Bermúdez de Castro: «No estamos mal como especie pero debemos esforzarnos para seguir en el planeta»

–Sapiens, neandertales y antecessor, tres variantes humanas relacionadas. ¿La historia de la evolución humana es la de la filogenia, concepto que explica detalladamente?

–El tema de la filogenia lo abordé porque me sugirieron en la editorial que quizá debiera aclararlo. Cuando hablamos de filogenia nos referimos a las especies, vegetales y animales mientras que la genealogía apela a linajes, a familias. La filogenia es un término de la biología.Siempre se ha considerado la evolución como un árbol cuyo tronco marca una dirección, en cambio desde este punto de vista la afrontamos como un arbusto en el que las ramas carecen de una direccionalidad concreta y cada una va por su lado. La suerte de cada rama está en función de las circunstancias de la selección natural, como el clima. También hay una lección interesante en el libro sobre que nosotros estamos aquí como podían haber estado los neandertales. Ellos tuvieron una longevidad como especie mayor que la nuestra. Nosotros tenemos unos 250.000 años mientras ellos 400.000, más tiempo y ocuparon un espacio enorme, Eurasia, exceptuando parte del homo erectus. Pudo tener mucho éxito y cuando nos encontramos en Próximo Oriente hibridamos y teníamos el mismo kit de herramientas e idéntica tecnología. Si el homo sapiens ha desaparecido, los neandertales triunfaron en el planeta. Es el arbusto, fue esa rama como podía haber sido otra.Seríamos un poco más mendigos que dioses, todo va en ese sentido.Solo cuando pensamos que somos dioses lo somos, al final resultamos más humildes y la pandemia nos ha dejado desconcertados.Somos tremendamente frágiles como especie. Llega un ser diminuto, no más de un trozo de ADN con una cápsula proteica que necesita un huésped, y nos mantiene en jaque. Ha consumido una gran cantidad de recursos económicos para vacunas, esfuerzo científico, y provocado los problemas de hoy.

–Otro concepto que aclara pronto es el determinante papel de la cultura.

–La cultura es un término genérico que abarca todo, la tecnología, la ciencia, el cine, el teatro... Empieza hace tres millones de años, cuando manipulamos las materias primas y eso pasa a formar parte esencial de nuestra evolución.Ahora la evolución no se debe tanto a la selección natural sino que la cultura condiciona nuestra evolución.Atendiendo a la selección natural, solamente aquellos individuos que están más capacitados para un ambiente logran pasar sus genes a la siguiente generación, los no capacitados no pasan. No es el más fuerte sino el más adaptado en ese momento preciso el que se mantiene. En cambio con la cultura, la selección técnica que dice Eudald Carbonell, se modifica de manera que cualquier persona en una sociedad avanzada puede sobrevivir porque la técnica nos permite que alguien con problemas genéticos pueda reproducirse. La cultura está condicionando nuestra diversidad como seres humanos. ¿Eso es bueno o malo? Es lo que es. Nace como algo que favorece al ser humano, nos conduce a una situación de preponderancia pero finalmente lo que sucede es una situación peligrosa también para nosotros, estamos creando continuamente cosas interesantes que nos permiten vivir mejor y otras no tan favorables como las armas de destrucción masiva. Seguimos siendo primates, no muy alejados de los chimpancés, con un cerebro más grande y más guapos según nuestros cánones, pero lo que hemos creado con cultura a lo mejor en un momento fue bueno pero ahora nos ha llevado a una situación crítica. Hemos pasado crisis, la primera climática, nos obligó a salir de la sabana con escasez de comida y pasamos muchas pruebas con la posibilidad de habernos extinguido por la poca descendencia. Conseguimos una niñez, una adolescencia y un crecimiento demográfico mayor. Salimos del atolladero. Crisis ha habido varias en nuestro camino evolutivo. Ahora, bajo los designios de nuestra voluntad hemos creado un cambio climático.El coronavirus es grave aunque saldremos en unos meses de esta pero nos espera el siguiente problema gordo. Los científicos no paran de dar explicaciones. Debiéramos estar ya siendo más proactivos en el reciclado, en un menor consumo energético y cuánta más responsabilidad se tiene, mayor debiera ser el esfuerzo para que el problema se pueda controlar.

–Una pelvis que explica por qué caminamos erguidos, el esmalte de un diente que habla de proteínas, una escápula que justifica el paso de cuadrúpedos a bípedos, ¿logran conclusiones tan definitivas de restos tan insólitos?

–Los que trabajamos en paleontología y arqueología somos detectives del pasado, cualquier pista nos lleva a resolver un caso. En las proteínas es increíble que estén en un trozo de diente pequeño, que ocupa menos que la uña de mi dedo meñique. Lo pude identificar porque me dedico a los dientes humanos, si no se hubiera perdido. Hemos sabido cosas, se hizo la primera datación absoluta del yacimiento con un diente fósil y la tasa de formación del esmalte y finalmente las proteínas. Contacté con un italiano en Dinamarca que me pidió verlo y le pasé el trozo. Con esa lasca aparecen proteínas en un fósil de 800.000 años de antigüedad. Eso nos da pistas de la posición filogenética del homo antecessor, con este golpe de suerte la especie queda bien confirmada y posicionada a la espera de nuevos estudios en otros especies de paleoproteínas .

–«Somos simios de maduración lenta» ¿eclosionamos al creernos la especie superior?

–Así es, un problema grave. Si te consideras superior resulta que al final llega un virus insignificante aparentemente y fíjate lo que sucede. Si llega un huracán no tenemos dónde escondernos, no controlamos la naturaleza. Las glaciaciones se conocen desde hace millones de años. Ocurren cada cierto tiempo y están claramente situadas de manera que los especialistas pueden predecir cuando empiezan, aunque no puedes pararlo. El planeta se inclina, ¿cómo impedir que se incline? Es imposible. Estamos a merced de la naturaleza. Tenemos un cerebro grandote que reflexiona. Quería bajarnos del pedestal, no estamos mal como especie pero tenemos que hacer más para seguir en el planeta.

–Dedica unos cuantos capítulos al gran cerebro humano ¿es el órgano de la diferencia?

–Marca bastante, porque primero más que mayor el tamaño debe ser el adecuado. Hay hombres muy inteligentes como Einstein que no lo tenía grande pero sí bien amueblado. El problema no es el tamaño sino que esté bien conectado. Se logra desde el punto de vista genético y el medio ambiente en que te crías. Si Tarzán intentara aprender inglés en la selva nunca lo lograría.El ambiente influye, hablas una lengua en función de dónde estés y aprendes matemáticas según el profesor, sin escuela no lo lograrías. Muchas neuronas no se conectarían. El cerebro es un órgano muy caro desde el punto de vista energético ya que consume en reposo el 25% de energía basal. Y con actividad gastamos mucha más energía.

–La cultura tecnológica de hoy ¿cambiará la evolución de nuestro cerebro?

–Sin duda lo está haciendo. Si conseguimos, como decía Hawking, pasar la barrera de 2010. Si somos capaces de parar el cambio climático, la tecnología tendrá una gran influencia. Con gafas puedo leer y escribir aunque tenga más de 50 años, a pesar de la presbicia. Las gafas es el elemento cultural que nos permite seguir leyendo. Podemos seguir viviendo si nos implantan válvulas cardíacas. También está la cuestión de controlar el genoma. Hay una bioética al respecto y tampoco se trata de tocar los genes así como así para ver si nos transformamos en algo diferente. El genoma es complejísimo, no es un gen que determina un carácter sino varios genes, un carácter o un gen muchos caracteres. Si tocas algo modificas muchas cosas. El proyecto genoma humano se inició hace 20 años, sabemos muy poquito. Tienen que pasar muchos años para controlarlo.Se intentan controlar enfermedades, por algo se empieza. Hay una ética, en el futuro quizá esta sea una forma de alterar la evolución y también con implantes y conexiones cerebrales. Requiere osadía.

–«Dejemos que las cosas sucedan y nos iremos adaptando hasta que ello no sea posible», concluye. ¿La resignación cabe en una mentalidad científica?

–Quiero ser muy optimista, animar a que la gente sea proactiva en los temas relacionados con un cambio de modelo pero por momentos me desespero, es muy difícil cuando leo las noticias. Si hay algo importante es no bajar los brazos.

–Atapuerca sigue dando cada año nuevos fósiles pero ¿cómo es investigar al albur de cualquier nuevo hallazgo en el mundo en esos cientos de yacimientos por abrir?

–Hay una imagen que quiero transmitir. La evolución humana es un edificio bien construido y, de cuando en cuando, hay hallazgos inesperados. En algunos casos nada cambia, en otros, nos obliga a que haya que añadir una planta o cambiar el decorado del edificio, la cocina o un cambio importante. En cualquier caso, no hay que tirar el edificio sino reformarlo. Como con el homo floresiensis, que fue una grandísima sorpresa. Quién podía esperar una especie enana en medio del Pacífico. Fue una gran revolución y construimos un nuevo piso. No se cayó el edificio sino que tratamos de explicar esa cuestión anómala.

–¿Cómo será la próxima campaña en Atapuerca?

–No podrán venir extranjeros, intentaremos trabajar en más yacimientos y que participe más gente de Burgos, antiguos excavadores que se reenganchen y alargar un poco la campaña. 2020 no fue mal porque al ser veteranos, cada uno sabía lo que tenía que hacer. Conseguimos bastantes objetivos. Este año espero que haya suerte y que para 2022 se normalice.