Arsuaga, Millás y cómo seguir las huellas humanas en un sex-shop

Precisamente fueron sus dos últimas novelas las que le llevaron al Museo de la Evolución Humana y a conocer Atapuerca acompañado por Arsuaga. Quedó prendado de su oralidad, «es un narrador excepcional», y le propuso sumar a ese don «mi capacidad para articular una narración». Como la propia evolución, no sabían a dónde les conduciría el viaje pero decidieron emprenderlo juntos.

Hace muchos libros que la paleontología es el motor del racionamiento de Arsuaga, por encima de las ciencias biológicas en las que se doctoró. Así la sede de la Feria, el Círculo de Recreo, disparó su pensamiento en alta voz para imaginarse como el Gran Gatsby, en un baile de los años veinte, danzando emparejado sobre la tarima centenaria. Era solo un punto de partida para sus «reencarnaciones retrospectivas», esas que le permiten vivir otras vidas sin necesidad de morir previamente. Como tiene a mano «la máquina del tiempo» que es la historia, también quiso ser coetáneo de Cervantes y de Colón, por aquello de que ambos tienen casa en Valladolid, así como participar en los enconados debates universitarios del XVI en torno a la anatomía de Vesalio o ser el pater familias en la villa de La Olmeda, allá por el Bajo Imperio romano, «uno no va a reencarnarse en un esclavo». Yretrocediendo, retrocediendo, llega al Paleolítico «porque el conocimiento me permite recrear ese mundo. No puedo hacer mi vida más larga pero, gracias a conocer la historia, sí puedo hacerla más ancha», sentenció Arsuaga, que seguía imaginando el baile por el salón, «habla de las relaciones sociales, de cómo se emparejaban. El arte más ligado a la evolución es la danza porque es la más anatómica, la que tiene en el cuerpo su instrumento».

Querían contar esos viajes que demuestran «que somos descendientes culturales de todos nuestros antepasados» y eligieron el sistema de evolución, «echar a andar a ver qué pasa. La evolución no tiene ningún propósito pero consigue, no busca pero encuentra».

Cada cita fue una sorpresa, cada encuentro un camino nuevo transformado en capítulo. Millás recordó que «nunca sabía por dónde transcurriría el siguiente. Por pintoresco, cito el día que acabamos en un sex-shop cuando buscábamos una farmacia y hablamos con Raquel, la dependienta, durante tres horas. Allí explicóArsuaga la competencia espermática entre pollas con escroto grande. Otro sábado quedamos en una tienda de peluches». El codirector de Atapuerca está convencido de que «cualquier sitio o disculpa es buena para hablar del ser humano. Por ejemplo, los zapatos de Millás, que están hechos con tecnología masai. Eso nos sirve para hablar de al evolución del bípedo y del descanso activo».

Millás se refugia en al condición de «neandertal porque me ha costado mucho conquistar el lenguaje simbólico, las metáforas, estoy pegado a la literalidad. Eso le ocurre al neandertal. En algunos poblados convivimos con los sapiens, gente solidaria, generosa, que sabe todo». En ese juego retórico, Juan Luis pasa por el más evolucionado.