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Es una autoridad en el género biográfico y su trayectoria ha sido galardonada con el Premio de Ensayo Jovellanos por 'El saber biográfico' y el Nacional de Historia 2019 por 'Concepción Arenal: la caminante y su sombra'. Anna Caballé (Hospitalet, 1954) conversa en la Feria Internacional de Literatura en Español este viernes con Trapiello e Iwasaki sobre Chaves Nogales, Delibes y Umbral. Precisamente a este último dedicó la biografía titulada 'El frío de una vida'.
–Escribió la biografía de Umbral a pesar de él mismo ¿empeño académico o personal?
–El libro surge de mi necesidad de comprender mejor una obra, y un autor que ofrecía muchos cabos sueltos. No todos los escritores presentan las preguntas que podemos hacernos ante un autor como Francisco Umbral. ¿De dónde venía su necesidad de singularizarse? ¿Por qué la atracción que sentía Umbral por su nombre? ¿Por qué escribir una y otra vez, aparentemente sin avances, determinados pasajes de su infancia? ¿Por qué la obsesión por la figura materna? ¿Por qué bailaban las fechas de su nacimiento, de la ciudad donde nació? ¿Cuál era su segundo apellido? Preguntas que pedían una respuesta. Soy profesora de literatura y me gusta entender las cosas que después debo explicar a mis estudiantes. A mí Umbral me parece uno de los escritores que con mayor profundidad y poesía ha escrito de sí mismo y así es como me interesé por él. Pero, lo que escribía ¿era autobiográfico? Ya ve, muchas preguntas en la cabeza.
–¿El objetivo del biógrafo es separar persona de personaje?
–Él aceptó de buen grado mi propuesta de escribir su biografía. Pero eso fue al comienzo, después comprendió que mi interés por comprender las motivaciones de su escritura no convenían al personaje que se había creado y ahí nuestros caminos, desgraciadamente, divergieron. La biografía parte del personaje, porque es lo que tiene más a la vista, lo primero que puede observar, pero el objetivo es explicar la historia de un ser humano, con sus luces y sus sombras, tal como han podido ser interpretadas por el biógrafo. Por otra parte muchos escritores no sienten ninguna necesidad de hacerse con un personaje.
–Comenzó en este diario, apoyado por Delibes ¿hubiera sido el mismo sin ese empujón?
–La recomendación de Delibes, su carta de presentación a Manuel Cerezales, marido de Carmen Laforet, y entonces director de 'Vida Mundial' fue, desde luego, un empujón fundamental. Digamos que Cerezales le dio la alternativa en Madrid. ¿Qué hubiera pasado con Umbral de no recibir el apoyo de Delibes? Un hombre de su talento y ambición, dispuesto a comerse el mundo, lo hubiera logrado igualmente. Pero no sé si tiene sentido preguntarse cómo hubieran sido las cosas en otras circunstancias. La cuestión es cómo resolvemos la vida con las circunstancias que se nos presentan. Umbral quería subir desesperadamente la escalera del éxito. Delibes fue un peldaño, Cerezales otro. Y así.
–Como columnista ¿hasta qué punto ser tan circunstancial en su periodismo precipita o no su caducidad?
–El talento de Umbral para combinar en una columna el aliento poético, el retrato incisivo y la lengua coloquial sin duda mantienen su vigencia. Fue un maestro influyente en muchos escritores, habrá quien quiera reconocerlo y quien no, pero así fue. Él impuso un estilo, una forma de escribir la columna. Otra cosa es que con el tiempo ese estilo quedara exhausto, como lo estaba él mismo, y las negritas se convirtieran en un modo cansino de llamar la atención. Diría que con su prosa no supo, o no pudo evolucionar porque quedó atrapado en un nudo de intereses. Quizás si se hubiera detenido un tiempo, pero nunca lo hizo.
–Su ambición literaria ¿se vio insatisfecha por su éxito periodístico?
–No lo creo. Hay libros suyos muy reconocidos y muy valorados. Mi etapa preferida, donde creo que Umbral da todo de sí es en los años setenta, cuando publica en Destino con Josep Vergés. Vergés era también el editor de Delibes, un hombre poco cordial pero muy exigente con sus autores. A Umbral su disciplina le ayudó mucho. Y con él publica 'Memorias de un niño de derechas', 'Mortal y rosa', 'Diario de un escritor burgués' y 'La noche que llegué al café Gijón'. También 'Teoría de Lola', un libro de cuentos magníficos. Son mis libros preferidos.
–Delibes como director y periodista, Chaves Nogales como cronista y Umbral como columnista ¿representan en cierta manera el oficio?
–Vamos a tratar en nuestra sesión las relaciones entre el periodismo y la literatura. ¿Todo periodista es escritor? Para mí la respuesta es negativa, del mismo modo que no todo escritor es periodista. En el caso de los tres autores mencionados hay diferencias. Delibes es un escritor nato, como lo es Umbral, ambos escriben en los periódicos (incluso los hacen, en el caso de Delibes) mientras Chaves Nogales es fundamentalmente un periodista, alguien que persigue la noticia y que escribe como los ángeles.
–¿En qué biografía anda ahora tras la celebrada de Concepción Arenal?
–Después de la de Arenal escribí una biografía breve de Caterina Albert, conocida como Víctor Català, una escritora que adoro. Pensé que con ellas había puesto el punto final, porque escribir una biografía requiere una gran disposición. Pero estoy dándole vueltas a escribir una más, la última...
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