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Bajo el signo del Zorro

Bajo el signo del Zorro

Se cumplen cien años del nacimiento del Zorro, una suerte de Robin Hood creado por el periodista y escritor Johnston McCulley para una revista 'pulp', pero que alcanzó la gloria en el cine y la televisión

David Felipe Arranz

Valladolid

Domingo, 22 de septiembre 2019, 19:31

El pasado 9 de agosto se cumplieron cien años del nacimiento del Zorro, una suerte de Robin Hood creado por el periodista y escritor Johnston McCulley, creador de la Estrella Negra y el Payaso Carmesí, y que publicó el cuento 'La maldición de Capistrano' en la revista 'pulp' 'All-Story Weekly'.

McCulley ha ejercido una gran influencia en generaciones posteriores de escritores y cineastas con sus personajes de literatura de quiosco; y lo hizo en un contexto en el que la ficción de calidad, no solo a través de estas publicaciones, sino de los seriales radiofónicos y el celuloide aventurero, estaba al alcance de todos y constituía una vía de escape habitual de las familias estadounidenses. Reportero de sucesos, McCulley aprendió a narrar gracias a la crónica negra y a su trabajo como relaciones públicas del Ejército en la I Guerra Mundial, hasta que consiguió el reconocimiento del público con el serial de cinco episodios del Zorro, inspirado en el Dick Turpin de 'Rockwood' (1834), de William Harrison Ainsworth, y en la 'Pimpinela Escarlata' (1905), de la Baronesa de Orczy.

Tyrone Power -derecha- frente a Basil Rathbone en 'El signo del Zorro' (R. Mamoulian, 1940).

Fue una verdadera casualidad de ejemplo de escritura resuelta en celuloide, porque casi nadie había oído hablar del personaje enmascarado. Douglas Fairbanks Jr. fichó a McCulley para adaptar su propio serial pulp en el filme 'La marca del Zorro' (1920), dirigida por Fred Niblo y producida por el propio actor, que tras la tibia acogida de 'The Mollycoddle' (1920), de Victor Fleming, buscaba un registro más heroico que acabó por consagrarlo como uno de los héroes aventureros del séptimo arte. En Douglas Fairbanks cristalizaron algunas de las características del clima atravesado por la fascinación de la aventura, el aire respirado de audacia y romance con que nació el personaje del aristócrata californiano don Diego Vega, alias el 'señor Zorro'. Junto al protagonista, su sirviente sordomudo, Bernardo, y su novia, Lolita Pulido, a la que dio vida Marguerite De La Motte, desbaratan los planes del capitán Ramón y el sargento Pedro Gonzales –Noah Beery– en la California del siglo XIX, en concreto en la misión española de San Juan Capistrano, durante el gobierno mexicano (1821-1846), cuando los Estados Unidos proclamaron el Destino manifiesto y pensaron que los ranchos de la Alta California eran el lugar ideal para retener el 'avance' de las razas inferiores, como la hispánica, enviando cada vez más tropas al territorio. Don Diego, disfrazado como un misterioso y ágil jinete enmascarado y emboscado en su capa negra, defenderá al pueblo oprimido por el Gobierno corrupto del dictador vitalicio Antonio López de Santa Anna, que adoptó una actitud cobarde, ambigua y colaboracionista cuando, en 1843, los Estados Unidos decidieron llevar a cabo sus planes xenófobos, invasivos y anexar Texas a su territorio.

La máscara del Zorro' (M. Campbell, 1998) reunió a los Antonios (Banderas y Hopkins).

El nacimiento del Zorro, por lo tanto, pertenece a esa época incierta y titubeante, en la que las artes buscaban alianzas, a la luz del proyector y con el apoyo de los miles de obreros y amas de casas, burgueses y profesionales liberales que abarrotaban los cines y compraban novelitas de misterio. No en vano el payaso psicópata y espeluznante de la novela 'It' (1986), de Stephen King –llevada también al cine–, le debe mucho a ese bufón púrpura de McCulley. Echando mano de estas maravillosas influencias, recordemos que la película de Niblo fue la que, en los tebeos de Bob Kane, el pequeño Bruce Wayne –futuro Batman– fue a ver al cine de Gotham City en 1920 con sus padres, Thomas y Martha, antes de ser abatidos por los disparos del forajido que se convertiría en el Joker. Efectivamente, el éxito del filme fue tal, que las cinco novelitas se reunieron en un solo tomo en 1924 con el título de 'La marca del Zorro'. La versión de Niblo es, pues, la más fiel al material original, ya que no solo fue el propio Johnston McCulley el encargado de llevar al guion sus relatos, sino que la década se abría con una explosión propia de una década abierta y receptiva al sexo, el romance y la aventura y que coincidía con los últimos años del presidente Woodrow Wilson. De hecho, el propio Niblo acababa de estrenar 'Sex' (1920), un drama escrito por C. Garden Sullivan sobre una ambiciosa 'starlette' de Broadway que destruye un matrimonio merced a sus habilidades en la cama y a su afán de lucro. Otra muestra es la siguiente película protagonizada por Fairbanks, 'Los tres mosqueteros' (1921), también dirigida –cómo no– por Niblo y que fija, ya para siempre, el boceto pendenciero y burlador del galán, pergeñado en el Zorro.

Anthony Hopkins es lo único que se salva de la versión de 1998 con Antonio Banderas

Sin duda, la mejor versión de todas es 'El signo del Zorro' (1940), de Rouben Mamoulian, que se iba a titular 'El Californiano', con Tyrone Power y un sensacional Basil Rathbone –uno de los mejores espadachines que recuerda Hollywood– en el papel del capitán Esteban Pasquale: su leyenda como espadachín comenzó con su Teobaldo derrotando a Mercucho (John Barrymore) en la excelente 'Romeo y Julieta' (1936), de George Cukor. Era la época en la que Tyrone Power se había especializado en caracteres de signo latino, como 'Sangre y arena' (1941), 'El capitán de Castilla' (1947) y 'El príncipe de los zorros' (1949). El famoso duelo entre Power y Rathbone fue escenificado por el maestro de esgrima Fred Cavens, y fue tan realista que la Fox sustituyó al actor por el propio hijo de Cavens, también esgrimidor. Una de las anécdotas más recordadas del rodaje tuvo lugar cuando Rathbone reconoció la habilidad de su contendiente y exclamó: «¡Tyrone Power podría vencer a Errol Flynn en un sombrero de tres picos!». De hecho, tanto Rathbone como Eugene Pallete, que daba vida en el filme al hermano Felipe, replicaron la fabulosa construcción de sus personajes de sir Guy de Gisbourne y fray Tuck en 'Robín de los bosques' (1938). Linda Darnell, habitual partenaire de Powell en los filmes de la productora de Darryl F. Zanuck, dio vida a la audaz Lolita Quintero.

En la década de los años cincuenta, la pequeña pantalla comenzaba a ganarle terreno al cinematógrafo y las todopoderosas productoras no podían quedarse atrás. Tras el éxito de Disneylandia, 'El mágico mundo de color' (1954) y 'The Mickey Mouse Club' (1955), la Disney lanzó una tercera serie de televisión entre 1957 y 1959 para las tardes de los jueves, 'El Zorro', que alcanzó un sonadísimo éxito internacional: protagonizada por Guy Williams en el rol de don Diego de la Vega y Britt Lomond en la piel del capitán Monastario, la productora destinó a cada uno de sus episodios una media de 80.000 dólares y una promoción notable para la época, cuando aún faltaban dos décadas para la entrada de la industria de la mercadotecnia con George Lucas. Sin embargo, la serie tuvo que cancelarse desgraciadamente debido al pleito que la Disney mantuvo con el canal ABC sobre los derechos del personaje.

Arriba, la adaptación televisiva de 1957. Abajo, a la izquierda, portada de la revista donde aparece por primera vez una aventura del Zorro; a la derecha, cartel de la película de 1920
Imagen principal - Arriba, la adaptación televisiva de 1957. Abajo, a la izquierda, portada de la revista donde aparece por primera vez una aventura del Zorro; a la derecha, cartel de la película de 1920
Imagen secundaria 1 - Arriba, la adaptación televisiva de 1957. Abajo, a la izquierda, portada de la revista donde aparece por primera vez una aventura del Zorro; a la derecha, cartel de la película de 1920
Imagen secundaria 2 - Arriba, la adaptación televisiva de 1957. Abajo, a la izquierda, portada de la revista donde aparece por primera vez una aventura del Zorro; a la derecha, cartel de la película de 1920

Otros filmes estimables sobre el personaje, pero por distintas razones, merecen recordarse aquí. La primera, 'El Zorro' (1975), producción italiana rodada en España y dirigida por Duccio Tessari, se convirtió en una de las representaciones más célebres del simpático truhan don Diego, ya que corrió a cargo de Alain Delon, que hacía furor entre las jovencitas europeas, al que le daba la réplica como el coronel Huerta un sobrio y maduro Stanley Baker, fantástico intérprete británico que murió al año siguiente de un cáncer de pulmón en Málaga. Las escenas de seducción con la actriz Ottavia Piccolo, en el papel de la condesita Ortensia Pulido, acentuaron el lado más sensual y amatorio del protagonista, faceta que la Disney había rebajado convenientemente, hasta el punto de que el ingrediente femenino apenas era percibido. Para el duelo final, Tessari se inspiró en una de las películas de capa y espada más perfectas jamás filmadas: 'Scaramouche' (1952), de George Sidney, basada en la novela homónima de Rafael Sabatini y con una bellísima Eleanor Parker. De hecho, Delon se conduce en el filme como lo hacía Stewart Granger, con una mezcla de bravuconería y exceso de testosterona que nada tenían que ver con las delicadezas o galanterías de Fairbanks o Power. Los productores quisieron repetir el éxito del sex-symbol galo en 'El Tulipán Negro' (1964), de Christian-Jacque, pero les faltó la esplendorosa Virna Lisi.

Por último, de la flojísima 'La máscara del Zorro' (1998), de Martin Campbell, solo podemos recomendar su visionado por un maravilloso Anthony Hopkins, que da vida al original don Diego de la Vega, con una galanura de guedeja platinada y su herencia de sangre revolucionaria y dignísima, que replica en su hija Elena, a la que encarna Catherine Zeta-Jones. Destaca un convincente Stuart Wilso como Rafael Montero, antagonista acérrimo de don Diego. De la interpretación de Banderas, como un émulo y discípulo gracioso del héroe, no diremos nada. No contentos con este sucedáneo, en la Columbia se lanzaron a producir una segunda parte, aún más infumable: 'La leyenda del Zorro' (2005), cinta para olvidar.

El fabuloso mural californiano del Zorro superó las expectativas de la revistita para la que fueron escritos cinco relatos que anudaron para siempre el lujo heroico, burlón y elegante de la aristocracia española más educada a la resistencia ante el avance burdo del imperialismo estadounidense.

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