Capote, Hesse, Carrère o Lemaitre: poco efectistas, pero muy realistas».