Antonio Piedra

«Crear patrimonio literario es el sentido de custodiar archivos de escritores»

El galardón reconoce una tarea que se remonta «a la prehistoria», dice el filólogo exagerando. «Primero fue el Centro de Estudios Jorge Guillén y a finales de los ochenta, la Fundación. Él nunca quiso una institución 'guillencéntrica', como decía, solo quería poner el nombre y que tuviera carácter universal y centrada en la creación de poetas y escritores». Piedra conoció a Guillén en Puerto Rico, «le considero mi maestro. Todo era sencillo con Jorge, abría las ventanas de la literatura y las esclusas del corazón. No era el poeta puro que decían, él hablaba de 'maravillas concretas', no de pureza. Porque la poesía está hecha de sentimientos, ideas, estilos, escrituras muy concretas».

La Fundación Jorge Guillén custodia el fondo documental de 35 autores y «esperamos llegar a 50». Entre sus paredes están los archivos del propio Guillén, Rosa Chacel, Francisco Pino, Ángel Crespo, Avelino Hernández, Arcadio Pardo, Elena Santiago o Claudio Rodríguez, entre otros escritores. También de académicos como Felipe Ruiz, autoridad de la historia económica. Esperan su turno los de Luis Alberto de Cuenca, José Luis Alonso de Santos o Joaquín Díaz, entre otros.

Acaba de hacerse la entrega del de José Jiménez Lozano. «Él era escéptico, quizá sea de los que más me ha costado convencer, aunque lo firmamos hace mucho, en 1997», dice Piedra. «Crear patrimonio literario ese es el sentido de custodiar archivos de escritores. Colgar documentos en Internet es una cosa, mantener un archivo vivo es otra». Se refiere al trabajo una vez hecho el depósito. «A partir de ahí hay que describir, datar, saber si es exento o forma parte de un documento mayor, cada papel. A veces nos podemos tirar dos meses con un folio. Es un trabajo gris y emocionante». Porque aunque tienen 35 autores en nómina, son muchos más los relacionados. «Solo en el fondo de Jiménez Lozano, puede haber referencias de unos 450».

Reconoce su capacidad aglutinadora, «siempre he tenido facilidad, un trabajo a espuertas pero no puedo quejarme». Elproceso de cesión comienza en vida del autor. «Firmamos un comodato con el escritor que podrá disponer de su archivo hasta cuando quiera. Luego viene la segunda parte, cuando mueren. Algunas viudas no quieren desprenderse de algo tan personal. Hay una resistencia lógica pero no numantina sino sentimental. Los archivos crean vínculos profundos. Pero no soy un acosador de los papeles», dice riendo.

Tiene cinco archivos pendientes ahora mismo. «No revelo nombres porque las conversaciones no están concluidas y pueden darse suspicacias políticas con otras instituciones». Y eso que «nunca he tenido problemas con la política, siempre me han entendido al margen del partido que fuera».

Además de custodiar documentos, la Fundación Guillén mantiene una colección de poesía y otras publicaciones. Este mes llega a las librerías los dos primeros tomos de las obras completas de Jiménez Lozano, de las que son editores.

Profesor, filólogo, articulista, investigador, Antonio dice tener «cinco o seis cabezas, cada una con su opinión». Sobre todas ellas, la del poeta. «No publico pero escribo todos los días». A las seis de la mañana abre su cuaderno de papel de acuerela. Allí escribe un poema y hace un dibujo, es la primera impresión de cada día. «Uno amanece en blanco, abre la ventana y cada día percibe el mundo distinto». ¿Y quién custodiará el archivo de Antonio Piedra? «Pues yo no. Pero hay que decir que es estupendo. He tenido relación con mucha gente».