Si Don Quijote fantaseaba con caballeros de lanza en astillero y adarga antigua, héroes medievales y en pos de una épica masculina, tradicional e incontestable, tal vez sea fruto de nuestra época fantasear con Raskolnikov, Yuri Zhivago o cualquiera de los hermanos Karamazov. De esta ... premisa parte 'El peso de vivir en la tierra', la nueva novela de David Toscana, que el autor de Monterrey presentó ayer sábado en la 57ª Feria del Libro de Valladolid, en el marco de los encuentros con escritores procedentes de México, país invitado en esta edición.
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«Es una historia al estilo de la novela cervantina, donde mi personaje lee novela rusa y quiere emular a personajes que son borrachos, empleados, asesinos, tuberculosos o prostitutas», enumera el también autor de 'La ciudad que el diablo se llevó' y 'Olegaroy'. De llamarse Nicolás pasa el protagonista a bautizarse como Nikolái Nikoláievich Pseldónimov, y a diferencia de Alonso Quijano no se topa con obstáculos sino con cómplices de todo tipo que contribuyen a alimentar su fantasía.
«No se trata de una evasión, no se quiere degradar por una causa autodestructiva; sino que pretende tocar el alma humana misma, llegar a tal profundidad vital que pueda culminar su propia vida afirmando que ha vivido a lo largo de una obra maestra», expone Toscana.
En su tesis, igual que Don Quijote era un gran lector que deseaba vivir aquello que leía, defiende el escritor mexicano que «los lectores tienen que darse permiso para vivir dentro de los libros, y seguir viviendo esa vida una vez que se cierra el volumen; pues la literatura no es solo ficción, sino parte de nuestra realidad». En ese juego admite el autor su propia debilidad hacia la narrativa rusa, tanto por los personajes como por autores de la talla de Pushkin, Gógol, Dostoievski o Tolstoi, entre muchos otros.
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Habla Toscana de su pulsión como escritor, pero no escapa a su debilidad como lector: «Nos acercamos a aquellas vidas para vivir lo que no queremos vivir, leemos historias sobre guerras y campos de concentración porque son elementos que queremos evitar en nuestras vidas, sin darnos cuenta de que nuestra vida es demasiado aburrida para escribirla en una novela». Por eso, la literatura facilita este acercamiento: «Se usa mucho el término 'descenso a los infiernos' para prometernos esas emociones de segunda mano; como en el fútbol, ponemos el corazón en alguien más, pero si somos terreno fértil el libro nos deja otras cosas», aseveró.
«Cargamos emociones, personajes, conversaciones; comprendemos cosas que antes no, y entendemos mejor ciertos sentimientos que cuando los experimentamos en primera persona».
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