
Una crónica viajera por la Ruta 66: de Elvis a la generación 'beat'
Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan publica 'En busca del fantasma de América', un ensayo inspirado en las lecturas juveniles y la fascinación por Estados Unidos
El primer viaje que Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan (Zaragoza, 1968) hizo por los Estados Unidos fue de adolescente, cuando sus dedos recorrían sobre el mapa la inmensa superficie de aquel país soñado por el rock, el cine y la literatura. Fue un trayecto imaginario, sin salir de su cuarto de juventud en Soria, pero años después, ya convertido en profesor de Literatura Norteamericana en la Universidad de Valladolid, su pasión por aquel país pudo saltar por fin del mapa a las carreteras, de la excursión bajo el flexo al recorrido sobre el asfalto. La experiencia imaginada se convirtió en real y su recuerdo aparece ahora recogido en un libro, 'En busca del fantasma de América', que es a la vez ensayo y crónica de viajes, diario de escuchas y lecturas, recordatorio de mitos e ídolos de juventud.
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El hilo conductor es el viaje que Rodríguez Guerrero-Strachan hizo en autobús, en el año 2008, desde Chicago hasta Santa Mónica, siguiendo las rodadas de la mítica Ruta 66. Esta carretera federal, fundada en 1926, se convirtió en un emblema de la emigración, transitada durante años por millones de personas que atravesaban el país en busca de un futuro mejor. De 'Las uvas de la ira' a 'Easy rider'. La calle mayor de EEUU, la llaman. Un avenida impagable para conocer mejor aquel país.
«Yo ya había estado antes tres veces, en estancias breves o de varios meses, para estudiar, formarme y trabajar», explica el autor, que fijó su base de aquellas anteriores visitas en Boulder (Colorado). Aquel año 2008, había solicitado una ayuda de movilidad a la Universidad como investigador. «No me la dieron». Como alternativa, organizó un viaje (no por trabajo, sino por placer) por Estados Unidos.
«Compré desde aquí los billetes de autobús, reservé noches de hotel y emprendí el viaje». El objetivo era recorrer aquella Ruta 66 en busca de los referentes culturales que había acumulado desde su juventud. «La idea que yo llevaba era la que había leído en Kerouac y había visto en 'Lady sings the blues', una película de 1972 que cuenta la vida de Billie Holiday». La música de Elvis, 'American Graffiti', la generación beat habían moldeado una imagen de Estados Unidos que ahora se volvía real.
«Uno ve lo que ve, pero también ve a través de lo que ha leído, escuchado o imaginado». «En ese viaje me encontré con la América profunda, con la tantos trabajadores que sobreviven para llegar a fin de mes. Otras veces, mi viaje había sido en avión, que es como se suele mover la clase media, gente con más recursos».En esta ocasión, decidió hacer el viaje en autobús, en los famosos Greyhound. Y allí compartió asiento con esa inmensa cantidad de gente «que no tiene para comprarse un coche, que va de aquí para allá buscando un trabajo».
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Recuerda que en Chicago vio cómo una familia se despedía de una chaval de apenas 16 años que emprendía un larguísimo viaje hacia El Paso, en la otra punta del país, «no por diversión, sino por trabajo». «En Arizona se sentó a mi lado un joven, camionero, que viajaba a aquel estado porque pensaba que allí encontraría trabajo. Y nos cruzamos también con un chaval que se movía con instrumental para hacer tatuajes. Visitaba las distintas ciudades para encontrar clientes.Solo coincidimos con dos turistas japonesas que hacían, como nosotros, el viaje por placer. El resto, eran trabajadores. Me encontré de lleno con esa América de los quienes que vivir con lo justo».
Un país modelado con locales que conservan los ecos de Muddy Waters. Con gasolineras que Linklater podría haber elegido para sus películas. Por esos moteles tantas veces vistos en la gran pantalla o las series de televisión. «Lo que más me sorprendió es que realmente, en los moteles, estás en la calle.La puerta de la habitación da a la calle. Y piensas:'Realmente, aquí viene un tío con una pistola y te mata fácilmente. Puedes montar un fiestón en la habitación que los de recepción ni se enteran'. Lo hemos visto en tantas películas...».
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Este diálogo entre la ficción devorada y la realidad luego encontrada articula un libro que intercala la crónica de aquel viaje con ensayos que hablan sobre la influencia Elvis Presley en la cultura popular o la relevancia literaria de la generación beat. «Aquel grupo de escritores supuso una ruptura, una contestación. Los años 40 en los EEUU son muy muy conservadores: los sedados años 40, que decía el poeta Lowell. Estos autores vinieron a gritar, a rebelarse, a cambiarlo todo. Es lo que querían. Supuso ese primer momento de rebeldía en los EEUUque luego continuó con los hippies, con el rock».
Santiago era un adolescente en Soria cuando descubrió 'En la carretera', de Kerouac, y cayó fascinado por aquel mito del viaje. «Había una revista, 'Hécuba', que hacían unos estudiantes del colegio universitario. Me la pasó un amigo y me dijo:'Mira, que a lo mejor te interesa, que hay cosas de literatura'. Uno de los artículos era sobre Jack Kerouac. Al poco, en la plaza de Herradores, en un puestecillo de libros, vi un ejemplar de 'En la carretera'. Dije, anda, el libro del que hablaban en el artículo. Me lo compré. Lo devoró. Y después llegaron otros autores de aquel grupo. «Como lector, me quedo con Allen Ginsberg. Él es el bueno, bueno. Su poesía es extraordinaria.Pero, como fan, prefiero a Kerouac. Y luego hay otros, como Gary Snyder que también hizo cosas muy interesantes en poesía».
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«EEUU ha sido una parte fundamental de mi educación sentimental o estética. Sin el rock, sin el cine americano (tanto el de Hollywood como el independiente, tipo David Lynch) y sin la literatura de aquel país, sería otra persona», cuenta Rodríguez Guerrero-Strachan, quien define este como un libro crepuscular. «Sentí al escribirlo que se cerraba una etapa de mi vida».
Una etapa que comenzó en adolescencia, con ese adolescente que recorría con su dedo el mapa de EE UUen busca de una pasión. «Es en esa edad, a loas 14 o 15 años, quizá un poco antes, cuando uno se da cuenta del mundo que tiene alrededor y empieza a elegir lo que le gusta, lo que le interesa, lo que formará para siempre parte de su vida».
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