David Felipe Arranz
Madrid
Martes, 7 de julio 2020, 19:40
Los seis cuentos truculentos de locura, sexo, arrebato y muerte de 'La claridad', del argentino Marcelo Luján. Esta es la propuesta que ha ganado el Premio Ribera del Duero, de vocación hispanoamericana, apoyada por la Denominación de Origen que le da nombre y dotado con 50.000 euros. Hermanar las «cepas» literarias y vitivinícolas de España y América es uno de los fines de este certamen que, a decir de su editor Juan Casamayor, es a día de hoy un premio «de primera fila».
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Por su parte, el presidente del Consejo Regulador, Enrique Pascual, aseguró que «los vinos de nuestras bodegas han conquistado a consumidores de todos los continentes, están en las cartas de los mejores restaurantes. Y también el nombre de la Denominación de Origen viaja en las páginas de los libros y está en las librerías de todo el mundo».
Muchos han sido los avatares que han conducido a Luján hasta los brazos de este Baco literario, pandémico y pospandémico. El jurado, presidido por el escritor Fernando Aramburu, otorgó el galardón unánimemente al rioplatense por su «minuciosidad narrativa y mirada perturbadora», asentada en una «poética del desarraigo».
En palabras del consagrado autor de 'Patria', que no escatima elogios al hablar del galardonado, Luján «es un escritor cuajado, un veterano del género, un hombre que domina el cuento», según expresó ayer en el Círculo de Bellas Artes. En este sentido apuntó Clara Obligado, también miembro del jurado, para quien Luján «es un autor nuevo, una nueva corriente que deja entrar un aire más cosmopolita y estimulante». Otro de los padrinos y valedores, Óscar Esquivias, hizo hincapié en que se trata de un libro «verdaderamente extraordinario».
Han pasado casi cuatro meses de pandemia, en los que Luján se sintió «anestesiado, amordazado y más cosas», desde que a mediados de marzo Aramburu le llamó para comunicarle el fallo del jurado mientras él languidecía en el sofá de su casa. «Llegar hasta acá no fue tan sencillo y con el vino sucede algo parecido, porque pide también un tratamiento artesanal: uvas que serán vino, palabras que serán cuentos…», comentó en referencia al trabajo del escritor.
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Luján, educado en la tradición literaria hispanoamericana del cuento, donde este es una experiencia cotidiana, se siente deudor de los grandes de su patria: especialmente de Horacio Quiroga, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti. En cuanto a la técnica y al tema, el autor se ha servido de una idea: todos los personajes del libro viven su brillo, sus destellos, al calor de la oscuridad. «Quiero abordar la ficción desde la oscuridad de por qué nos ocurren cosas malas, mostrar todo lo oscuro que nos rodea… a pesar de que estemos rodeados de luz y de cosas bonitas y blancas», recalcó Luján para definir estas seis historias abismales, a caballo entre lo sangriento y lo misterioso: 'Treinta monedas de carne', 'Una mala luna', 'Espléndida noche', 'El vínculo', 'La chica de la banda de folk' y 'Más oscuro que tu luz'.
El desafío al que se enfrentaba Marcelo Luján era el de contar muchas historias independientes. A pesar de que los cuentistas viven un momento dulce, la técnica del género breve para él es más compleja y ardua que la de una novela. Casamayor reconoció que, afortunadamente, en España el género ha dejado de constituir una cuestión marginal:«hemos recibido 2.100 manuscritos de los que la mitad eran de origen español», anunció el editor y experto en Cadalso, que atesora en Páginas de Espuma el mejor catálogo de cuentos, tanto en lengua españolas como en otros idiomas, tal es el caso de su reciente edición de los Cuentos de Tomas Wolfe (1900-1938), traducidos por Amelia Pérez de Villar y que están recibiendo el aplauso unánime de lectores y críticos. «Lucia Berlin, Alice Munro, Samanta Schweblin, Mariana Enríquez son algunas de las cuentistas que más se leen en la actualidad», recordó Casamayor.
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Unidad de los relatos
Luján se refirió a la técnica de la escritura en vacío: «los personajes de un libro como este pueden nacer partiendo desde la más absoluta nada», aseguró en relación al binomio experiencia vital/creación literaria. Con respecto a la unidad que se supone a todo libro, incluso de relatos, ha expresado el deseo de que «cuando el lector termine el libro, pueda sentir eso mismo: que ha leído un libro».
El desafío, pues, para el narrador no era otro que contar muchas historias independientes que formaran un todo, bajo la divisa de lo que él denomina «la necesidad de contar rioplatense». Porque la brevedad narrativa para Luján puede llegar a ser atributo literario: «Leer un buen cuento es como el amor de tu vida: algo que sucede en un universo mínimo, pequeño, sesgado, a lo largo de la vida y de la muerte», confesó durante la presentación. Y de confesión a confesión, Luján ha declarado una debilidad literaria: la estadounidense Flannery O'Connor (1925-1964), la autora de 'Sangre sabia', fallecida prematuramente por la enfermedad autoinmune de lupus.
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Una edición más, los responsables de mantener alto el pabellón de nuestro vino han conseguido tender un puente de metáforas y de sabores sobre el Atlántico: Castilla y Argentina hermanadas por un brindis de cuento.
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