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j. menéndez llamazares
Viernes, 25 de febrero 2022, 00:17
El escritor Carlos Zanón (Barcelona, 1973) presentó este jueves en la librería vallisoletana El árbol de las letras (y con música en directo) su última novela, 'Love song', un libro que escapa de sus escenarios habituales, la Barcelona más negra, para presentar a un singular ... trío de amigos, los músicos Jim, Eileen y Cowboy, que en pleno paso de la juventud a la madurez deciden apearse temporalmente del éxito y embarcarse en una autocaravana para tocar en campings, playas y chiringuitos, interpretando solo canciones de 1985. Una intensa oda a la música, a la amistad y a la creatividad.
–'Love song'; se diría que Carlos Zanón es tan rockero y tan duro que esta debe ser su primera canción de amor…
–Lo que pasa es que las canciones de amor tienen muy mala prensa, pero lo que te mueve es lo que te mueve. Porque en el fondo, las canciones de los Clash nos gustaban porque pasaban de ser combativas a hablar de amor.
–¿Hace falta música para expresar determinados sentimientos?
–Hay gente que no sabe acariciar, ni hablar entre ellos, y solo a través de la música consigue decirse cosas. Y así me planteé la novela, como una canción un poco agridulce, agreste.
–Esa gente son Jim, Eileen y Cowboy, tres grandes artistas pero con escasas habilidades para la vida práctica. ¿Ficción pura o ha tomado apuntes del natural?
–Si eres creador, es imposible que eso no contamine tu vida. Si eres escritor, literaturizas la vida, hasta el extremo de que no sabes si estás viviendo cosas para escribirlas luego, o si en realidad pretendemos que la vida sea como un buen texto. Y para un músico, tiene que resultar muy complicado lidiar con la adrenalina de tener que resolver en tres minutos las grandes preguntas, y a la vez convivir con una vida madura y adulta, llena de complejidades. A veces pedimos a los creadores que sean convencionales, pero lo que les hace crear es que no lo son. Y que lo mismo que nos hace volar, nos impide también andar.
–Más que de amor, su 'canción' habla de amistad.
–Leí un artículo sobre el músico Townes van Zandt y su relación con Guy y Susanna Clark, y me fascinó que formaran un triángulo no amoroso, sino de mejores amigos. Y que, además, nunca se rompió por traiciones ni por historias sexuales, porque cada uno tenía una parte del otro, y no se la daba al tercero. Me interesó mucho esa relación de creación y, a la vez, de destrucción.
–En la novela planea el espectro de la enfermedad: la ELA.
–Hay un par de casos reales, y es que resulta muy cruel que a los instrumentistas les fallen precisamente los dedos. Pero a mí, como escritor, me sirve para decirles a mis protagonistas que la vida va en serio. Que no todo depende de si eres auténtico o no, ni del éxito o el fracaso. Que la vida no tiene un guion y que ni siquiera es una buena canción, sino que a veces es muy hija de puta, y te lo roba todo.
–Esos músicos, de éxito, deciden hacer una gira de incógnito no ya por circuitos alternativos, sino por los márgenes de la música.
–El éxito siempre tiene un componente de fraude, de estafa. De pensar: los he engañado, no soy tan bueno ni tan original.
–Y les pone a tocar canciones compuestas exclusivamente en 1985, y a realizar una gira que más parece una 'road novel'...
–Para que descubran que la música no ha cambiado. Porque se trata más de un viaje interior, de buscar conexión del músico, y del melómano, con la propia canción y con esos grupos con los que has crecido.
–Para los que crecieron en los 80, la figura de máximo éxito era la de la estrella de rock…
–El mito romántico fue mutando, y hasta en el punk nos encontramos con el héroe atormentado, maltrecho, enfermizo. Es muy goloso, un juguete que siempre se compra. Pero la transgresión, el pelo largo... es Byron, no otra cosa.
–Según los teóricos, la contracultura se vuelve alta cultura en apenas dos generaciones. ¿Le queda mucho al rock antes de que lo entierren en un museo?
–Es que es urgente recuperar el futuro. Al menos, esa sensación de que estás haciendo algo nuevo, y que ahora se ha perdido. Pero eso que encontrábamos en el rock es lo mismo que las nuevas generaciones encuentran en otros sitios. Y probablemente, las críticas que recibe C Tangana sean muy parecidas a las que recibían las bandas punk o de la nueva ola que nos gustaban a nosotros.
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