![Ana Arambarri sigue el rastro del 'clan judío' en 'Música contra los muros'](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202104/12/media/cortadas/arambarri-kK9F-U14033685933T0C-1248x770@El%20Norte.jpg)
![Ana Arambarri sigue el rastro del 'clan judío' en 'Música contra los muros'](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202104/12/media/cortadas/arambarri-kK9F-U14033685933T0C-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Las historias de músicos judíos salvados de los campos de concentración por su virtuosismo, por su capacidad para seducir al verdugo melómano, son recurrentes en la literatura y el cine. Unos lustros después, Leonard Bernstein decidió que merecía la pena hacer música en Israel ... a pesar de la guerra. Y los hijos de su generación, los Barenboim, Du Pre, Mehta, Zukerman y Perelman, acostumbraron a hacer hueco en sus apretadas agendas para la 'militancia' pacífica desde el piano, el chelo, el violín o el podio. Sobre ese fenómeno, sobre la idea de que la cultura puede aproximar lo que la política quiebra versa 'Música contra los muros' (Galaxia Gutenberg), de Ana Arambarri. La autora, acompañada por Joaquín Díaz, presentará su ensayo este miércoles en el Círculo de Recreo a las 19:30h.
Arambarri ingresó en la música 'leída' con una biografía de Ataúlfo Argenta. Esta segunda entrega se gestó por otra vía. «Desde que leí 'Una vida para la música', de Barenboim, me llamó especialmente la atención una referencia a su viaje a Israel durante la Guerra de los Seis Días, acompañado por Jacqueline du Pre. Escogieron la opción de cancelar sus contratos para poder tocar frente a soldados y civiles que estaban padeciendo los horrores de una guerra. Eso mismo lo hicieron, simultáneamente, otros grandes músicos». Y se hicieron oír.
«Escuchar un concierto durante un bombardeo nos da la magnitud del poder y la influencia de la música en situaciones extremas. La música es sanadora. Es posible que la motivación de los intérpretes que volaron a Israel para ofrecer conciertos, cuando ya eran famosos, no solo fuera por altruismo. Era una llamada de atención sobre el conflicto. Los árabes no tuvieron esa oportunidad. No conozco grandes interpretes árabes de música clásica, seguro que los hay. Pero el grupo que se denominaban 'el clan judío' lideraban en aquellos años la interpretación y la dirección de las primeras orquestas del mundo».
Arambarri quería contar «que la música es capaz de unir a personas con diferentes ideas políticas. La música une, las guerras separan. Y cuando los músicos se unen, son capaces de superar las diferencias ideológicas. Y gracias a ello, es posible derribar los muros, superar las diferencias». A comienzos de los noventa el crítico y profesor palestino Edward Said y el pianista y director Daniel Barenboim crearon la orquesta West-Eastern Divan que sumaba músicos palestinos y judíos. «España participó activamente en los comienzos gracias a la inteligencia y la visión de dos personas cruciales, el diplomático Bernardino León y Elena Angulo, entonces directora de Cultura de la Junta de Andalucía. La muerte de Said fue una pérdida irreparable para el proyecto. Pero la actividad de la orquesta no ha cesado gracias a la tenacidad de Barenboim, que sigue siendo un activista». Sobre el futuro de la Fundación Barenboim-Said, Ana Arambarri es optimista, «no me cabe la menor duda sigue dando sus frutos».
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