Le gustaban los duendes y las patatas con tomate, la fantasía y el vodka, la literatura lo que más. Y dormir. De niña, escribía e ilustraba sus propios cuentos.De adulta, recibió el Premio Cervantes e ingresó en la RAE. Fue tartamuda por timidez hasta ... que dejó de trastabillarse durante un bombardeo de la Guerra Civil. Atravesó varios años de depresión. Se casó con 'El malo' y luego conoció el amor con 'El bueno'. Quedó finalista en el Nadal que ganó Delibes y obtuvo años después el Premio Planeta. Escribió 'Los Abel, 'Paraíso inhabitado', 'Olvidado rey Gudú'...
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Ana María Matute (1925-2014) es la protagonista de la antología de literatura y vida que publica Blackie Books, un repaso a su biografía y a sus obras a través de fotografías inéditas, cuadernos de notas, recortes de prensa, reproducción de manuscritos y fragmentos de sus libros, que permiten reconstruir la vida de una de las grandes autoras de la reciente literatura en castellano. Aquí hay diez claves para acercarse al mundo de Ana María Matute.
Cuenta la escritora en 'Paraíso inhabitado', su libro de 2008, que con tan solo cuatro años le encantaba mirar un cuadro que tenían en casa, con la reproducción de un tapiz donde se veía un unicornio. Se imaginaba que el ser fantástico echaba a correr y escapaba, desaparecía por uno de los laterales del marco. Cuando ella o alguno de sus hermanos se portaba mal, sus padres les encerraban a oscuras en un cuartito. Para Ana María no era un castigo. Le encantaba aquel lugar. Porque allí, en las tinieblas, podía imaginarse a las hadas que la rodeaban y pensar en las historias que podían suceder a su alrededor sin que ella las viera. La imaginación fue, desde su infancia, uno de sus grandes patrimonios. Su padre, fabricante de paraguas, sombrillas y toldos en Barcelona, viajaba a menudo al extranjero. Y de allí, además de regalos (como un guiñol para que sus hijos hicieran teatrillo), se traía increíbles historias. Su niñera, Anastasia, le leí cuentos de Perrault y los hermanos Grimm y le contaba relatos inventados sobre la marcha, a menudo terroríficos y muy sangrientos. Escribir fue la mejor vía que Ana María encontró para canalizar todas esas historias que bullían («el runrún») en su cabeza. En 1930, a los cinco años, escribió su primer cuento. Se titulaba 'El duende y el niño'. Usaba folios que doblaba en cuatro pliegos y sujetaba con las grapas del 'ABC' del día anterior. Ana María pensó que todos aquellos cuentos de su infancia se habían perdido. Pero el día de su boda, su madre le regaló una cajita donde estaban guardadas todas aquellas hojas con los relatos que su hija había escrito de niña.
Fue una lectora voraz. De pequeña devoró 'Heidi', los libros de 'Celia' (de Elena Fortún). Le encantaban los cuentos de Hans Christian Andersen y Peter Pan (durante toda su vida tuvo un ejemplar de esta novela en su mesilla de noche). Suspiraba por 'Alicia en el país de las maravillas'. De joven, entre los 14 y los 17 años, tuvo un amigo extranjero, que recibía ejemplares de Colette, Sartre o Proust que ella leía con pasión. También leyó en su juventud la literatura rusa del siglo XIX, los cuentos de Chéjov, «sobre todo Faulkner, que es mi gran referente, aunque no le llegue ni a la suela del zapato». Cuando en una entrevista le pidieron diez títulos de la literatura universal, eligió 'El Quijote', 'La reina de las nieves' (Andersen), 'Demian' (Hermann Hesse), 'En busca del tiempo perdido', 'Los hermanos Karamazov' y 'El idiota' (Dostoyevski), 'Guerra y paz', 'Ulises', de Joyce, 'Las aventuras de Huckleberry Finn' y 'Cumbres borrascosas'. Este último, decía, era el libro que más le había animado a escribir y publicar.
Contaba que la lectura de 'Pan' y 'Hambre', de Knut Hamsun, le impresionaron tanto trasladó esa influencia a su primera novela, 'Pequeño teatro'. Tenía tan solo 17 años, durante un verano en Zumaia, cuando la escribió, a mano, en un cuadernito cuadriculado y con las tapas de hule negro. Así la llevó hasta Destino, donde le pidieron que la pasara a máquina si quería que alguien de la editorial la leyera. Durante unos frenéticos días, Ana María, con la ayuda de su madre y de su hermano José Antonio mecanografió el libro. Al editor Ignacio Agustí le encantó y compró los derechos por tres mil pesetas (al cambio, 18 euros de la época). Como Ana María era menor de edad, su padre tuvo que firmar por ella. Sin embargo, 'Pequeño teatro' no salió publicado hasta 1954 (y ganó el Premio Planeta). Destino decidió que antes saliera editada una novela que escribió después, 'Los Abel', que quedó finalista del Premio Nadal el mismo año que lo ganó MiguelDelibes con 'La sombra del ciprés es alargada'. Reveló que, durante los primeros días, durmió con un ejemplar de la obra editada bajo su almohada.
Ana María se enamoró del también escritor Ramón Eugenio de Goicoechea. Estuvieron dos años de novios. Fue un matrimonio horroroso. La novelista siempre habló de él como 'El malo'. «Mi primer marido fue un desastre. Lo único bueno que me trajo fue mi hijo». Vivía de entramparse, de dar sablazos, de exprimir el sueldo que Ana María ganaba publicando libros y relatos en revistas. «Vendió los muebles de la casa, mi máquina de escribir, hasta el carrito del bebé. Me apartó de todo el mundo, de mis amigos, de mi familia, me tenía secuestrada», dijo Ana María años después, en varias entrevistas. Les desahuciaron de su casa en la calle Calvet, enBarcelona. En 1962, su marido la abandona en Mallorca. Se lleva al hijo de ambos y le destroza la máquina de escribir. Ana María halla refugio en la casa de Camilo José Cela. En enero de 1963 se separa de 'El malo'(no había entonces divorcio) y él se queda con la custodia del pequeño (ella solo podía verlo los sábados). Dos años y medio después, Ana María recupera la custodia. A finales de 1963, conoce a Julio Brocard 'El bueno', el gran amor de su vida. «Me sacó de todos los baches que tuve y pasé 28 años a su lado». Nunca llegaron a casarse. A él no le gustaba hacerse fotos y ella, que decía que se parecía a Paul Newman, tenía en la mesilla dos retratos del actor para acordarse de su pareja. Julio murió el 26 de julio de 1990, el día del cumpleaños de Ana María.Habían quedado para salir a celebrarlo a un restaurante. Ella estrenaba vestido.Él nunca se lo llegó a ver. Cuando llegaba a casa para recogerla, Julio sufrió un aneurisma cerebral en el portal. Falleció de camino al hospital.
A pesar de ser ya una escritora de éxito, la censura se cebó con ella. «Lo peor de todo es que, cuando hay censura, acabas tú misma cambiando cosas de una obra porque piensas que no te la publicarán». El caso más claro fue 'Luciérnagas', una obra que se publicó mutilada seis años después de haberse escrito y que no vio su versión íntegra hasta 1993. La historia original cuenta la vida de Sol, una niña pija criada en una familia con ideología de izquierdas. El libro editado por Blackie Books recoge varios de los informes de los censores (fechados el 13 de diciembre de 1956). Ella dijo:«No sé si soy de izquierdas porque no sé de política. Solo sé que siempre estaré del lado del más débil, con las personas que sufren. Los poderosos no me necesitan, ya tienen el poder».
Poco tiempo después de publicar 'La torre vigía' (1971), entra en una profunda depresión de la que tarda años en recuperarse. El detonante, dicen, fue una fiesta en Sitges en honor con Julio Cortázar. Ella se quedó dormida y tuvo al día siguiente una pequeña discusión con Julio.Insignificante, pero que despertó viejos demonios. «No tenía motivo.Había recuperado a mi hijo, tenía éxito, mis libros se traducían por todo el mundo, tenía mi gran amor, me reía, no me sucedía malo. Tonterías. Cosas de la rutina». Pero cayó en un pozo del que tardó muchos años en salir. Entre 1973 y 1979 visitó al psiquiatra Domingo Carreras, con clínica en la calle Muntaner. Toco fondo entre 1975 y 1977. El vacío, llamó después a esa temporada. Al terminar las sesiones con el psiquiatra, escribía sus pensamientos en un cuaderno que llamó el 'diario negro' (varias de esas hojas pueden verse en este volumen de Blackie Books). Este episodio de depresión le tuvo casi veinte años sin publicar, desde 'Los mercaderes' (1977) a 'Olvidado rey Gudú' (1996).
Empezó a escribir esta novela en 1971, justo después de regresar de EEUU, donde durante meses impartió clases de Literatura en varias universidades. Pero la depresión paró en seco la escritura de esta obra. No fue hasta 1995 cuando la editora Carmen Balcells le empujó a terminarla. Ana María se metió de nuevo en aquellas páginas y en 1996 salióñ al mercado un libro que supuso su resurgir absoluto en el mundo literario, con una obra de corte fantástico.
En 1976, el escritor y poeta sueco Arthur Lundkvist propuso (sin éxito)su nombre para el Premio Nobel de Literatura. En1998 tomó posesión del sillón Kde la Real Academia Española. Fue la tercera mujer en obtener este honor (desde 1713). En 2010 ganó el Premio Cervantes. En su discurso, como en otros muchos, nombró a Gorogó, un muñeco que su padre Facundo le regaló cuando ella tenía cuatro años, a la vuelta de un viaje de trabajo de Londres. «Gorogó ha sido el mejor amigo que he tenido nunca, jamás me ha traicionado», dijo. Este muñeco aparece en la trama de su novela 'Primera memoria'.
Le encantaba la carpintería. Durante su etapa de Sitges previa a la depresión, a principios de los años 70, le gustaba hacer joyas con materiales reciclados y casitas para gnomos en madera. Recuerda que los niños de la zona, chavales de entre 7 y 11 años, le iba a visitar para que ella les contara cuentos. Después, salía a divertirse y tomar gin tónics con Ana María Moix o Jaime Gil de Biedma.
«Hace mucho tiempo que decidí hacer siempre lo que me de la gana, siempre que con mis actos no molesten a nadie.Pero del qué dirán paso. ¡Anda ya! Durante mucho tiempo hice concesiones a los otros, atenta a cómo los demás quieren que tú seas. Se acabó, me dije. Si a alguien no le gusta cómo soy, ahí está la puerta». En su funeral sonaron 'When you wish upon a star' (la canción de Cliff Edwards de la banda sonora de 'Pinocho')y 'The river', de Bruce Springsteen.
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