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También fue joven, posó como un romántico ante una cámara decimonónica y se disfrazó con sus hermanos de zíngaros sin carreta. La autoridad académica de Ramón Menéndez Pidal devino no solo de sus estudios, sino de sus pasiones 'humanas', de su afán montañero, de ... su querencia por las gentes que encontraba en el camino y de la curiosidad por cómo usaban su lengua. Así aplicó el trabajo de campo, circunscrito entonces a la ciencia, a la filología. De todo ello hablan fotos, documentos, mapas y libros que se muestran en 'Ramón Menéndez Pidal, paisaje de una vida', en la Casa Revilla, exposición que podrá verse hasta el 21 de marzo.
La Fundación que lleva su nombre, con sede en su casa de Chamartín, organizó esta muestra con motivo del 150 aniversario de su nacimiento y desde 2018 acerca la figura del sabio al público español. Comisariada por su bisnieta Sara Catalán, «en cada ciudad se cambian algunos romanceros y algunos libros. Las fotos son las mismas en todas». En el centro, la imagen de María Goyri, con quien se casó en 1900. «Era hija natural de una vasca que se preocupó porque tuviera estudios y la llevó a la Asociación de Educación de la Mujer, enfocada a aprender un oficio y también ligada a la Institución Libre de Enseñanza. Pero ella quiso estudiar más y fue la primera mujer en terminar la licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras (1896)», explica Sara. Compartió pasión filológica con su esposo y su viaje de bodas transcurrió tras huellas del Cid por sus rutas castellanas. En la pared, la foto de ambos recorriendo los caminos burgaleses.
Entre los primeros libros del discípulo de Menéndez Pelayo figura 'La leyenda de los infantes de Lara' (1896), estudio sobre la transmisión de la leyenda hasta el siglo XX. Quien acabó siendo Hijo Adoptivo de Burgos, dedicó al héroe medieval varios títulos más y a su primogénita la llamó Jimena.
Su hijo Gonzalo, historiador, fue llamado para asesor en el rodaje de 'El Cid', el clásico de Anthony Mann protagonizado por Sophia Loren y Charlton Heston, y, como antaño le había llevado su padre de excursión por España, el hijo cinéfilo arrastró al autor de 'Historia de la lengua española' al plató burgalés.
Amante de los mapas, el sabio necesitaba «un impulso que venga de mí» para viajar, que podía ser un encargo, una conferencia, un trabajo. «Después agradezco el beneficio espiritual, por lo que si no me gusta viajar me gusta haber viajado», escribió.
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